Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).- En la popular serie Los Simpsons, un boxeador robusto de gesto duro aparece en un par de capítulos. El peleador es un peso pesado con antecedentes policiales y una vida de desenfreno. La parodia hace alusión a Mike Tyson (Nueva York, 1966), un personaje de la vida estadounidense que ha acaparado diversos ámbitos. El ex campeón de los pesos pesados, ha pasado por momentos que lo han puesto desde el evento principal de una función boxística, hasta la prisión, o frente a Homero Simpson.
El símbolo Tyson es para algunos la muestra de lo que cualquier atleta no puede hacer. En 2003, el ex boxeador se declaró en bancarrota luego de gastarse los 300 millones de dólares que su carrera deportiva generó. El que supo ser el campeón de los pesados más joven de la historia, con 20 años, está ubicado en el lugar 16 de los mejores boxeadores de peso completo en la historia. Su vida arriba del ring le aseguró entrar al salón de la fama del boxeo en 2010 junto a Julio César Chávez, entre otros. El poder de sus golpes le dio gloria pero también le ha arruinado la vida.
A Mike Tyson le cuesta trabajo mantener los modales. Un problema acarreado desde muy joven. Sus escándalos personales hicieron del boxeadores un estereotipo. En los años 90, el peleador era una especie de estrella de rock que tenía el mundo a sus pies. Los orígenes complicados del peleador, con un papá que lo abandonó, fue el proceso que curtió la mentalidad en un barrio tan complicado como Brooklyn. A los trece años, había sido expulsado del colegio por darle una golpiza a un compañero y tenía más de 30 detenciones en prisión. El boxeo fue una válvula de escape para una vida perdida.
Cus D’Amato, el fallecido manager de grandes peleadores, descubrió a Tyson, lo sacó del reformatorio y se dedicó a entrenarlo. Su visión ante ese diamante en bruto, provocaría una ebullición de emociones para una disciplina tan espectacular como el boxeo. Mike comenzó en los años 80. Su etapa amateur ya vislumbraba lo que se vendría. Imposibilitado para representar a los Estados Unidos en los olímpicos de Los Ángeles 1984, entró al profesionalismo un año después con solo 19 cumplidos.
La muerte de su descubridor a finales del año de su debut, provocó cierta expectación por lo que provocaría en su carrera. Tyson supo aguantar el duro revés. Los dos primeros años significaron 27 triunfos, 25 de ellos por nocaut. En 1986, se coronó campeón del mundo tras vencer por la vía rápida a Jesse Ferguson en Nueva York. El peleador que aún no cumplía la mayoría de edad establecida en su país natal, tenía el mundo a sus pies. Cuatro años espectaculares derrotando a todo el que se ponía enfrente, fueron suficientes para construir una carrera memorable, cualquier deseo estaba a su alcance. El desenfreno comenzó.
En 1991, con la pelea pactada frente a Evander Holyfield, una acusación de violación puso a Tyson frente a la justicia. Una estudiante de 18 años, aspirante a un concurso de belleza, denunció al campeón por el abuso sexual. Condenado a seis años de prisión, cumplió solo la mitad e indemnizo a la víctima. La salida de la cárcel, provocó que la pelea perdida años atrás retomara los acaparadores del boxeo. El combate volvió a pactarse.
El 9 de noviembre de 1996 la pelea millonaria dio como vencedor a Evander por nocaut manchando el regreso del púgil que había asombrado con sus capacidades desde temprana edad. El éxito económico del combate hizo que se pactara una revancha. La segunda edición de esta pelea fue un evento sin precedentes. Tyson tenía ante sí la oportunidad de un regreso como pocas veces se había visto en la historia del boxeo. Enfrente, un disciplinado boxeador que lo llevó al campeonato.
Esa pelea, puso los ojos de todo el mundo en Mike Tyson. Una muestra de barbarie caníbal espantó a los aficionados. Lo que pasó esa noche ha sido catalogado como una de las situaciones más bochornosas y surrealistas en la historia del pugilismo. Tras varias llamadas de atención por parte del réferi hacia Holyfield por cabezazos hacia su rival, la mente del polémico Tyson explotó. Mike le arrancó a su rival un pedazo de oreja que apareció en el ring una vez terminada la pelea.
Mike cumple 47 años de una vida a toda velocidad. Tuvo seis hijos, una de ellas falleció. Ha sido acusado de desórdenes en la vía pública y en hoteles. El tatuaje que le cubre gran parte del rostro es un símbolo de una locura que poca gente ha sabido entender. Ha participado en películas y programas de televisión, lo mismo como conductor o concursante de baile. Idolatrado por unos cuantos, maldecido por otros. La vida del boxeador, esa que está homenajeada en el salón de la fama, no soportó la realidad de una vida cotidiana. Mike quiso vivir como peleaba. Con desenfreno aguerrido, buscando el nocaut.