Felipe Calderón Hinojosa entrega un país con marcado déficit en Seguridad, Empleo, Salud, Educación, así como en los asuntos del Campo. Sobre el futuro, no es posible forjar grandes expectativas, dicen algunos expertos en gestión gubernamental
Las condiciones en las que Felipe Calderón entrega el país a su sucesor, el priista Enrique Peña Nieto, no permiten tener grandes expectativas. Expertos consultados por Sin Embargo MX evalúan los resultados en materia de seguridad, empleo, salud, educación y el campo que logró la administración que termina y muestran poco optimismo respecto a lo que vendrá en los próximos años durante el gobierno que ahora se inicia.
SEGURIDAD: INCAPACIDAD PRESIDENCIAL
El sexenio de Calderón termina marcado por la guerra emprendida en contra del crimen organizado y la cifra de muertos que ha traído consigo, que la Procuraduría General de la República (PGR) ubicaba en septiembre de 2011 en 47 mil 515 y el Semanario Zeta, al 31 de octubre pasado, en 83 mil 191, en todo caso muy superior al número de homicidios relacionado con el crimen organizado durante el sexenio de Vicente Fox, calculado en menos de nueve mil.
Una guerra que sólo el 26 por ciento de los mexicanos cree que el gobierno está ganando, según datos de la Encuesta Ciudadanía, Democracia y Narcoviolencia (Cidena) 2011 del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede). En la misma encuesta se puede observar que 49 por ciento de los mexicanos considera que reducir la pobreza y el desempleo sería una mejor estrategia que usar la fuerza militar y policiaca. El documento arroja que 47 por ciento piensa que el Ejército, una de las pocas instituciones con altos niveles de confianza en México, ha sido corrompido por el narcotráfico.
Para Javier Oliva, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de los acontecimientos más relevantes de la administración que termina es la exposición desmesurada de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico. Argumenta que así lo muestra el número de quejas interpuestas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en contra de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Mientras que en 2006 esa dependencia se encontraba en el noveno lugar de las autoridades señaladas con más frecuencia como presuntas responsables de violación de derechos humanos con apenas 182 quejas en su contra, para 2008 ya ocupaba el primer lugar con mil 230 quejas; es decir, un aumento de 676 por ciento en dos años. Esa posición la mantuvo en 2011 con mil 695 quejas, de acuerdo con el informe más reciente de la CNDH.
“Esto da una idea del nivel de sobreexposición que tuvieron las Fuerzas Armadas, en particular el Ejército, sin contar con la legislación ni operación política ni legislativa ni cobertura diplomática adecuadas”, asevera Oliva.
El especialista distingue entre seguridad nacional y seguridad pública. En el primer ámbito, en el que debe incluirse a las Fuerzas Armadas, dice que podría hablarse de una estrategia exitosa, no así en el campo de la seguridad pública, en donde han sido evidentes los problemas en que se ha visto inmiscuida la Secretaría de Seguridad Pública: las divisiones al interior de la PGR y, sobre todo, una mala conducción de la dependencia desde la Presidencia.
“Me parece que el tema clave es la incapacidad de la Presidencia de la República para convocar a los gobiernos estatales y municipales a sumarse a un proyecto nacional de seguridad pública, pues francamente quedó reprobada, sobre todo en la relación con los gobiernos estatales, los gobiernos municipales y en la incapacidad de agilizar una reforma en el Poder Judicial; sé que hay independencia de poderes, pero vivimos en un régimen presidencialista y la capacidad de convocatoria del Presidente es muy alta”, apunta.
Cuestionado sobre lo que espera del próximo Presidente del país, Oliva expone: “En lo que se refiere a la seguridad nacional, en la parte civil que no haya improvisaciones. Esa sería mi expectativa, que no haya esta ausencia de coordinación, sobre todo después de una experiencia tan difícil como la que ha vivido el país. Por lo que se refiere a seguridad pública, que haya articulación de una auténtica estrategia integral en donde no solamente se privilegie el uso de la fuerza, sino sobre todo la capacidad de recurrir a la inteligencia y a la prevención”.
EMPLEO: PROMESA FALLIDA
El desempleo aumentó durante el gobierno de Calderón, quien en campaña se presentó como el Presidente del Empleo. En diciembre de 2006 el 3.47 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) no tenía trabajo, la cifra subió en seis años, a octubre de 2012, a 5.04 por ciento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI). Es decir, dos millones 589 mil personas que lo buscaron en forma activa, pero no lo encontraron.
A lo anterior debe sumarse el hecho de que prácticamente un tercio de la población que trabaja lo hace en el sector informal. Según el INEGI, en el cuarto trimestre de 2006, el 26.62 por ciento de la población ocupada lo hacía en este sector, cifra que alcanzó el 29.18 por ciento en el tercer trimestre de 2012, lo que equivale a 15 millones de personas. En cuanto a las mujeres, la cifra pasó de 27.74 por ciento en los últimos meses de 2006 a 31.32 por ciento en el tercer trimestre de 2012.
Frente a ese panorama, las acciones del gobierno en materia de empleo lograron hacer muy poco. De acuerdo con el IMSS, en diciembre de 2006 había 12 millones 162 mil 964 trabajadores asegurados permanentes, cifra que aumentó a 13 millones 894 mil 901 en octubre de 2012; es decir, se creó en prácticamente seis años de gobierno apenas un millón 731 mil 937 empleos inscritos en el IMSS, lo que significa 288 mil 656 empleos al año, apenas 29 por ciento del millón de empleos anuales que Calderón prometió en campaña. De estos nuevos empleos, además, 760 mil 995 (el 44 por ciento) fueron de carácter eventual.
Alfonso Bouzas Ortiz, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, hace un balance que arroja déficit en materia de empleo del gobierno que termina. “Estamos peor que al inicio del sexenio. Sobre todo si tomamos en consideración el crecimiento de la PEA, la incorporación de nuevos jóvenes al trabajo, el 45 por ciento de la población en pobreza y un número importante en pobreza extrema, pues el balance es profundamente negativo”, afirma.
Estima que Calderón mostró una desatención absoluta del interés social y llevó a un incremento alarmante de la delincuencia y de la diversificación de ésta, lo que la fortaleció al tiempo que hizo más complicado su combate.
Para el especialista el fenómeno de los jóvenes que ni estudian ni trabajan –conocidos como “ninis” y que suman 7.2 millones de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)- es uno de los legados más preocupantes que dejan los gobiernos panistas. “Es la herencia más grave; la población que durante estos dos sexenios panistas llegó a la edad de trabajar no tiene perspectivas de empleo, emigra del país, se dedica a la delincuencia o simple y sencillamente prolonga la etapa juvenil”, advierte.
Sus expectativas respecto a lo que el nuevo Presidente priista y su equipo puedan hacer en materia de empleo son prácticamente nulas. “(Respecto a) perspectivas de empleo no hay ningún indicador que nos las dé. No hay inversión, no hay mercado interno, el mercado externo es un mercado en el que estamos más que sacrificados y por lo tanto no hay ningún indicador de que pudiera reactivarse el empleo. Segunda cuestión: el supuesto empleo que se va a activar a partir de la reforma laboral tampoco es un indicador que podamos tomar en cuenta, porque es empleo depauperado, de bajos ingresos, en el supuesto de que se dé, será en el sector informal y nada más. Por lo tanto, las perspectivas no son desde ningún punto de vista de mejoría para el país”, sentencia.
De acuerdo con el Informe “Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México” 2012 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), “en México, el mercado laboral se caracteriza por bajos niveles de productividad, salarios exiguos para un porcentaje alto de la población, falta de competitividad y una muy alta tasa de informalidad”. Además, se lee en el informe, “el número de empleos netos creados entre 2008 y 2012 ha sido insuficiente para que los jóvenes que se incorporan año con año a la fuerza de trabajo encuentren una opción en el mercado formal”.
SALUD: ¿CAMBIO DRAMÁTICO?
El pasado 14 de noviembre el presidente Calderón defendía lo que ha llamado el sexenio de la salud:
«Podrán hacerse muchas críticas, algunas con razón, del trabajo que hemos hecho en esta administración, pero, también, cambiaron para bien muchas cosas en México. Y algo que cambió dramáticamente para bien en nuestro querido México fue la salud, fueron los servicios de salud; qué bueno que así sea, porque para mí, como reza la filosofía popular en muchas familias mexicanas, la salud es primero».
Gustavo Leal Fernández, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, opina lo contrario. Sostiene que los gobiernos panistas tanto de Fox como de Calderón son una “docena trágica”: “Doce años estrictamente tirados a la basura en materia de las mejoras de las condiciones de salud y de las condiciones de seguridad social de la población”.
Destaca la continuidad que en materia de salud ha habido desde el año 2000, el hecho de que no se diseñó una política alternativa y se tomaran los diagnósticos priistas que había en los últimos años de gobierno de Ernesto Zedillo. Asevera que el sexenio de Calderón es “como el cáncer o la etapa terminal” de los 12 años de gobiernos panistas.
“Estrictamente hablando, Calderón, por la enorme presión de legitimidad que ganó con el resultado electoral de 2006 no hizo nada más de lo que ya se estaba diseñado en política de salud y seguridad social en el foxismo. Sólo extendió (las políticas que ya existían) para tratar así, con desesperación, de ganar alguna legitimidad”, asegura.
Para Leal Fernández, los resultados positivos en materia de salud son prácticamente nulos. “Da vergüenza el estado en que se encuentran los servicios del IMSS, del ISSSTE y de la Secretaría de Salud”, critica. “Vamos a regresar con Peña Nieto al año 2000 para empezar nuevamente a ver qué es lo que hay que hacer ahora con la salud y la seguridad social”, añade.
Considera que existe relación entre la guerra que emprendió Calderón en contra del crimen organizado y los pésimos resultados en materia de salud, sector que no recibió la atención ni los recursos que realmente requería.
“El sector salud, en una frase, lo que requería eran políticas priorizadas para prevenir bien las enfermedades y atender bien a los pacientes cuando la enfermedad se había apoderado de ellos. Calderón lo que entregó fue un número bárbaro de muertos, desaparecidos y familias destruidas por su fatal guerra”, indica.
El académico se muestra poco optimista de lo que vendrá con el nuevo gobierno de Peña Nieto en materia de salud. Advierte sobre el riesgo de que sea Santiago Levy, subsecretario de Egresos con Zedillo y director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con Fox, quien esté dictando la política en materia de salud al nuevo Presidente.
“Mi expectativa no es muy optimista. Lamentablemente el equipo que entra con Peña Nieto presentó durante toda la campaña el diagnóstico de este modelo de seguridad social universal que es de la autoría del propio Levy. Es increíble que el mismo que hundió la seguridad social del IMSS aparezca ahora como el que pretende rescatarlo”, exclama.
Anticipa una fractura en el gabinete de Peña Nieto, entre un área “tecnocrática brutal” encabezada por Luis Videgaray y un grupo de políticos de raigambre en torno a Osorio Chong. “Lo que nos anuncia es que se va a tratar de un equipo incoherente donde van a chocar inmediatamente las políticas tecnocráticas hacendarias con una supuesta oferta de mejora de los servicios de salud y seguridad social”, apunta.
Hace notar además que la expectativa respecto al papel que pueda tener el nuevo Presidente no es muy grande: “Hay la sensación de que estamos ante un político mediocre, mediático, un muñeco telegénico, rodeado de un equipo de tecnócratas ambiciosos y de un equipo de políticos muy avezados en lo que podrían ser los refilones de ciertas políticas autoritarias”.
Para Leal Fernández, el desafío en materia de salud en los años que vienen es extraordinario y significa una verdadera bomba de tiempo. Alerta sobre el aumento de pacientes con enfermedades crónico-degenerativas (cáncer, diabetes, hipertensión) y sobre la tardanza de los gobiernos panistas en enfrentar asuntos como la obesidad, el tabaquismo y el alcoholismo, así como el prepararse para desafíos como el de una población cada vez más longeva.
De acuerdo con datos oficiales, el número de muertes provocadas por diabetes pasó de 64 mil en 2006 a 82 mil en 2012, mientras que los decesos por males cardiacos aumentaron 66 por ciento en ese mismo periodo. La cifra de fumadores ha aumentado desde 2006 en 2.3 millones para ubicarse en 17.3 millones. Además, México ocupaba hasta principios de este año el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo en obesidad en personas adultas.
EDUCACIÓN: MAGROS RESULTADOS
El proyecto educativo de Calderón fue un “proyecto fallido”. Así lo califica el Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE), una asociación civil fundada en 1998. “Ni por las características del documento programático de este sexenio ni por las formas y rasgos de quienes han encabezado la Secretaría de Educación Pública (SEP), se puede afirmar que la educación haya sido una prioridad en esta gestión; tampoco hubo un proyecto educativo definido y claro”, asegura.
En el documento Las cuentas de la administración Calderón en materia educativa el OCE señala que: “La presente administración no se ha distinguido por su impulso a la educación. Sus frutos han sido magros y la mayor parte de los cambios positivos se relacionan con una sociedad más participativa y exigente. El retroceso más serio fue el pacto que el gobierno celebró con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el cual permitió que esta organización se afianzara en un mayor número de espacios en la administración del sistema educativo federal y en las entidades federativas. Hubo desinterés gubernamental por las modalidades de la educación no formal e indígena, así como hacia las campañas de alfabetización y en general a la atención educativa de los grupos vulnerables”.
Se agrega en el texto: “Una valoración inicial de los objetivos y metas del sexenio arroja saldos deficitarios. La mayoría de los logros publicitados por el gobierno tienen que ver con metas cuantitativas como el 30 por ciento de cobertura en educación superior o el alto porcentaje de becas otorgadas en todos los niveles, pero se omite un balance de los procesos necesarios para alcanzar un mejor nivel de desarrollo educativo”.
Sin embargo, incluso en los aspectos cuantitativos, las metas no se cumplieron del todo. Una era entregar en 2012, 400 mil becas en educación superior (Pronabes) y de acuerdo con el OCE apenas se entregaron 310 mil 690.
Tampoco se ha logrado la universalización de los tres años de educación preescolar, que debió cumplirse en el ciclo 2008-2009; actualmente 2.9 millones de niños en edad de cursar ese nivel no van a la escuela y apenas 46 por ciento de los niños con tres años de edad son atendidos.
En cuanto a la educación superior, el porcentaje de población de 25 años o más que completó estudios universitarios va a la baja: en 2006 era de 9.11 por ciento, mientras que en 2010 fue de sólo 7.46 por ciento, por debajo de la cifra alcanzada hace 12 años, en 2000; de 8.16 por ciento, de acuerdo con el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal).
En materia de calidad educativa resta todavía mucho por hacer. De acuerdo con el OCE, la meta era conseguir que en la prueba Enlace por lo menos el 70 por ciento de los alumnos de Secundaria obtuviera el nivel de dominio elemental en Español y 53 por ciento lo hiciera en Matemáticas; para 2010 sólo se alcanzó el 60 por ciento y 48 por ciento, respectivamente.
Para Aurora Loyo Brambila, académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, es fundamental que en el nuevo gobierno que encabezará Peña Nieto se le reste peso al SNTE, liderado por la maestra Elba Esther Gordillo, quien logró colocar a su yerno Fernando González en la subsecretaría de Educación Básica.
“Creo que tenemos el derecho a esperar que no exista ningún grupo de interés al que se constituya en actor único y preponderante en la definición de políticas, sino que se haga efectiva la apertura hacia distintos actores como sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, especialistas, etcétera”, señala la también integrante del OCE.
Comparte algunos puntos que cree deberían cubrirse en el próximo sexenio en caso de que se quiera mejorar la educación en el país. “Una revisión de lo acontecido en el terreno educativo nos indica que es importante que exista una agenda gubernamental inicial que tendría que irse afinando en los primeros meses. La persona que sea nombrada por el Presidente en la SEP debe contar con los apoyos requeridos para poder poner en marcha esta agenda. Ello implica tanto un respaldo político del Presidente, para enfrentar posibles conflictos, como también la posibilidad de integrar un equipo de trabajo propio, así como para conseguir los recursos presupuestarios suficientes”, señala.
CAMPO: ABANDONO HISTÓRICO
En el mensaje con motivo de su Sexto Informe de Gobierno, Calderón dijo que “en estos seis años, hemos destinado al campo 60 por ciento más en recursos que en el sexenio pasado”. Sin embargo, no parece haber sido suficiente para abatir los rezagos existentes. De acuerdo con el Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (FIDA), 60 por ciento de los mexicanos en pobreza extrema vive en zonas rurales.
Tampoco ayuda mucho el crecimiento de las importaciones de granos durante el sexenio, cuyo volumen pasó de 25.9 por ciento a 34.7 por ciento entre 2006 y 2012 en el caso del maíz y de 8.8 por ciento a 18.1 por ciento en el del frijol.
El campo sigue siendo el lugar en el que los trabajadores reciben más bajos salarios. El 26.3 por ciento de quienes laboran en el sector primario gana apenas un salario mínimo, porcentaje muy superior a la que muestra la industria o el sector servicios. En estos, sólo 9.14 por ciento y 13 por ciento, respectivamente, recibe ese sueldo. Aún peor, 32.8 por ciento (que equivale a más de dos millones 210 mil personas) de quienes realizan actividades en el campo no recibe ningún ingreso.
Si alguien requiere ganar más de cinco salarios mínimos, equivalentes a 311 pesos al día, nueve mil 350 pesos al mes, el campo es la peor opción para lograrlo: sólo 1.12 por ciento de quienes ahí trabajan gana esa cantidad. En la industria lo consigue el 7.56 por ciento, en tanto que en el sector servicios tiene ese sueldo el 9.58 por ciento. Lo anterior de acuerdo con la ENOE del INEGI.
Del total de la población que tiene trabajo en el país, que asciende a 48 millones 732 mil 252 personas al tercer trimestre de 2012, seis millones 737 mil 884 (el 13.8 por ciento) laboran en el sector primario.