México se encuentra con grandes retos derivados del deseo de mejorar la calidad de vida de sus habitantes a través de un desarrollo económico equilibrado que permita el mejoramiento del medio ambiente social y su conservación para el futuro. En esta tarea, las acciones educativas constituyen un importante auxiliar a través de sus programas escolares (formales) y extra-escolares (no formales e informales) tendentes a formar en los individuos, desde la más temprana edad, la conciencia de que su participación activa en esta cruzada es fundamental.

Los retos para llevar a cabo presentan varios obstáculos, uno fundamental es de tipo conceptual. Es importante reflexionar sobre el significado de lo que estamos entendiendo por sostenible o sustentable, la educación para el desarrollo sustentable promueve acciones de cuidado al medio ambiente, pero al ser un modelo integral, también caben las luchas por la equidad de género y el respeto a la diversidad sexual, el concepto de sustentabilidad ofrece los elementos teóricos para armonizar la lucha por una tecnología sensible con los derechos sociales y el bien común.

Es de importancia promover y ampliar el número de investigaciones que se realizan en el tema de la Educación para el Desarrollo Sustentable (EDS) e incluir todas las perspectivas de análisis posibles de quienes inciden en la educación de la población, asumiendo con ello un compromiso con la educación interdisciplinaria y multidisciplinaria, la EDS lo amerita.

La incorporación de la categoría de género en la sustentabilidad no es algo acabado y los resultados alcanzados en la construcción de un marco conceptual que articule el género, la sustentabilidad y el medio ambiente son muy interesantes, además cada vez hay más interconexión con otros campos disciplinarios, tal es el caso de la ecopedagogía que tiene impacto actualmente en la educación.

Si bien es de reconocerse el esfuerzo de muchas feministas por años de trabajo con especialistas y personas interesadas en la materia, en los que se han dado aportaciones importantes en temas específicos como cambio climático, desertificación, biodiversidad y recursos hídricos, aún hace falta usar al género como una categoría analítica que permita ampliar su uso no solamente al estudio de las mujeres y lo que se relaciona a ellas, sino también que nos permita comprender e integrar en acciones la articulación que tiene con la inequidad, la discriminación y el racismo y el respeto a la diversidad cultural y sexual.

Uno de los retos más inmediatos e importantes es el diseño de programas educativos que traigan consigo el desarrollo de contenidos en materia de género y sustentabilidad, un modelo humanista en la educación podría incidir en mejores cuidados hacia el planeta y mayores valores sociales que incidan en reducir la desigualdad y fomentar la inclusión y la justicia social.

Las acciones a favor del medio ambiente y la sustentabilidad deben ir acompañadas de acciones educativas y de comunicación, esto permitirá un mayor alcance de las propuestas, pero, también implicaría un mayor consenso entre ellas, y en ocasiones pueden ser discutidas por sectores especializados de la población. Todas las acciones que se emprendan en este sentido deben articularse con experiencias locales, con la democracia y con procesos de reapropiación de la naturaleza, la vida y la producción.

Edgar Iván Zazueta

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Doctor en Ciencias con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red CONACYT "Género, Sociedad y Medio Ambiente" (GESMA). Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @edgarivanzaz / @institutomora

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