Trump decretó la subida de impuestos ante la queja de que Beijing roba o presiona a las empresas para que entreguen su tecnología. La disputa se extendió para abordar los planes tecnológicos de China, el ciberespionaje y el desequilibrio de la balanza comercial entre las dos mayores economías del mundo.
Por Joe McDonald y Paul Wiseman
BEIJING, China, 13 de febrero (AP) — Negociadores de Estados Unidos y China se reunirán esta semana para la última ronda de negociaciones comerciales antes de que el presidente Donald Trump decida si dar un paso más en una disputa sobre tecnología subiendo los aranceles a importaciones chinas por valor de 200 mil millones de dólares a partir del 2 de marzo.
Los dos días de conversaciones que arrancan el jueves dejan poco tiempo para zanjar la guerra provocada por las ambiciones tecnológicas de Beijing, que amenazan con lastrar el crecimiento económico global, según empresarios y economistas. Creen que el objetivo de China es hacer avances suficientes para convencer a Trump de que extienda el plazo.
Hay pocos indicios de progresos en el tema más espinoso: la demanda de Washington de que Beijing reduzca sus planes para la creación de empresas estatales líderes en robótica y otros campos tecnológicos. Los socios comerciales de China dicen que esto viola sus obligaciones de apertura de mercado y algunos en Estados Unidos temen que pueda erosionar el liderazgo industrial del país.
Esta semana, Beijing quiere «ver que la amenaza de la imposición de aranceles adicionales se elimina durante el mayor tiempo posible”, con condiciones asociadas mínimas, apuntó Louis Kuijs, de Oxford Economics.
El acuerdo alcanzado entre Trump y el presidente de China, Xi Jinping, el pasado diciembre para demorar la imposición de los nuevos impuestos mientras las dos partes negociaban expira el 1 de marzo. Al día siguiente, la subida arancelaria del 10 por ciento impuesta en julio sobre importaciones chinas valoradas en 200 mil millones de dólares aumentaría al 25 por ciento.
Las empresas de ambas partes han sufrido las consecuencias de los aranceles estadounidenses y de los impuestos en respuesta por Beijing.
Trump decretó la subida de impuestos ante la queja de que Beijing roba o presiona a las empresas para que entreguen su tecnología. La disputa se extendió para abordar los planes tecnológicos de China, el ciberespionaje y el desequilibrio de la balanza comercial entre las dos mayores economías del mundo.
Beijing se ha ofrecido a reducir el multimillonario déficit comercial con Estados Unidos, pero se negó a realizar cambios importantes en sus planes de desarrollo, considerados un camino para la prosperidad y una mayor influencia global.
La delegación estadounidense en las conversaciones estará liderada por el Representante Comercial, Robert Lighthizer, quien manifestó que su prioridad es la política industrial china, no el desequilibrio de la balanza comercial. En el equipo está también el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
El lado chino está comandado por el viceprimer ministro, Liu He, el principal asesor económico de Xi. Esta será su segunda reunión con Lighthizer tras la del mes pasado en Washington.
Grupos empresariales y economistas apuntan que la participación de los altos funcionarios en las conversaciones sugiere que estas podrían arrojar avances suficientes para requerir decisiones políticas de alto nivel.