Un grupo de investigadores encontraron el esqueleto de una ‘Australopithecus afarensis’ el cual tenía la habilidad de trepar árboles, con este hallazgo supieron el porqué a través del estudio de su fisonomía.
Ciudad de México, 5 de julio (RT/SinEmbargo).- Hace más de tres millones de años, el ‘Australopithecus afarensis’ andaba ya erguido, un hito que convierte a este antiguo antecesor de los humanos en un eslabón clave en la historia de nuestra evolución. Pero un nuevo estudio de los fósiles de una niña de esta especie sugiere estos antepasados nuestros también trepaban por los árboles.
El análisis, publicado en Science Advances este miércoles, se centra en el pie de una niña homínida, conocida como Selam o ‘niña de Dikika’, que murió hace 3,3 millones de años antes de cumplir los cuatro años. Sus restos, descubiertos en el noreste de Etiopía en 2006, constituyen el esqueleto mejor conservado de esta especie jamás hallado.
Un grupo de investigadores estadounidenses destacó que la articulación del dedo gordo del pie de Selam es más curvada que en los restos de adultos de esa especie hallados anteriormente no lejos del lugar de descanso final de la niña.
El análisis del pie de «Selam», la niña australopiteco más antigua del mundo, muestra cómo se movía https://t.co/9gabhnTTLI pic.twitter.com/EqhP1b5IWX
— Terrae Antiqvae (@TerraeAntiqvae) 5 de julio de 2018
Esto significa que la niña tenía una mayor libertad de movimiento lateral de los pulgares del pie, un rasgo muy útil a la hora de sujetarse.
Al considerar la curvatura de los dedos del pie y la peculiar estructura de los brazos en especímenes adultos, los investigadores concluyeron que el ‘A. afarensis’ andaba sobre dos pies durante el día pero se subía a los árboles al ponerse el sol para dormir a salvo de los depredadores.
Es posible que los homínidos jóvenes pasaran más tiempo en los árboles que los adultos para evitar a los depredadores, o quizá la forma de los pies les permitía agarrarse más fácilmente a sus madres, haciendo que fuera más cómodo transportarlos.
Más estudios podrían proporcionar nuevas respuestas acerca de los hábitos del ‘A. afarensis’. Por ejemplo, el escaneo de los huesos de Selam mostrará cómo sus pies distribuían el peso de la niña. Pero la escasez de fósiles de esta especie supone que algunas preguntas quedarán sin responder, ya que para poder realizar un meticuloso análisis del desarrollo de este homínido haría falta estudiar ejemplares de distintas edades: de dos a cuatro años, de seis y más.
«Estamos hablando de un registro de fósiles que nunca existirá o que solo existirá dentro de cientos de años. Sería una enorme sorpresa encontrar algo así en mi vida», comentó Jeremy DeSilva, paleontólogo de la Universidad de Dartmouth, citado por National Geographic.