Las muertes maternas son consideradas un problema de salud pública, y la preeclampsia en la principal causa de éstas, así como de enfermedades en recién nacidos. Magazine conversó con una especialista en el tema que despejará las dudas básicas: ¿qué es?, ¿cuáles son los síntomas?, ¿se puede curar?
Ciudad de México, 4 de septiembre (SinEmbargo).– En México mueren más de 800 mujeres embarazadas cada año, y la principal causa, así como de enfermedades en la mujer y el feto, es la preeclampsia.
«La preeclampsia es la causa número uno de enfermedades tanto de la madre como del bebé en el útero y también es la causa número uno de muerte, por problemas de presión elevada durante el embarazo», dijo la doctora Rosario García Mandujano, especialista en el tema, a SinEmbargo.
«Es un nombre que se da a una enfermedad que está acompañada de la presencia de proteínas en la orina de la mamá, es la forma en como consideramos que hay presencia de preeclampsia. Lo importante es cuáles son las consecuencias que esto puede tener y puede estar acompañada de múltiples alteraciones o síntomas, pero también puede ser una enfermedad que se presente sin síntoma alguno», continúa la experta en Ginecología y Obstetricia.
Y aunque datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que durante las últimas décadas la salud de las mujeres mexicanas en etapa gestacional ha mejorado considerablemente, y las muertes maternas han disminuido, pasando de 88.7 muertes maternas por cada 100 mil nacidos en 1990, a 43 en 2011, la tasa de mortalidad materna tardía – es decir, la muerte de una mujer por causas obstétricas directas o indirectas después de los 42 días siguientes a la terminación del embarazo– se ha incrementado en los últimos años, de 0.07 casos por cada mil mujeres en 2002, a 0.48 en 2013.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el 16 por ciento de las muertes maternas a nivel mundial se generan a partir de la hipertensión durante el embarazo, mientras que en México el porcentaje promedio de las mujeres que padecen preeclampsia es entre el 10 y 14 por ciento.
CONSECUENCIAS
García Mandujano explica que las consecuencias de esta enfermedad se pueden dividir en dos: las que puede tener la madre y las del feto o recién nacido.
En en el caso de la madre las más leves son los síntomas, es decir, dolor de cabeza, zumbido de oídos, visión borrosa, dolor abdominal. Hasta consecuencias más graves como desprendimiento de la placenta o complicaciones como el síndrome de Hellp, «en donde hay una alteración de la función del hígado que se ve reflejado en una complicación grave para la paciente que pone en riesgo su vida», menciona.
Puede haber también una alteración permanente, por ejemplo, un evento vascular cerebral, ceguera y hasta la muerte misma.
En el caso del recién nacido o el feto cuando el bebé todavía está en el útero pueden ser alteraciones como restricción en el crecimiento intrauterino, «esto es si el bebé por ejemplo tenía la capacidad de nacer pesando 3 kilos 800 gramos (un peso muy adecuado) para 40 semanas de gestación, este bebé podrá nacer con dos kilos, o a veces hasta un kilo 800 si tuviésemos un bebé prematuro, porque la preeclampsia no tiene curación», continúa.
«No hay forma alguna de curarla, la única forma es terminando el embarazo. Si a la madre le da preeclampsia muy temprano en el embarazo, en la semana 28 o 29, probablemente sólo tengamos una semana más para mantener ese embarazo viable y a final de cuentas tendríamos un parto pretérmino que por supuesto pone en riesgo la vida del bebé, con otras complicaciones como el retraso mental, discapacidades motoras, neurológicas, intelectuales, etc».
Otras complicaciones que puede tener el bebé, aparte de los debidos a la prematurez, si la preeclampsia se presenta muy temprano en el embarazo hay cambios en la conformación del feto, por ejemplo, en su desarrollo cerebral, pulmonar, hepático, es decir, si ese bebé tenía una capacidad respiratorio perfecta puede ser que desarrolle alteraciones importantes cuando esté en las primeras etapas de su vida extrauterina o incluso en la vida adulta desarrolle otros problemas respiratorios o neurológicos.
Sin embargo, como la doctora lo menciona, la preeclampsia también puede ser asintomática, y en ese caso, ¿cómo se detecta?
«La única forma es a través de una valoración adecuada por el médico ginecoobstetra en primera instancia. Él tendrá que hacer una valoración mensual, como debe hacerse por Norma Oficial Mexicana, que se tome el peso, la talla, se le hagan preguntas generales sobre su estado, pero también tendrá que hacer una revisión de la presión arterial en cada visita y una valoración de la orina para saber si hay presencia de proteínas o no», dice.
La preeclampsia puede definirse desde el primer trimestre del embarazo, pero el modelo utilizado actualmente en México y la mayoría de los países en vías de desarrollo data de 1929, por lo que la especialista propone cambiarlo por un programa llamado Pirámide Invertida de Atención Prenatal, diseñada en el año 2011, que propone hacer un tamizaje en el primer trimestre de embarazo, «es decir, podremos saber desde que el bebé tiene entre 11 y 14 semanas de gestación, cuando mide entre 45 y 84 milímetros. Podemos saber si hay un riesgo elevado para desarrollar preeclampsia y entonces empezamos a hacer un tratamiento que permita cambiar la historia natural de la enfermedad en la mayoría de los casos y evitar todas las complicaciones que pueden presentarse», señala.
PREVENCIÓN
Aunque actualmente no existen datos que indiquen un perfil exacto de las mujeres más propensas a la preeclampsia, la Dra. Rosario García dice en entrevista que sí hay factores que dan un mayor o menor riesgo, por ejemplo, si la mujer pesa más de 70 kilos, pues por cada 10 kilos más de este peso, el riesgo va en aumento, pero esto no pone fuera de riesgo a las mujeres delgadas.
Otro factor es que la mujer haya tenido preeclampsia en embarazos previos, o si la madre de esa paciente o una de sus hermanas la padeció. O bien, si es su primer embarazo.
También se ha encontrado que las féminas que miden menos 1.60 metros aumentan su riesgo de parto pretérmino y preeclampsia.
Por lo tanto aconseja llevar un control de peso, un régimen alimenticio adecuado y hacer ejercicio, no sólo para fortalecer los músculos sino para la oxigenación de la placenta.