El “chesco”: directo vs. el corazón y el cerebro

19/05/2015 - 12:00 am

Con la colaboración de la Dra. Marisa Macari.

 

Tenemos una profunda incapacidad como individuos, sociedad y civilización a actuar contra aquello que nos puede representar una amenaza a mediano o largo plazo. En términos civilizatorios está incapacidad está demostrada frente a la falta de acciones para mitigar el cambio climático que cada vez más será devastador. En términos sociales y personales esta incapacidad está demostrada por el deterioro de la salud que estamos sufriendo por el cambio profundo de la dieta a escala global. La magnitud de este fenómeno la podemos entender si consideramos que la principal causa de mortalidad a escala global se debe a cambios en la dieta.

Una causa central de este fenómeno está en la sustitución de las dietas tradicionales y los alimentos naturales por productos ultraprocesados con alto contenido de azúcares, grasas, sodio y un gran número de aditivos sintéticos. Un producto que por sí mismo ha jugado un papel determinante en estos cambios y en los impactos en salud, son las bebidas azucaradas. A pesar de la negación, por parte de la industria refresquera, del vínculo entre el consumo de estas bebidas con el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, la abrumadora evidencia científica ha terminado por imponerse. Sin embargo, aún no conocemos suficientemente los daños, esos daños que no son evidentes, que no ocurren de un día al otro de manera visible, esos daños que se acumulan y cuando aparecen pueden ser ya irreversibles.

Nuevos hallazgos de investigaciones clínicas vienen a confirmar los descubrimientos que venían realizándose en estudios epidemiológicos en los últimos años: el consumo de bebidas azucaradas no sólo se vincula directamente al riesgo de sobrepeso, obesidad y diabetes, también al desarrollo de enfermedades cardiovasculares con niveles de consumo que podemos considerar moderados.

Con el fin de compartir esta información para que los padres de familia y la población en general tomen medidas para reducir el consumo de estas bebidas, y para que las autoridades refuercen las políticas para desestimular su consumo, en El Poder del Consumidor nos dimos a la tarea de difundir esta información de manera accesible. Imagínese usted que le pasará a su organismo si cada día disolviera 10 cucharadas cafeteras de azúcar en medio litro de agua y se la tomara, eso es lo que contiene un refresco de 500 mililitros y es lo que consume de refresco en promedio un mexicano al día. Considerando que esta información es fundamental para el general de la población mexicana, que somos los mayores consumidores de estas bebidas y sufrimos sus mayores impactos en salud, solicitamos compartirla:

  • En abril pasado un grupo de investigadores dirigido por la Dra Kimber Stanhope de la Universidad de California, Davis, publicó un estudio que demostró que el riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares se incrementa en paralelo con el aumento en el consumo de bebidas azucaradas (BAs), es decir, entre más BAs consumas más será tu riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares. Lo más sorprendente es que esta relación fue evidente después de sólo dos semanas de comenzar a consumir estas bebidas, lo que implica que nuestros cuerpos son muy sensibles al azúcar añadido a las bebidas.
  • Cada vez hay más evidencia que relaciona las BAs con enfermedades cardiovasculares, como está demostrado en una revisión de la literatura realizada en 2013. [1]  Además, el año pasado un gran estudio prospectivo que duró 15 años y que incluyó a decenas de miles de personas—una muestra representativa a nivel nacional (EEUU)—demostró que el consumo de azúcar añadido y particularmente el consumo de bebidas azucaradas está asociada con la mortalidad por enfermedades cardiovasculares. El estudio llevado a cabo por un investigador de Harvard demostró que el consumo de siete latas de bebidas azucaradas a la semana (una lata cada día) está asociado con un alto riesgo de enfermedades cardiovasculares comparado con los que sólo consumen una lata cada semana. [2] Este estudio demostró claramente la asociación entre BAs y la mortalidad por enfermedades cardiovasculares. El problema con los estudios epidemiológicos es que quienes no quieren admitir la existencia de esta liga pueden argumentar que aunque hay una asociación, estos estudios no son prueba de causa y efecto.
  • El estudio que fue publicado hace unas semanas resuelve esta duda. El estudio de la Dra. Stanhope et al. (2015) es un estudio de intervención humano llevado a cabo en un ambiente controlado de laboratorio, y este estudio prueba la causa y efecto de la asociación entre bebidas azucaradas y enfermedades cardiovasculares. [3]
  • El objetivo del estudio fue saber si el consumo de bebidas azucaradas tenía un efecto en los factores de riesgos para enfermedades cardiovasculares entre los participantes. El estudio dividió a los participantes en 4 grupos, uno era el control de control que tomaba bebidas sin azúcar añadido y los otros grupos tomaban bebidas con azúcar añadido en 3 diferentes cantidades diarias que eran equivalentes a 10%, 17.5% y 25% de la ingesta diaria de calorías de cada participante. Es decir que las personas en el grupo 1 tomaban cada día aproximadamente 50 gramos (equivale a un refresco de 500ml), el grupo 2,88 gramos (equivale a un refresco de 500ml más una lata de 355ml) y el grupo 3, 125 gramos (dos refrescos de 600ml) cada día.  Los participantes tomaron esta cantidad de bebidas azucaradas dividida en tres partes, una parte con el desayuno, una parte con la comida y una parte con la cena.
  • Las investigadores midieron cinco indicadores reconocidos como factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, lípidos/lípidoproteinas (triglicéridos, colesterol LDL y no-HDL, apolipoproteína B y CIII) y ácido úrico. [4]  Altas concentraciones de lípidos y lípidoproteínas contribuyen a un endurecimiento de las arterias, un proceso que se llama aterosclerosis que afecta los vasos sanguíneos en el sistema cardiovascular debido a la deposición de lípidos como colesterol y triglicéridos en las arterias. Estos depósitos (placas) hacen difícil el flujo de sangre en las arterias y eventualmente estas placas pueden romperse causando coágulos, los que pueden provocar enfermedades del corazón o un derrame cerebral. [5]
  • Los tres grupos que consumieron bebidas azucaradas aumentaron sus concentraciones de triglicéridos comparado con el grupo control. Los grupos que recibieron las dos dosis más altas (17.5% y 25%),  además, aumentaron sus concentraciones de colesterol LDL y no-HDL, lipidoproteínas y ácido úrico comparado con el grupo control que no tomó bebidas con azúcar.  Por lo tanto, el estudio concluyó que después de sólo dos semanas de ingerir BAs los participantes en los tres grupos aumentaron sus factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares y el aumento fue linear y dependiente de la dosis: a mayor consumo de bebidas azucaradas mayores los riesgos Está relación entre las BAs y las enfermedades cardiovasculares fue mantenida después de realizar ajustes por  la ganancia de peso, es decir, la relación era independiente de la ganancia de peso [6]. Es así que el desarrollo de este riesgo de enfermedades cardiovasculares se presenta sin la necesidad de que aumentemos de peso, basta tener el consumo de BAs señalado, un consumo muy generalizado entre la población mexicana.

 

¿Por qué los resultados de este estudio debe preocuparnos? En México, cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares que cualquier otra causa. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte y discapacidad en el mundo y causan más de 17 millones de muertes en el planeta cada año. [7] En México la causa principal de mortalidad en 2013 fueron las enfermedades del corazón, 113,240 muertes, además hay 31,997 muertes por enfermedades cerebrovasculares, por lo tanto hay 145,237 muertes por enfermedades cardiovasculares al año en México. [8]

  • Además, el consumo promedio de bebidas azucaradas en México es entre 163-174 litros per cápita al año,[9][10] , comparado con el promedio mundial de 22 litros per cápita. Esto equivale a un consumo de 460ml al día lo que es muy parecido lo que consumieron el grupo de 10% en el estudio de Stanhope que ya estaban en riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares.
  • Si consideramos que hay un 25% de la población mexicana  que no consume bebidas azucaradas, el restante consume mucho más de medio litro, además de que hay un grupo importante que consume más de un litro, equivalente a dos botellas de 600 mililitros.
  • Es urgente que se fortalezcan las medidas para reducir el consumo de bebidas entre la población mexicana y que se instrumenten otras más a las ya implementadas. Una política esencial es dar a la población accesibilidad a agua de calidad para beber con bebederos y dispensarios de agua en escuelas, espacios públicos, centros comerciales, de espectáculos y donde se congregue la población. Debe establecerse un control del precio del agua embotellada que, en muchos casos, es determinada por la industria refresquera manteniendo su precio muy a la par de las bebidas azucaradas. Debe establecerse un precio máximo que diferencie claramente el precio entre el agua y las bebidas azucaradas volviendo a la primera mucho más accesible
  • Debe incrementarse el impuesto al refresco a 20% como lo recomiendan los organismos internacionales y los expertos, a la vez que se pone a disposición pública agua de calidad para beber y se controla el precio del agua embotellada. Con un impuesto igual o mayor al 20% las reducciones al consumo serán aún mayores a las obtenidas actualmente con el impuesto del 10%.

[1] Richelsen B. Sugar-sweetened beverages and cardio-metabolic disease risks. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2013: 16:478-84.

[2] Yang et al. Added Sugar Intake and Cardiovascular Diseases Mortality Among US Adults. JAMA Intern Med. 2014: 174(516-524).

[3] Stanhope, Medici, Bremer, Lee, Lam, Nunez, Chen, Keim, Havel. A dose-response study of consuming high-fructose corn syrup-sweetened beverages on lipid/lipoprotein risk factors for cardiovascular disease in young adults. Am J Clin Nutrition. 2015. doi: 10.3945/ajcn.114.100461.

[4] Varios estudios establecen que ácido úrico es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y está asociada con muchos factores de riesgo para arterosclerosis incluyendo disfunción del endotelio pero no hay un concenso para el mecanismo por la relación.

[5] Organización Mundial de la Salud. Global Atlas on cardiovascular disease prevention and control. OMS. 2011.

[6] Stanhope, Medici, Bremer, Lee, Lam, Nunez, Chen, Keim, Havel. A dose-response study of consuming high-fructose corn syrup-sweetened beverages on lipid/lipoprotein risk factors for cardiovascular disease in young adults. Am J Clin Nutrition. 2015. doi: 10.3945/ajcn.114.100461.

[7] Organización Mundial de la Salud. Global Atlas on cardiovascular disease prevention and control. OMS. 2011.

[8]Estadísticas de Mortalidad., 2013. [Disponible en: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/Default.aspx?t=mdemo107&s=est&c=23587].

[9] Calculo por Dr. Kelly Brownell, Rudd Center for Food Policy & Obesity, Yale University, basada en data del Datamonitor 2009, Euromonitor 2009, and Andreyeva et al 2011.

[10] Centro de Estudios de la Finanzas Públicas (CEFP). Nota informativa. Medidas fiscales y extra fiscales para contrarrestar el consumo de bebidas azucaradas en México, el 27 abril de 2015. Disponible en: http://www.cefp.gob.mx/publicaciones/nota/2015/abril/notacefp0142015.pdf

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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