En 1994, el año convulso, México enfrento simultáneamente dos acontecimientos que pintaban de cuerpo entero a un país de contrastes y contradicciones: la entrada en vigor del tratado de Libre Comercio de Norteamérica y la aparición de una guerrilla zapatista, una guerrilla sui generis que recordaba de manera fuerte e inteligente que más allá de la modernización económica México era en esencia un país con enormes rezagos de pobreza e injusticia social. Dos visiones, dos maneras de entender y enfrentar la realidad aparecieron simultáneamente. Los que decían que el liberalismo económico sacaría al país de la pobreza y los que planteaban que la rebelión de los marginados moverían las estructuras del país.
¿Cómo estamos 20 años después?, ¿cuál es la herencia de este choque en lo económico y lo social? Valer la pena revisar algunos indicadores (La mayoría de los que aquí se presentan los preparó el investigador y ex rector de la Universidad de Guadalajara, Víctor Manuel González Romero).
La economía mexicana es hoy mucho más grande, 4.2 veces mayor que en 1994 y las exportaciones se multiplicaron por seis. El ingreso per capita pasó de 4,379 a 10,469, lo cual aparentemente no es un mal resultado, pero si lo vemos en términos comparativos no es tan bueno. Hace 20 años México era el país número 75 en ingreso per capita, hoy somos el 88. Eso significa que otros avanzaron mucho más rápido y que nosotros no lo hicimos con la velocidad requerida. La inversión extranjera es a penas 20 por ciento más de 1994 a 2013. Eso se explica entre otras cosas porque en los índices de competitividad éramos el país 33 y hoy somos el 55.
Los indicadores sociales son aún menos alentadores. Si bien el porcentaje de mexicanos en pobreza alimentaria bajó un poco, al pasar de 21.2 por ciento de la población a 19.7 lo cierto es 20 años después uno de cada cinco mexicanos sigue teniendo hambre. Si bien índice de desigualdad (GINI) mejoró (de 0.519 a 0.466) en términos comparativos el país retrocedió nueve lugares en el Índice de Desarrollo Humano. Otra vez, avanzamos a un paso mucho más lento que otros países. A esto hay que sumarle que en precios constantes el salario mínimo cayó 25 por ciento y el índice de homicidios por cada cien mil habitantes pasó de 18.13 a 22.47. Eso sí, el gasto público se multiplicó por cinco y la burocracia creció a sus anchas.
En síntesis, somos un país con una política social cara e inoperante, una economía que no crece lo suficiente y un sistema que sigue concentrando la riqueza. El Tratado de Libre Comercio dinamizó el mercado, pero no resolvió los problemas estructurales. La guerrilla llamó la atención sobre los pobres de este país, creció el gasto social, pero no se redujo la pobreza.
Un perla: Después de 20 años de TLC y guerrilla zapatista tenemos 4.2 millones de mexicanos más con hambre, y al hombre más rico del mundo. Salud.