La ciudad de Guadalajara es, después del Valle de México, la zona metropolitana con más homicidios en términos absolutos en la era Peña Nieto; y Jalisco, el tercer estado en este mismo renglón sólo después de Chihuahua y Sinaloa, de acuerdo con los datos publicados por Eduardo Guerrero en la revista Nexos de este mes. Hace tres años esto no era así. De hecho, Guadalajara y la Ciudad de México fueron durante casi una década, del 2000 al 2010, dos ciudades cuyo mayor atractivo era que se mantenía con niveles bajos de violencia frente a otras en franco proceso de descomposición como La Laguna o Monterrey por citar los dos casos más emblemáticos. ¿Qué pasó?
Ambas ciudades comparten un fenómeno en los últimos meses: la lucha por el control de la plaza, aunque con características y funciones muy distintas en el papel que tienen para las mafias. La Ciudad de México es el mercado interno más importante del país. Ninguno de los grupos de delincuencia organizada pretendió jamás controlar el Distrito Federal, en gran medida por lo complejo que es tener control sobre una ciudad donde radican los poderes federales, pero también porque en el esquema de cárteles “diseñado” desde las esferas gubernamentales en los 80 (la famosa Federación) la capital era intocable. Ya en el siglo XXI el Distrito Federal se convirtió en un sitio ideal para vivir para algunos capos y vimos aparecer las primeras casas de criminales en el Valle de México y posteriormente las primeras ejecuciones y ajustes de cuentas al más puro estilo narco. Hoy, la lucha a muerte es por la distribución.
En Guadalajara la descomposición tiene que ver con la aparición de un grupo altamente violento, el llamado Cártel Nueva Generación, que en su momento formó parte del cártel de los Valencia y que ante la detención de su líder decidió operar de manera directa. Este grupo primero le cantó la guerra a «Los Zetas» (fueron ellos los famosos “matazetas” que sembraron los cadáveres en Boca del Río frente a la Reunión Nacional de Procuradores, en septiembre de 2011, y los 23 de Nuevo Laredo, Tamaulipas, en mayo de 2012) y después al cártel de Pacífico o Sinaloa que ha tenido el control de Guadalajara desde los años 90. La escalada de violencia en Guadalajara, el sur de Jalisco y el noroeste de Michoacán está directamente ligada a la búsqueda de este grupo por controlar esta zona del país cuyo principales atractivo son, por supuesto, los puertos de Lázaro Cárdenas y Manzanillo y cuyos enemigos son el cártel de «El Chapo» Guzmán y «Los Caballeros Templarios».
La detención del líder del cartel Nueva Generación, Hugo Delgado Rentería, el “Tornado”, anunciada ayer, puede ser un punto de quiebre para la violencia en Jalisco y parte de Michoacán. Si bien no es un golpe tan espectacular como el del «Z-40», su importancia en términos de la violencia desplegada en los últimos meses es quizá igual o mayor. La huella del “Tornado” en el occidente de México fue brutal.