Tragedia y oportunidad

14/11/2011 - 12:01 am

A menudo, los funcionarios sufren el síndrome de la inmortalidad. Creen que hagan lo hagan, no les va a pasar nada. No sólo ellos se ven afectados por esta actitud, también le da a los empresarios quienes, cuando están arriba de sus aviones, le tiran línea a los pilotos de por donde deben ir. No sabemos si esto sucedió en el accidente que le costo la vida a 6 funcionarios y a la tripulación, entre quienes iba el secretario de Gobernación. La hipótesis del accidente es hasta ahora la más acabada. Si así fuera, es ya preocupante el que no haya suficientes y necesarias medidas de seguridad para el transporte de los funcionarios. Si lo que lo provocó fue la sugerencia de “alguien”, estaremos de nuevo ante la misma película de la cual se ha hablado hasta la saciedad.

La hipótesis del accidente es al momento la explicación más acabada de lo que pasó. Sin embargo, es evidente que hay que esperar porque más allá de que el mundo de la elucubración tenga derecho de piso, puede resultar ensordecedor e irresponsable. Lo que es un hecho es que son tantos los frentes que tiene el gobierno que si no fuera un accidente resulta harto difícil imaginar de donde pudo venir un atentado o un hecho de estas características. Las explicaciones de lo que pasó hasta ahora resultan razonables, pero mejor demos tiempo al tiempo. Lo que sí es obligatorio es que el gobierno debe transparentar toda la información derivada de la investigaciones del caso.

Después del doloroso luto de las familias de los fallecidos debe venir el momento de las decisiones. Calderón de nuevo esta en la obligación de nombrar un secretario de Gobernación; va por el quinto en cinco años. Quien encabece los rumbos de Bucareli tiene que dirigir el tránsito de la obsesiva elección presidencial, entre otros asuntos de primer orden. Lo paradójico dentro de la tragedia es que el Presidente se le ha aparecido una oportunidad inesperada.

Resulta que puede designar un secretario de Gobernación que tenga un consenso entre los actores políticos y que le de paralelamente legitimidad al proceso electoral, lo que permitiría la certeza de que el gobierno no va a meter las manos en las elecciones. Es una oportunidad en la tragedia que permite sanear la relación del gobierno con la oposición, e incluso con sectores sociales y empresariales.

El desgaste natural que se haya dado en los últimos años en Gobernación pudiera entrar a otra etapa. Para ello se requiere que el Presidente tome la decisión, pero también se requiere que la oposición tenga una actitud diferente. Si el tema se pone en la mesa todos deberían asumir y reconocer, sin escatimar, la importancia que tiene que en Gobernación haya un interlocutor válido para lo que viene.

El problema es que no se ve que estén en esta línea unos y otros. Unos porque quieren amarrar la elección para conservar Los Pinos, y otros porque no le van a permitir a Calderón una sola “estrellita”. Dicho de otra manera, llegue quien llegue todo va a seguir más o menos igual y en una de esas hasta se le va a extrañar a Francisco Blake por cómo estaba  haciendo el “trutru”, propio de las funciones de Gobernación, con bajo perfil y sin pelearse en cada esquina como otros de su colegas. Lo que es un hecho es que si el factor suerte tiene que ver con la política, a Calderón le vendría bien ir con un Chaman.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
en Sinembargo al Aire

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