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María Rivera

30/06/2021 - 12:02 am

Lo obsceno

La exhibición, inolvidable e ignominiosa, es también desoladora porque no deja lugar a dudas de que los intelectuales de este gobierno, como en el pasado, carecen de escrúpulos morales.

Hugo López-Gatell. Foto: Cuartoscuro.

Como seguramente usted ya sabe, querido lector, este domingo se transmitió, en el  Canal 22, la entrevista que los moneros del “Chamuco TV” le hicieron al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. El programa fue grabado la mañana del viernes, sin la presencia de uno de sus conductores, el monero Helguera. Ese mismo día, de manera inesperada y fatal, Helguera falleció de un infarto. Una verdadera pérdida para la cultura y la izquierda mexicana que encontró en su talentosa caricatura política, una crítica lúcida y mordaz, un auténtico espacio de resistencia, hasta que López Obrador llegó al poder. Su trágica muerte conmocionó a muchos, entre ellos, los miembros del gobierno. Para nadie es un secreto que los moneros de la Jornada son muy cercanos al proyecto del presidente, tienen un lugar privilegiado en el movimiento que lo llevó a la presidencia. Su cercanía es, por decir lo menos, orgánica. Lo visitan en Palacio, se fotografían a su lado, apoyan sus decisiones, forman parte de esos diez intelectuales fieles que el presidente puede contar con los dedos de las manos, según su propio dicho. Uno de ellos, Rafael Barajas “El Fisgón” es, además, encargado de la escuela de cuadros de Morena.

Si hay algún lugar desde donde se defienda al gobierno de López Obrador cotidianamente, es desde las páginas de la Jornada, o desde los programas que se han creado en la televisión pública para defender la narrativa oficial, auténticas trincheras propagandísticas, pagadas con recursos públicos, donde cotidianamente se ataca a los adversarios en turno del presidente, ya sean políticos opositores, medios, instituciones, o intelectuales y periodistas que no concuerdan con la narrativa oficial.  No sorprende, pues, que haya ocurrido lo que ocurrió con la entrevista al subsecretario López Gatell: estaba en casa, entre los suyos, hablando el mismo lenguaje.

Un día antes de la transmisión del programa, las redes sociales ardían en insultos y descalificaciones, entre los dos bandos en que parece estar dividido este país. La serie de insultos que intercambiaron en twitter, a propósito de la muerte de Helguera, personajes públicos y periodistas, junto con trolls y bots de uno y otro lado, evidenció, más allá de la coyuntura, lo profundo y lodoso de las desavenencias políticas; una real escisión, irreconciliable, que cada día se ahonda más. En buena medida, es producto de la narrativa beligerante, maniquea y profundamente irresponsable, que el presidente se ha encargado de promover desde que llegó al poder y que después de tres años, parece haber echado raíces profundas en quienes son incapaces ya de distinguir la propaganda gubernamental, de la realidad; y entre quienes han usado esta narrativa para erigirse en críticos de la injusticia y el abuso, aún habiendo sido cómplices de latrocinios y solapadores de los abusos en sexenios anteriores.

La deformación facciosa de la función presidencial ha posibilitado que versiones deformadas, mentirosas y hasta descabelladas, esparcidas por el gobierno o sus intelectuales orgánicos, sean compartidas por miles de personas o peor aún que puedan ser promovidas en la televisión pública, libre e impunemente.

Esto fue, justamente, lo que ocurrió con la entrevista al subsecretario de Salud, en el programa “Chamuco TV”, transmitido en el Canal 22, cuando sin el menor asomo de probidad, López Gatell negó hechos que son incontrovertibles como el desabasto de medicamentos oncológicos y que comportan víctimas de la negligencia del gobierno: niños y niñas que, imperdonablemente, han perdido la vida por no haber recibido sus medicamentos. No es la primera vez que el subsecretario miente: durante toda la pandemia ha dado incontables muestras de que es capaz de mentir y tergiversar la realidad. Hay que reconocer, sin embargo, que en esta ocasión fue demasiado lejos, al negar que existiera el desbasto (que ayer el mismo presidente reconoció), afirmando tajantemente que era una mentira y al presentar al grupo de padres que lo han denunciado, como instrumentos del golpismo internacional, sugiriendo incluso que podían ser pagados.

No es fortuito que lo haya hecho en dicho programa, sin embargo, porque la teoría del “golpe blando” ha sido ampliamente promovida, desde hace tiempo, por los mismos moneros y otros morenistas.

Lo que presenciamos los televidentes, en el canal público cultural, sin embargo, no fue exclusivamente la promoción de una teoría paranoica, que ya de suyo sería irresponsable, sino una puesta en escena del poder, grotesca y obscena, ejecutada por un funcionario y propagandistas inmorales, capaces de crear una trama para ocultar deliberadamente la tragedia de niños y niñas afectados por la incompetencia del gobierno, como si no estuviesen en cadena nacional.

La exhibición, inolvidable e ignominiosa, es también desoladora porque no deja lugar a dudas de que los intelectuales de este gobierno, como en el pasado, carecen de escrúpulos morales; son capaces de admitir medio millón de muertos por un manejo negligente de la pandemia antes que criticar al gobierno, o de tratar de ocultar el sufrimiento y la muerte de niños, llamándolos “un cuento muy bien armado”, “una telenovela”, como hizo Rafael Barajas “El Fisgón” sin ruborizarse siquiera.

Tal vez haya que recordarles, no está de más, que ningún combate, ninguna gesta política, así sea la revolución, la guerra contra el narcotráfico o la cuarta transformación y su lucha contra la corrupción, es legítima si para conquistarla pierden la vida miles de personas, de niños. Ni ayer, ni hoy, ni mañana. Ninguna.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.
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