Su libro de poemas, uno más entre tantos, es conmovedor. ¿Cómo el hombre puede ahogarse en su propio odio y destruir en esa habitación blanca lo que soñaba desde el primer verso? “Tiene que haber un poco de felicidad no muy lejos / de aquí o ser invisible / casi, como si mirara un punto blanco que crece hasta / volverse mancha…”. La cadencia del lenguaje, el lado blanco que uno mira hasta pulverizarse.
Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).- León Plascencia Ñol (Jalisco, México, 1968) es ante todo poeta. Ha sacado recientemente Atenas 317 (Universidad autónoma de Zacatecas), un libro conmovedor, no sólo por las palabras y el lenguaje (razón de ser de todo libro de poesía), sino también por el grado de compromiso con la sensibilidad, sin que por ello debamos decir que el poemario es cursi.
Dice que comenzó a escribir este libro hace muchos años, por allá, en el 2007. “Es un libro con el que yo quería contar una historia, contar como una falsa novela de una relación fallida entre dos seres enfermos”, explica este también editor y artista visual. León dirige filodecaballos editores, una empresa mexicana que apuesta por literaturas periféricas.
“No es un libro biográfico, sino contar la historia de dos personalidades distintas, como chocan estas dos personalidades y en lugar de que los rescate el amor, los destruye sus propias enfermedades y sus propias pasiones”, agrega el autor.
«El diálogo se desdobla no solo entre el paciente y su enfermedad o el de la enfermedad consigo misma, también lo desarrollará con Ele, ella, la pareja afectiva del yo lírico, y con las definiciones y síntomas de la enfermedad», dice la reseña en Diario de Poesía, de Verónica G. Arredondo.
Fue director de la revista literaria Parque Nandino, de la revista de arquitectura y diseño México design y de la revista La zona y entre sus premios se encuentran el Nacional de Cuento Agustín Yáñez 2008, el Nacional de Literatura Gilberto Owen 2005 y el Álvaro Mutis (México-Colombia) 1996.
Algunos de sus libros son Enjambres (FCE, 1998); El árbol la orilla, Canadá-México, Écrit des forges. Canadá-México, 2003); Apuntes de un anatomista de ciudades (2006); Zoom (Aldus 2006; Ángeles de Hierro, República Dominicana, 2010; IVEC, 2013); Satori (Conaculta, 2009; Era 2012); Seúl es una esquina blanca (El equilibrista, 2009), Tratado sobre la infidelidad (Conaculta, 2010), Revólver rojo (Bonobos 2011), Polaroids de grullas volando bajo un cielo naranja (filodecaballlos, 2013) y El lenguaje privado (filodecaballlos, 2014).
Realizó con Rocío Cerón y Julián Herbert la antología El decir y el vértigo. Panorama de poesía Hispanoamérica 1965-1979 (filodecaballos, 2005).
6
el ruido que insiste en mi cabeza es una partitura,
desde luego,
un poco ronca, como un caballo asustado,
pero,
lo más evidente es la circunstancia de donde
proviene
ese ruido que fragmenta el pensamiento.
viene
de no saber estar en el mundo
parado
en una simple mesa de madera con barniz,
para
ahuyentar esos pocos demonios mestizos
que
tienen nombres extraños y quieren ser legión,
aunque
hablen en lenguas extranjeras yo los comprendo
de a poco,
porque la sensación de mordedura y evisceración
es como
pelear con un sable sin filo contra esa suciedad blanca,
que agota
sólo de nombrarla, aunque sea en susurros.
La cadencia de estos versos fatales va contando la historia de Atenas 317, un sitio para las relaciones fallidas y también para el mal de lucharse el uno contra el otro.
“Es un libro sobre sentimientos es un libro muy doloroso, donde los personajes son ganados por la destrucción de ambos y también de sí mismos”, declara León.
En el primer poema que inicia “Tiene que haber un poco de felicidad no muy lejos / de aquí o ser invisible / casi, como si mirara un punto blanco que crece hasta / volverse mancha…”, los personajes expresan sus deseos, pero les va ganando el odio que se expresa en el libro.
“Creo que los sentimientos están muy presentes en este libro, en libros anteriores hay algunos poemas, pero en otros están muy velados”, dice el autor, admirador de poetas como el peruano Mario Montalbetti (1953), de Anne Carson (1950): “De hecho, Atenas 317 parte de un libro maravilloso de Carson que se llama La belleza del marido”, con el que la poeta recibió el Premio T. S. Eliot, dice Plascencia.
“Me gustan poetas estadounidenses como John Ashbery (1927-2017), Jack Spicer (1925), Robert Hass (1941), hay como vuelos a distintas direcciones. Me encanta la poesía mexicana escrita por mujeres, como Sara Uribe (1978), Maricela Guerrero (1977), Xitlalitl Rodríguez Mendoza (1982). La poesía escrita con más libertad en nuestro país es la escrita por mujeres”, agrega.
–¿Qué posibilidades tiene la poesía de acercarse a la realidad mexicana?
–Creo que la poesía hace una buena lectura de lo que está sucediendo en México, pero también hay cierta retórica dentro del mundo de la poesía que la realidad trata de volverla como panfletaria. Hay cierta poesía mexicana que ha construido esa realidad a partir de una visión ególatra de sí mismos. Una poesía mexicana panfletaria. Esa poesía no me interesa, me interesa la poesía de pequeñas cosas que de alguna manera construyen el rostro de lo que está pasando en el país.
–Tu libro es fascinante porque habla de las pequeñas cosas, una poesía para leer siempre
–Ojalá. Ojalá suceda esto con este libro y con otros libros que están tratando de escribir desde las pequeñas cosas y no desde los grandes gestos. Me aburren muchísimo los grandes gestos en la poesía. Hay poetas importantes en México, pero el tema con la poesía es que ni siquiera la leen los que escriben poemas. Es tan grande el ego que se van hacia otras cosas o leen lo que ellos mismos producen.