En poco más de tres décadas aparecieron los tres libros de cuentos que conforman la bibliografía de Inés Arredondo (1928-1989): La señal, Río subterráneo y Los espejos, sin embargo, es una de las escritoras mexicanas más reconocidas en el ámbito literario, no tanto entre los lectores, asegura el escritor Geney Beltrán, quien se encargó del prólogo y la selección de los relatos que conforman la antología Estío y otros cuentos (Océano, 2017).
Ciudad de México, 29 de abril (SinEmbargo).- «Creo que Inés Arredondo sigue siendo una autora conocida básicamente en el mundo de los escritores, los académicos, los periodistas culturales, en la esfera letrada y ella tiene características que facilitarían una mayor proyección para su obra”, asegura Geney Beltrán, un estudioso de la autora y encargado de un volumen de 16 relatos recopilatorios, destinados a la lectura popular.
De eso se trata, de hacer que Inés Arredondo, una cuentista sin par, llegue al gran público y salga del espacio de las letras, sobre todo porque “sus personajes son comunes y corrientes y habla de todas las relaciones de pareja, ese mundo íntimo que se transforma por alguna circunstancia”, dice Geney.
–¿Quién es Inés Arredondo?
–Inés Arredondo es una cuentista mexicana vinculada a la generación de la Casa del Lago, se da a conocer en 1965 con su primer libro de relatos La señal. Y posteriormente publica otros dos libros de cuentos, Río subterráneo y Los espejos. Se dieron a conocer algunos ensayos, que fueron recopilados en un volumen, pero lo central de su obra son los libros de cuentos. Es una autora que mantiene una fidelidad absoluta a un género tan difícil, tan exigente y mantiene una autocrítica constante que la llevó a una producción escueta.
–Nuestros antepasados femeninos escribieron muchos otros géneros, otras variantes a los que se ve normalmente…
–El auge de la novela ha provocado una visión sesgada de la estructura literaria, pensando que un escritor adquiere la mayoría de edad cuando publica una novela. En el caso de Inés Arredondo, nunca se interesó en la novela, se mantuvo en el carril del cuento y sí es una autora que mantiene una buena recepción crítica. García Ponce reseñó beneficiosamente La señal y lo importante con ella es que abre una ventana hacia temas que en la literatura tenía un peso menor, porque frente a la presión que viene de la década del 20 que el escritor debe enfrentarse a los grandes temas políticos, Arredondo y La Casa del Lagos se alejan. Inés Arredondo se concentra en el espacio íntimo de los personajes. La mayoría de sus personajes son mujeres, su geografía va de Culiacán hacia la Ciudad de México y en Culiacán elige El Dorado, una ex hacienda azucarera que su abuelo administraba. Arredondo se dedicó a la enseñanza de Letras en la UNAM. Ella y Elena Garro son las autoras que se dedican a estas temáticas, muy valientes además, con un énfasis crítico.
–¿Sobre qué estrictamente ponía la mirada?
–En la inestabilidad emocional que se produce cuando se produce la ruptura de lazos afectivos. Es una autora muy autocrítica y tiene ese carácter de autora de una obra escueta, como Josefina Vicens o Nellie Campobello. En el caso de Arredondo hay una concesión estilística que es la búsqueda de la palabra precisa, la palabra esencial, en eso también funciona el manejo del cuento como un espacio delimitado donde se concentra un momento dramático del personaje, un quiebre, una perturbación, una ruptura, que los deja en una condición anímica muy diferente a lo sustancial. Uno de los conflictos de los personajes es que la apacibilidad que uno cree persiste en la vida doméstica se rompe. Y esa situación pone al personaje generalmente femenino a la deriva.
–¿Por qué te interesaste tanto con Inés Arredondo y no escribiste una biografía?
–Existe un libro importante de Claudia Albarrán sobre la vida de Inés Arredondo, en este caso me interesaba una suerte de reto. Ella tuvo una recepción crítica buena y después de su muerte, aunque existan muchas ediciones no ha terminado de salir para ser una autora para los lectores comunes y corrientes. Siempre se la vincula a la generación de la Casa del Lago, con sustento histórico, pero no se señalan las diferencias que tiene. García Ponce y Elizondo son autores muy expansivos, muy prolíficos, no dejan género sin tocar, mientras que ella es básicamente es cuentista. Por otro lado, si Elizondo o si García Ponce son escritores para escritores, Inés Arredondo tiene características que podrían convertirla en una autora más popular. Todos pueden conocer El llano en llamas, de Juan Rulfo o Batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, en el mundo escolar, pero también los cuentos de Inés Arredondo. No hablan de un mundo libresco, sino que construye historias de personajes comunes y corrientes en encrucijadas que creo yo podrían ser universales.
–Tú siempre buscando una mirada de justicia para las escritoras de nuestro pasado…
–Arredondo no se veía como feminista y no tuvo problemas para editar, pero hay cuestiones que no son fatales como poner a algunas lecturas en el bachillerato y no a otras. Creo que aunque sea inconsciente puede haber un sesgo de que sus historias hablan de asuntos menores. Que puede ser más relevante hablar de campesinos, de la Revolución Mexicana, etc. Yo apostaría y por eso me interesó plantear un proyecto de antología que si se acerca la obra de Inés Arredondo se va a plantear un efecto muy positivo para el mayor conocimiento de su trabajo.
–También pasa que las mujeres escritoras en la literatura mexicana son mucho más de lo que creemos…
–Sí, a mí me ha pasado eso. Me he planteado un proyecto de búsqueda de cuentos mexicanos del siglo XX, creo que sí predominó la historia de la literatura nacional donde prevalecían ciertas figuras gigantescas: Rulfo, Paz y Fuentes y luego con una segunda fila de autores buenos, aplaudidos, que no se han internacionalizado. Está el caso de Elena Garro, que Recuerdos del porvenir no haya sido traducida a 20 idiomas. No se trata de animar las cosas con espíritu iconoclasta, pero sí marcar que también está esta obra, esta escritora. Francisco Tario, otro autor deslumbrante, podría estar en las escuelas, con el tiempo se va a ir dando que estos escritores ingresen a la fila de los venerados.
–También está el hecho del cine…
–Sí, creo que las historias de Inés Arredondo son ideales para el cine, para los guiones radiofónicos, pues no es sólo el México de 1950 del que sólo habla ella, es decir, creo que hay una profundidad en sus personajes que pueden provocar esa vinculación emocional con lectores mayores que adolescentes.