Mantenidos en contra de su voluntad en espacios reducidos, prácticamente hacinados, sin ningún tipo de estímulo mental, sin la posibilidad de expresar sus más básicos comportamientos naturales. Esta es la historia de resistencia y desesperación de los miles de millones de animales de granja. Ante la pandemia por el COVID-19, los seres humanos estamos experimentando el tedio, el miedo y la frustración en un nivel mucho menor que el que hacemos pasar a los animales que son criados como alimento.
Las 3 cosas que la cuarentena nos está enseñando a valorar y que nos ayudan a enteder el abuso que ejercemos sobre los animales de granja:
1. La libertad para movernos libremente. Queremos ir a ver a nuestros padres en otra ciudad, o simplemente nos gustaría ir este fin de semana a la playa si somos lo suficientemente afortunados como para vivir en una ciudad con una costa. Se han cancelado conciertos. Se han cerrado fronteras. No podemos ir al gimnasio porque están cerrados. No todos estamos en esa situación privilegiada para darnos el lujo para trabajar desde casa, sin embargo, todos hemos resentido que nuestra libertad para movernos libremente se ha limitado bastante. ¿Te imaginas lo que sería vivir sin poder siquiera dar la vuelta por que tu jaula es del tamaño de tu cuerpo para evitar que te muevas? Esa es la realidad de las cerdas que viven en jaulas de gestación, un confinamiento diseñado para que no aplasten a sus crías y se mantenga la productividad. Esto tiene como resultado lesiones en sus patas, en la vértebra lumbar y en su espalda, además de un estrés psicológico terrible de permanecer inmóvil, en un lugar oscuro sin noción del tiempo
2. La conexión con los demás. Como regla, somos considerablemente inferiores cuando nos separan y aíslan socialmente. Los seres humanos somos seres altamente sociales, es por ello que el peor castigo que puede haber para una persona es el aislamiento. Las personas con menos conexiones interpersonales presentan problemas para dormir, niveles altos de hormonas que están relacionadas con el estrés y alteraciones en su sistema inmune. En el caso de otras especies como las gallinas, las vacas y los cerdos no es algo tan distinto, la conexión con miembros de la misma especie está en el centro del bienestar. Las prácticas estandarizadas para la producción masiva de animales de consumo transgreden y pasan por alto los vínculos que, por ejemplo, desarrolla una vaca con su becerro recién nacido. Las vacas son animales que actúan en grupos y forman lazos sociales entre sus individuos, es por ello que confinar de manera individual a cada ternero es causante de estrés y miseria. Las vacas lecheras que están en confinamiento y amarradas, pueden ver disminuidas sus posibilidades de interactuar con las otras vacas, mostrando alteraciones en su conducta social.
3. La salud mental. Es muy soberbio pensar que los únicos que tenemos una vida mental compleja somos los seres humanos. Estos días de cuarentena nos han mostrado la fragilidad de la salud mental humana, de cómo nuestro medio ambiente, el exceso de información negativa, de la falta de ejercicio, de entretenimiento, de convivencia social está haciendo estragos en muchas personas. Numerosos estudios sobre bienestar animal han demostrado que las vacas de producción lechera pueden reconocer a los trabajadores que las maltratan. Los animales también tiene representaciones mentales, las cuales son indispensables para que funcionen en su vida diaria, esto les ayuda a poder interactuar con su entorno y a almacenar memorias para poder lidiar con la toma de decisiones para su bienestar. Las gallinas por ejemplo, reflexionan sobre su propia existencia y su rol en una vida social conformada en un grupo donde se manejan en jerarquías sociales. En sus cortas vidas en los sistemas de confinamiento intensivo no ven la luz natural, tampoco pueden desarrollarse adecuadamente y sufren porque cuentan con un espacio individual equiparable al tamaño de un ipad. Esto provoca tal estrés, que no es nada raro que terminen picándose las unas a las otras, hiriéndose a muerte. Por su parte, los cerdos son super curiosos, perspicaces y tiene una memoria excelente. De hecho se les considera una de las especies mas inteligentes del mundo, y tal vez por ello deberíamos pensar en lo que representa para ellos las horribles condiciones de hacinamiento, manejo, transporte y matanza.
¿Qué nos deja esta reflexión?
Dejemos de consumir productos de origen animal, y ejercitemos el músculo de la empatía. Nuestro aislamiento es temporal, el de estos seres es prolongado y ejercido a miles de millones de individuos cuando contamos con alternativas para vivir de manera sana, sin necesidad de consumir animales y sin un impacto en el medio ambiente.