Cuando intentamos indagar o descubrir si a la hora de decidir el voto cuenta más el pertenecer a una determinada clase social o a una imagen subjetiva identificada con el carisma del político, los logros alcanzados, las promesas hechas en campañas, o quizá por el número de ellas firmadas ante Notario Público nos encontramos ante un paradigma.
Por tanto, nos encontramos en un supuesto de intentar examinar la naturaleza del ciudadano y los mecanismos fundamentales por los que este decide a la hora de ejercer el derecho fundamental y constitucional de las democracias representativas: EL VOTO.
Como un primer antecedente nos encontramos con estudios que tenían como objetivo analizar la participación electoral y la orientación del voto de los ciudadanos hasta la década de 1940, estos estudios adoptaron enfoques que desde la academia se denominan ecológicos; dados que en esos tiempos sólo se contaba con datos agregados por unidades geográficas y administrativas. Dentro de este contexto las variables económicas, demográficas y administrativas fueron los factores que, de forma prioritaria, se utilizaban a la hora de describir e intentar explicar este comportamiento. Poco a poco en años posteriores se tuvieron al alcance de los estudiosos del tema electoral y más específicamente del comportamiento electoral, los datos individuales, los datos y técnicas estadísticas, esto permitió desarrollar otras estrategias para el análisis de la participación política electoral.
En este sentido, podemos advertir que el análisis individual del comportamiento político tuvo una gran expansión a partir de la década de los cincuenta, dando lugar a la aparición de las conocidas escuelas de Michigan y de Columbia. La primera de ellas se centró en el análisis de las actitudes políticas de los ciudadanos y la segunda en elementos de integración social como variables explicativas.
Los individuos poseemos características que nos diferencian y que constituyen recursos específicos, pues favorecen o dificultan la actuación política. Dentro de estos recursos, podemos identificar un primer conjunto formado por la edad, el género, los ingresos, la educación, la clase social y la ocupación. Es decir se presume que el individuo vota de acuerdo con la edad que tiene, con los ingresos que percibe y la clase social a la que pertenece, por lo tanto se puede suponer en un primer momento que quizá un clientelismo como el que se vive en México, es más notorio en poblaciones rurales y de bajos recursos en donde los ciudadanos se comprometen a votar por “tal” o “cual” candidato a cambio de un tinaco de agua, un kilo de tortillas, propaganda electoral o incluso por los tan afamados 200 pesitos.
Cosa contraria supone en una esfera más alta y de ingresos superiores, pues una señora que vive en una zona habitacional de clase media alta, difícilmente podemos pensar que comprometerá su voto por 200 pesitos o por un kilo de tortillas, en esta esfera se necesita un plus por parte de los partidos políticos para cautivar a este electorado y así se pueden ir ejemplificando de acuerdo al nivel educativo, la corriente de la universidad a la que perteneces etc.
Un segundo grupo comprende variables que hacen referencia a los recursos que le proporciona al individuo el contexto social en el que se mueve; se trata de las redes de comunicación y de socialización, así como el proceso de integración social que ha rodeado al individuo. Algo así como las reuniones de señoras estilo “tupperware” para recibir al candidato, claro está, estoy pensando en un Diputado Local, puesto que un candidato a la presidencia de la república difícilmente se presentará en su casa a convivir con un grupo de señoras, en este caso se organizan eventos con los llamados “notables”, es decir aquellos que con su apoyo pueden soportar una parte de la campaña de cualquier candidato.
La sociología tiene dentro de sus objetivos explicar el por qué los individuos actúan de una forma y toman ciertas decisiones; en el caso particular de las elecciones, esta ciencia colabora en la explicación de cómo se toman las decisiones en el ámbito electoral.
Partimos de la premisa que los individuos toman sus decisiones en función de las presiones y condiciones sociales en que se desenvuelven. Conforme a esto, los resultados de las votaciones obedecen a la situación de clase, a la ocupación y al estatus socioeconómico; por ende, se puede concluir, que los obreros suelen votar por partidos obreros; mientras que los empresarios, comerciantes e individuos que pertenecen a los grupos de mayores ingresos votan por los partidos de derecha o afines a su condición de clase; lo cual conlleva a un bajo nivel de movilidad de partidos y candidatos. De acuerdo a esto, algunos académicos plantean que las campañas políticas ejercen pocos efectos en la decisión de los electores.
La pregunta que me hago es ¿En verdad cree usted que las campañas políticas ejercen pocos efectos en su decisión al momento de votar?
Quizá amerita un momento de reflexión y que usted mismo se pregunte ¿Por qué voté a “x” o “y” partido o candidato? Las respuestas pueden ser infinitas, las tendríamos desde que votamos por el PRI porque es el partido con el que crecimos, o el partido en donde milita papá, el partido que nos ha dado de comer toda la vida, porque es quizá el que reza el dicho “más vale bueno por conocido que malo por conocer” o que votamos por el PAN porque Fox es el típico “Mexicanote” y nos cautivó con su chiflido y sus botas vaqueras, o tal vez por López Obrador porque están construyendo una idea de un nuevo país en donde la riqueza se reparta entre todos los mexicanos y porque ese candidato es parte del pueblo. Lo anterior sólo por ejemplificar algunos casos conocidos, pero bien amerita el ejercicio desde su comunidad, ayuntamiento o distrito electoral.
En realidad si nos detenemos a pensar un momento, tenemos todos una idea superficial de los partidos políticos, cuantas veces nos hemos detenido a leer los estatutos o la plataformas político electorales de los partidos políticos en México, hoy tenemos 3 partidos nacionales nuevos que aparecerán en las próximas boletas electorales, la oferta será más amplia y deberemos decidir nuestro voto entre más canastas para saber en dónde vamos a poner los huevos.
También no debemos alejarnos de la tesis de que debido a la alta presencia de grupos criminales en el país, hay territorios en donde el ciudadano ni siquiera es capaz de pensar por quién votará, sino que su sufragio está condicionado por factores que le brindarán tranquilidad, seguridad o incluso le permitirán seguir con vida. Es decir hay un buen número de mexicanos que se encuentran cooptados por su voto y viven en la amenaza.
Hay quién puede decir que el voto es secreto y que bien puedes prometer, pero al momento de estar en la urna votas por quién te viene en gana y desde que estamos inmersos en la tecnología, estas nuevas tecnologías también acechan nuestro voto, hay quienes deben tomarle fotografía a su boleta antes de introducirla en la urna para acreditar el voto por cierto partido político.
Por lo tanto, nuestro voto a dejado de ser libre y secreto desde hace ya algunos años.
La próxima entrega le platico un poco más acerca de los Aspectos Metodológicos en el análisis del comportamiento electoral.
Nos vemos la próxima semana.