El escritor y editor, además de experto en literatura rusa, Paul Viejo, ha trabajado en los últimos cuatro años en los cuentos completos de Antón Chéjov. «Preparar esta edición, más allá del hecho de reunir todo, como iniciativa, yo tenía la intención de que pudiéramos leer a Chéjov de manera ordenada, para comprender cómo creció ese autor hasta convertirse en el clásico que no caducará nunca», dice.
Ciudad de México, 28 de julio (SinEmbargo).- Uno podría estar hablando horas de Antón Chejov (1860-1904). Sobre todo si el interlocutor es Paul Viejo, el responsable de volver a editar sus Cuentos Completos para Páginas de Espuma.
“Pese a la abundancia de traducciones y antologías de los relatos de Antón Chéjov, que en muchas ocasiones repiten títulos y selecciones similares, el lector no tiene la oportunidad de acudir a su obra completa, perdiendo así la oportunidad de leer un gran número de cuentos que permanecen sin publicar en nuestra lengua y, sobre todo, poder considerar el desarrollo de toda la obra del escritor, sus diferentes periodos, la progresión de su escritura, dando una visión completa y ceñida a la realidad de su figura”, justifica la editorial.
Lo cierto es que los autores clásicos siempre permiten una vuelta de tuerca y volver a descubrir un escritor nuevo, pensando en los lectores millenials, que respetan cada vez más a los grandes.
El proyecto Cuentos completos reúne los más de 600 cuentos que componen la totalidad del corpus, muchísimos de ellos sin editar en español, junto a aquellos relatos no publicados o inconclusos en vida del autor. La publicación se ha llevado a cabo en 4 tomos de más de mil páginas cada uno, publicados a razón de uno al año (2013 a 2016), en una edición dirigida por el escritor Paul Viejo, especialista en literatura rusa, que además de numerosas notas, tablas, índices y apéndices bibliográficos.
–Dostoievski, Chéjov y Tolstoi son los tres autores rusos más actuales, ¿lo ves así?
–De los tres autores cada uno a su manera son los tres más actuales. Cuando dices lo de los jóvenes, pienso mucho en Dostoievski, será por el tormento, las dudas y el conflicto, ¿verdad? Para mí Chéjov sigue siendo tan actual, se lo puede seguir leyendo como hace un siglo atrás, por los temas de la cotidianidad y el lenguaje que se parece mucho a cómo escribimos nosotros.
–¿Cómo te aproximaste a él?
–Por pasión por la literatura, puedo nombrar a esos tres que me nombraste al principio, pasión por la literatura rusa, me despertaba más interés y más misterio. Descubrir a Chéjov como lector, sobre todo en los cuentos, queriendo siempre más y más. Estudié ruso y a partir de allí empieza todo, leer textos en lengua original, que no habían sido traducidos.
–¿Qué pasa con los clásicos, no han sido reemplazados? ¿Qué pasa con el escritor en esa época?
–Con las definiciones de los escritores, los chismes y todo eso pasaba exactamente igual como ahora. Existían los grupos, los círculos, las malas intenciones y el compañerismo. Los había jóvenes y los que empezaban a escribir más tarde, los había buenos y malos. La principal diferencia que yo noto es que la voz del escritor era importante. A poco que uno publicase una obra digna, pero que estuviera contando algo de valor, a ese escritor se lo iba a escuchar. Tolstoi y Dostoievski llevaban su pensamiento hacia la polémica, pero igual eran escuchados. Se les leía además con aprecio. Ahora los escritores no son escuchados, tal vez entre ellos, pero no son buscados.
–¿Por qué no han sido reemplazados?
–Es cierto. Hay un momento de estabilidad que ya dejamos de saber lo que pasa en la literatura rusa. Me temo hablando siempre en nuestra lengua, pero podemos también hablar de los ingleses, que traducen poco, que no responde a cuestiones de interés o de valor. No es que en Rusia no haya escritores buenos a partir del siglo XIX, tener traductores de ruso no es fácil, es costoso. Es más fácil publicar aquí a un autor mexicano, pagando un adelanto, que pagar a un adelanto a un autor ruso que está haciendo algo que conlleva más riesgos.
–También es cierto que las tendencias mundiales de la literaturas ha hecho que se hagan homogéneas
–Sí, con las particularidades de cada cultura. Creo que los rusos conservan su raíz, muy diferente a la cultura española, a la mexicana. Es verdad que la historia de la literatura se produce por esporas y se contagia de sitio a sitio. Aunque no lo sepamos. En Rusia conocemos hasta el realismo socialista y poco más ha ido llegando después, la literatura ha sido siguiendo todos y cada uno de los modelos, no tanto por imitación sino por coincidencia histórica de la literatura. Han pasado por la posmodernidad, por el minimalismo, por los jóvenes rebeldes, lo tienen todo escrito como nosotros pero a su manera. Ahí comienza lo interesante, de lo nuevo o de lo antiguo. Yo digo que podemos leer a Chéjov porque mantiene temas que nos interesan, nos habla de temas actuales, pero al mismo tiempo nos da tanta información de paisajes, territorios y situaciones que no hemos vivido, una cultura totalmente, una visión de la religión y de la política que nos hace más ricos al leerlo.
–¿Tú lo tomas a Chéjov como a alguien de la literatura rusa? Como decía Tolstoi: Si hablas de tu barrio describirás al mundo
–Exactamente eso es. Tolstoi tenía una mirada más amplia en cuanto al paisaje, se atrevía a territorios mayores, pero Antón Chéjov habla de su barrio y al hacerlo ha hablado de muchos barrios, ha retratado al menos una ciudad, al menos al país. El diálogo, que es elemento de los clásicos, se sigue manteniendo y nosotros como lectores tomamos lo que nos interesa: lo que aprendemos y lo que podemos comparar con lo nuestro.
–¿Qué pasa con sus Cuentos Completos?
–Preparar esta edición, más allá del hecho de reunir todo, como iniciativa, yo tenía la intención de que pudiéramos leer a Chéjov de manera ordenada, para comprender cómo creció ese autor hasta convertirse en el clásico que no caducará nunca. Permitía ver cómo un joven de 20 años comienza a escribir con la torpeza de un joven de 20 años, cómo va aprendiendo el oficio con esa mirada de talento que va a tener durante toda su carrera, hasta llegar a relatos maravillosos. La visión que teníamos antes, un poco parcial, un poco mezclada y confusa, para él está perfectamente acotada, me preocupé no sólo de traducir y agrupar los cuentos, sino también de poner en la introducción y en las notas todos los datos posibles que estaban a mi alcance. Cómo lo publicaba, dónde, con qué seudónimos, que anécdotas ocurrían por entonces, en qué momento de su vida ocupaba eso, para que podamos saber cómo estaba escribiendo y quién era.
–¿Poder entonces leer los Cuentos completos tiene una fascinación?
–Sí, totalmente. Lo que se forma es una novela de un escritor. Si ya de por sí nos gustaban sus cuentos, va a ser sencillamente maravilloso, porque vamos a descubrir muchas más cosas. Vamos a comprender por qué Chéjov escribía al principio con mucho humor, por qué ese humor se va apagando un poco y empiezan a entrar temas más políticos y más sociales y por qué sus últimos cuentos son más lacónicos, más tristes, más profundos, más serios, todo al final está engranado.
–Claro que Chéjov no tiene la misma vida que Dostoievski
–No, claro que no, uno no nace siendo conde. Fue una vida muy productiva para lo breve que fue. Aprendió, amó, le dolieron las cosas físicas como la de los demás y dejó una obra. Viajó por una Rusia que entonces le resultaba desconocida y que él quiso narrar.
–¿Cuáles son los mejores cuentos de este tomo?
–¿Cuántas decenas puedo decir? El cuarto volumen, que es mi conclusión, no hay ningún cuento que sea malo. Y señalo esto porque si nos vamos al primer tomo, al azul, vemos al escritor joven, sin ese oficio que muestra al final, donde todos sus cuentos son obras maestras. Tenemos que ver qué es lo que nos interesa, si los campesinos, la técnica literaria (“La dama del perrito”), si nos interesa una historia entre la identidad y la rebeldía leeremos “La Novia”. Es difícil que Chéjov no tenga un cuento para cada persona que lo lee.
–¿Qué es la editorial Páginas de Espuma?
–Páginas de Espuma, después de 20 años, con condecoraciones oficiales incluidas, fue su apuesta por el cuento como género, que había caído en desprestigio en varios países. Páginas de Espuma lo consideraba con el mismo valor que la poesía, que la novela, y funcionaba como las editoriales dedicadas a la novela. Después, está su dedicación no sólo a los cuentistas contemporáneos en español, sino la idea de crear una biblioteca del cuento clásica, desde Edgar Allan Poe a Henry James, para que todos supiéramos de la grandeza del cuento como género. Por último, una obra como la de Antón Chéjov requería una continuidad, una apuesta seria para que el trabajo no se viese interrumpido, porque iba a requerir muchas horas…es un proyecto que llevó cuatro años, si empezábamos debíamos llegar hasta el final. Se cumplió el proyecto y veo que ha quedado de la mejor manera posible.
Antón Chéjov: (Tangarog, 1860 – Badenweiler, 1904) es por derecho propio uno de los grandes clásicos de la literatura universal. Médico de profesión, comenzó a publicar sus primeros relatos en 1880 (bajo el seudónimo de Antosha Chejonté, entre otros). Recopilados, mientras aún vivía, en volúmenes como Relatos abigarrados o En el crepúsculo, sus relatos están entre los más importantes del género. En 1887 escribe Ivánov, su primera pieza teatral y el comienzo de su carrera como dramaturgo, con obras tan importantes como Las tres hermanas, La gaviota y Tío Vania. Enfermo durante años y tras recorrer varios sanatorios, muere en Alemania a consecuencia de la tuberculosis.
Paul Viejo (1978) es autor de la novela La madera y la ceniza (2003), del libro de poemas Extraña forma de memoria (2002), de la monografía literaria Sherlock Holmes: Biografía (Páginas de Espuma, 2003) y de la pieza teatral Quinta Avenida esquina con qué (2006), por los que ha recibido el “Premio Blas de Otero de Poesía 2001”, “Premio Nacional de novela Francisco Ayala 2002” y “IX Premio Arte Joven de Teatro”. Ha traducido la Correspondencia 1899-1904 entre Chéjov y Olga Knipper (Páginas de Espuma, 2008) y preparado la edición completa de Diario de un escritor (Páginas de Espuma, 2010) de Fiódor Dostoievski y de los Cuentos completos en cuatro volúmenes de Antón P. Chéjov (Páginas de Espuma, 2013-2016). También se ha encargado de la edición de la poesía completa de Ana Rossetti, La Ordenación (2004) y la de los poemas de Elsa López, A mar abierto (2006).