Ciudad de México, 27 de marzo (SinEmbargo).- La conjunción de los síntomas de depresión y estrés en adultos con problemas cardiacos es una «tormenta perfecta» para desencadenar infartos o la muerte prematura, de acuerdo con una estudio de la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos.
Para llegar a esta conclusión, los expertos juntaron a 4 mil 487 pacientes del corazón mayores de 45 años con enfermedad coronaria, a quienes evaluaron su estado de depresión y estrés al preguntarles qué tan a menudo se sentían incapaces de ejercer control sobre su vida, abrumados o que ésta no tenía ningún sentido.
«El aumento del riesgo es un hecho», dijo en un comunicado Carmela Alcántara, co autora del estudio, con lo que se comprueba que los síntomas de ambos trastornos validan el concepto de «tormenta perfecta psicosocial».
El estudio dio un seguimiento de seis años a los pacientes, tiempo en el cual se produjeron mil 337 muertes prematuras y ataques cardiacos, por lo que los investigadores concluyeron que la confluencia de ambas sintomatologías aumentó en un 48 por ciento las posibilidades de morir o infartarse en un periodo corto de tiempo.
Alcántara mencionó también que «el incremento en el riesgo que acompaña los síntomas de estrés alto y depresión fue robusto y consistente a través de los datos demográficos, historial médico, uso de medicamentos y los comportamientos de riesgo de salud».
La investigación, publicada en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, también encontró que aquellos que sólo presentaban altos niveles de estrés o síntomas de depresión, pero no ambos al mismo tiempo, no incrementaron tal riesgo.
Los autores del estudio mencionan que los hallazgos son relevantes debido a que muestra que las terapias conductuales pueden ayudar a manejar tanto el estrés como la depresión, y así cuidar también su salud, puesto que ya se realiza al contrario,, las personas afectadas con enfermedades cardiovasculares acuden a intervenciones psicológicas para controlar la depresión resultante de su afección.
Las enfermedades cardiovasculares son ya una epidemia, pues cada año fallecen más de 17 millones de personas por alguno de estos padecimientos ligados a factores de riesgo prevenibles como la obesidad y el tabaquismo, haciéndola la principal causa de muerte en el mundo y en México, en donde cada hora 10 personas pierden la vida por un infarto agudo al miocardio.
Las cifras más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) datan del 2008, año en el que murieron 17.3 millones de personas, es decir, el 30 por ciento de los fallecimientos totales en el mundo, de los cuales, el 80 por ciento se dieron en países con ingresos bajos y medios, y tanto hombres como mujeres se vieron afectados por igual.
Diversos estudios habían ya relacionado las emociones negativas con los problemas de salud, sobre todo los relacionados con el corazón, por lo que ya se están echando manos a la obra para prevenirlo, en muchas ocasiones ayudados por la tecnología, como en el caso de dos psicólogos de la Universidad de Pennsylvania, quienes a través del lenguaje con el que las personas se expresan en Twitter buscan rastrear quiénes están más propensos a un ataque cardiaco o un derrame cerebral.
El físico y psicólogo Johannes Eichstaedt describe a la red social de los 140 caracteres como “la herramienta perfecta para encontrar algo como las enfermedades del corazón” por lo que cotejó tuits y datos de los sistemas de salud de mil 300 condados de la Unión Americana para probar que existe una relación entre los mensajes negativos y la incidencia de estos padecimientos.
“La hostilidad y el estrés crónico son conocidos como factores de riesgo para las enfermedades cardiacas pero son costosos para evaluar a gran escala. Utilizamos el lenguaje expresado en Twitter para caracterizar correlaciones psicológicas a nivel comunitario de mortalidad ajustada por edad, por cardiopatía aterosclerótica (endurecimiento de las arterias). Patrones de lenguaje que reflejan relaciones negativas sociales, desconexión y emociones negativas, especialmente de ira, como factores de riesgo; las emociones positivas y el compromiso psicológico surgieron como factores protectores”, se lee en el documento publicado en Psychological Science.