El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, ya disponible en Netflix, ofrece una visión amplia de uno de los casos más polémicos que dejó al descubierto los mecanismos de impartición de justicia en México y que seguirían perpetuándose en los siguientes sexenios. El documental es una exploración al caso, esta vez convocando a gran parte de las voces involucradas y atravesando océanos para conseguirlas, en la búsqueda de la verdad.
Ciudad de México, 26 de agosto (SinEmbargo).– La mañana del 9 de diciembre de 2005, los televidentes en México fueron testigos de lo que parecía un gran golpe al secuestro, un delito que proliferaba en el país aquellos años. En vivo, en cadena nacional, las dos principales televisoras transmitieron la captura de dos presuntos secuestradores desde el rancho Las Chinitas, en Cuernavaca, a la par que se liberaba a tres víctimas de su encierro. Una mujer de nacionalidad francesa, Florence Cassez, y su pareja sentimental, Israel Vallarta, fueron los detenidos en medio de actos de tortura.
El operativo orquestado por Genaro García Luna, entonces titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) bajo la administración de Vicente Fox, fue sólo el inicio de un caso que desnudaría los mecanismos de impartición de justicia en México.
Basada en Una novela criminal, el libro de Jorge Volpi, ganador del Premio Alfaguara de Novela en 2018, Netflix estrena la serie documental El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal que explora paso a paso lo sucedido en la búsqueda de la verdad, haciendo un viaje entre México y Francia, países que estuvieron en medio de crisis diplomática por este hecho.
«Ni el documental ni la novela llegan a la verdad. No sabemos todavía exactamente qué ocurrió por ejemplo ese día, ese 9 de diciembre de 2005, y sin embargo, lo que sí está claramente documentado son todas las maniobras hechas por distintos organismos del Estado y también de la empresas, porque también las televisoras, medios de comunicación, intervinieron en esta caso de manera muy directa, para que la verdad no pudiera saberse», comenta Jorge Volpi, escritor que fungió como productor del documental.
A través de un meticuloso análisis de los archivos públicos y entrevistas con los personajes involucrados, así como nuevas voces como las de los expresidentes Nicolas Sarkozy y Felipe Calderón, el documental repasa el caso que permanece estancado desde hace 17 años.
«Israel Vallarta está en prisión y no ha recibido sentencia, su hermano Mario está en prisión sin recibir sentencia; Sergio Cortez Vallarta, su sobrino, está en prisión sin recibir sentencia. […] Todos los actores políticos involucrados siguen siendo parte de la escena política, el sistema judicial sigue teniendo, no todas, pero sí prácticamente las tablas que tenía entonces», destaca Alejandro Gerber Bicecci, productor que ayudó a adaptar la novela de Volpi a la serie.
Pero la serie no viaja hasta Francia para sólo dar voz a Sarkozy, sino se va hasta el norte del país Europeo para dar voz a la mujer a la que la opinión pública dio la espalda por las acusaciones que ejerció contra ella el Estado y los medios que desde el día uno de su aprensión culparon a Florence Cassez sin dar la presunta inocencia.
«Es un personaje que se había vuelto prácticamente mitológico, satanizado por unos, defendido por otros, pero no lo habíamos escuchado, y sí cambia abruptamente la percepción de un personaje tan mitificado para bien y para mal en el momento en que la puedes ver a los ojos, lo que te permite el documental, y escuchar su voz y eso creo que la aterriza dentro de la dimensión autentica que tiene, que es la dimensión de víctima», señala Gerber Bicecci.
NACE UN MODUS OPERANDI
La versión oficial de las autoridades del Estado presentada a nivel nacional en televisión fue una con la que muchos mexicanos se quedaron. Esta versión seria derribada por los mismos medios en febrero de 2016: las periodistas Juli García y Denisse Maerker demostraron que aquello visto por los ojos de millones televidentes fue un montaje y que la detención no ocurrió esa mañana, sino un día antes y en medio de muchas irregularidades.
Esto sería apenas el comienzo de una historia.
«Este caso es muy interesante porque es el primero con este interés mediático altísimo, ya en esta transición a la democracia que hemos vivido desde el 2000 para acá. Ocurre en la presidencia de Fox, pero en realidad la parte más álgida es durante la presidencia de Calderón, luego continuará en las presidencias de Peña y de López Obrador, siempre manteniéndose en la palestra pública de una manera u otra siendo usado, manipulado el caso de manera u otra», destaca Volpi.
El escritor define este caso como la punta de lanza que permitiría asomarse a un sistema de justicia que no funciona en pro de los derechos de los ciudadanos. Una red amplia que sería apenas el primer avistamiento de un efecto dominó que se vería reflejado en más historias de injusticia en el país.
«Es un caso que de alguna forma concentra, desde entonces, todo lo que iba a pasar ahora, yo casi lo veo así, como si desde ahí estuviera el germen de todo lo que nos ocurrió después. Empieza en el momento en el que la seguridad pública empieza a fracturarse en el sexenio de Fox, que es a partir sobre todo de los secuestros, luego vendrá la guerra contra el narco y a partir de ahí el desastre en el que estamos hasta ahora».
Y Volpi profundiza en una especie de modus operandi con las creaciones de «verdades absolutas» que se perpetúan sexenio a sexenio:
«Los mecanismos que empieza a utilizar el Estado, particularmente la policía, que venían ya de la época priista, ahí terminan afinándose junto con los medios. Es la idea de que primero se establece una verdad a priori, crea el poder o los poderes, y luego se encargan de que esa verdad sea puesta en escena a través de todos los recursos posibles: la manipulación de pruebas, invención de testigos, invención de culpables y la tortura como un mecanismo central para obligar que esa verdad pase».
El autor de Las elegidas (2015), detalla que este documental conserva una vigencia porque el caso de alguna forma repite una cierta estructura en otros casos más, como lo es el de Ayotzinapa, con la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, ocurrida en septiembre de 2014.
«Los mecanismos que describimos aquí tan puntualmente en el documental, son los mismos que han aplicado en Ayotzinapa y los mismos que han aplicado en cada uno de los casos judiciales que ustedes puedan ver de todos estos años. Entonces, es una serie que no solamente habla de este caso en particular, sino del sistema en el que estamos y que no ha sido modificado prácticamente en ninguna medida y que sigue actuando de las mismas maneras, y eso le da una actualidad enorme, y eso creo que es lo que hará que distintas audiencias, de distintas edades, puedan involucrarse en él».
LA PUESTA EN ESCENA
17 años resumidos de alguna forma a través de cinco episodios de cerca de una hora no fue tarea fácil, Gerber Bicecci explica lo complicado que fue adaptar una historia llena de versiones contrastadas y en la que no parece estar claro nada. El gran reto, asegura, fue contarla cuando «hay distintas capas de mentiras», y en la que los testimonios de periodistas como Emmanuelle Steels, José Reveles y Héctor de Mauleón, quienes habían investigado previamente el caso, ofrecieron más nitidez.
Fueron varios los recursos en los que se tuvieron que pensar para que tuviera dinamismo y los pasajes más borrosos fueran claros para el espectador.
«Desde el punto de vista narrativo y cinematográfico nosotros sostuvimos muchas discusiones sobre un personaje muy en particularidad de esta historia que es el expediente, el expediente no sólo es un archivo, es un personaje contradictorio mentiroso, enrevesado, y buscábamos encontrar los recursos cinematográficos alternativos para hacer que ese expediente hablara y expusiera por sí mismo sus propias contradicciones, ahí viene toda una discusión sobre el uso de recreaciones, la inclusión de algunos actores para poder contar esa parte de distintas versiones y como se fueron modificándose judicialmente», resalta Gerber.
El mismo caso es la suma de matices de los giros, como en el caso de los medios de comunicación que tienen un papel importante en él al arrojar una verdad que intentaron vender las autoridades:
«Los medios de comunicación se alinearon originalmente a la versión oficial, la versión oficial fue derrumbada luego por los medios, pero después hay un abandono de la investigación del caso», destaca Alejandro.
«Pienso que los medios de comunicación no hicieron reparación del daño en el que participaron, independiente de que si los medios sabían o no que eso era un montaje, la mayoría de los medios, no todos, no reparó el daño volviéndole a otorgar a Florece Cassez como a Israel Vallarta la presunción de inocencia, es decir, se quedaron en la versión de sí fue un montaje, pero sí era culpables, y ese manejo meditativo le hico mucho daño a esas personas porque fueron satirizados desde entonces y hasta hoy», agrega.
El periodista de Televisa, Pablo Reinah y Miguel Aquino de TV Azteca respondieron al llamado de Luis Cardenas Palomino, exdirector de Seguridad Federal de la Policía Federal, para que entrevistaran en vivo a las víctimas y sus victimarios la mañana de 9 de diciembre desde Las Chinitas.
Además, a pesar de la advertencia de Laura Barranco, coordinadora de información de Primero noticias, Carlos Loret de Mola no detuvo el «En Vivo» y fue obstinado a mantenerla para cautivar a su audiencia, a pesar que durante esa transmisión se sometiera a los acusados a actos de tortura para obtener declaraciones, se muestra en la serie documental.
«El documental se muestra muy crítico frente a la labor de los medios, y sobre todo hablamos de los medios electrónicos, las televisoras, radiodifusoras; en medio impresos hubo al menos más intentos por lo menos de hacer una investigación más concretas en algunos casos, en lo demás prácticamente poco», señala Volpi.
«Primero, en el caso de la transmisión, la sensación justamente que había una especie de acuerdo tácito que probablemente se mantenga donde la policía le da cierta información a las televisoras o las medios y estos ya no se preocupan en darse cuenta en que si son ciertos o falsos con tal de tener rating. Segundo, cómo se manipula directamente a los medios, ciertos periodistas se les presiona para construir esas verdades oficiales, que como la de Ayotzinapa aquí también fue una».
El caso Florence Cassez para Jorge Volpi es «una mentira creada por García Luna», que ahora enfrenta la justicia de Estados Unidos acusado de recibir millones de dólares en sobornos del Cártel de Sinaloa.
El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, ya disponible en Netflix, ofrece una visión amplia de uno de los casos más polémicos del sistema judicial en México, esta vez convocando a gran parte de las voces y atravesando océanos para conseguirlas.
Para Pablo Cruz, otro de los productores de la serie, fue un trabajo de gran cobertura: «Este es un documental bastante grande en cuestiones de dimensión y de lo que abarca porque son dos países. Normalmente en los documentales que estamos acostumbrados a ver es un país y un momento, y aquí están los dos puntos de vista de un caso que sigue siendo controversial al día de hoy, donde sigue existiendo gente que enjuiciada o no enjuiciada por culpa de este caso, de esta fabricación. Es un documental que nos ha llevado hasta Francia y entonces tenemos un balance interesantes de entrevistas con las que tenemos con México, donde están completamente balanceadas las opiniones».
Aunque el equipo de este documental asegura que no hubo censura durante el desarrollo de este título, la voz de uno de sus principales protagonistas no está presente debido a violación de sus derechos humanos, pues aunque mantiene su presunción de inocencia, no se le permitido hablar:
«Sólo nos faltó un testimonio, que es un testimonio clave, que es el de Israel Vallarta. La serie cuenta la historia de la imposibilidad de llegar con Israel Vallarta, de cómo el propio sistema judicial no permite que el principal acusado en esta historia, que no ha sido juzgado, que nos tiene sentencia y sobre quien sabemos que se hicieron cualquier cantidad de maquinaciones, no se le permite hablar. No nos han permito conocer la versión completa de Israel Vallarta y ese es quizá el único momento de censura que esta serie tuvo», culmina Alejandro Gerber Bicecci.