Ante la pérdida del judeoespañol, esa lengua sin patria ni academia, esta obra es un camino de redescubrimiento. Ansina es un libro de poesía contemporánea alejado de los temas tradicionales de la literatura sefardita
Ciudad de México, 26 de marzo (SinEmbargo).- Vaso Roto Ediciones acaba de lanzar Ansina, un poemario escrito en ladino por la laureada poeta Myriam Moscona . escrito en ladino. Se trata de un poemario contemporáneo, alejado de los temas tradicionales de la literatura sefardita.
“La pérdida o el olvido del lenguaje (todo lenguaje) es también la pérdida de un mundo. Ante tal posibilidad, este libro de poemas es un camino de redescubrimiento. En sus páginas, el lector encontrará que está escrito, casi por entero, en ladino o judeoespañol, lengua ‘sin patria ni academia’ que los judíos sefardíes se llevaron consigo a distintas geografías tras la expulsión de España a finales del siglo XV”, ha escrito a propósito de la obra Javier Taboada.
“Hay expresiones que solamente me brotan en ladino: el habla que me permite entrar en otra dimensión del tiempo, en una más íntima, familiar y primitiva. Como hablante natural del castellano –lengua materna que, sin embargo, no fue la lengua primera de mis padres- mi vida cotidiana me columpia en los siglos que se mecen entre el ladino y el español. El juego consiste en mezclar ambos tiempos sin atender la pureza que tan poco me preocupa”, explica Moscona, ganadora del Premio Xavier Villaurrutia por su novela Tela de sevoya.
Dividido en cinco secciones, el libro contiene 30 poemas y un glosario ladino-español para facilitar la comprensión de la lectura con cerca de 200 palabras en las que se encuentran giros que, hasta el día de hoy, se emplean en las zonas rurales: “trujeron” (por trajeron), “mezmo” (por mismo) “nadien” (por nadie). Lejos de incorrecciones o barbarismos, el libro recircula con una dosis de humor y sentimiento de pérdida encantadores arcaísmos que el castellano actual ha desterrado de su canon.
“Al emplear estos biervos, remuevo algo de la vida y la muerte de esta lengua sin patria y cuya existencia dibuja, como en las fotografías de un mismo rostro separado por los años, rasgos que se conservan y otros que se han perdido”, dice la escritora.
“En su poesía escrita en ladino, Moscona lleva extrañeza a nuestro mundo ordinario: una lengua para los que, habituados al castellano, la escuchan; lo místico y hasta lo sagrado para aquellos que no pueden hacerlo. La amalgama de lenguaje y visión me parece abrumadora. Es una poeta de lo maravilloso”, dice Jerome Rothenberg.
Myriam Moscona, mexicana de origen búlgaro sefardí, es autora de varios libros de poesía, entre ellos Las visitantes, Vísperas, El que nada, De par en par (poemas visuales) y Negro marfil, que recibió en Nueva York los premios Pen American Center Award for Poetry in Translation y el Landom Harold Morton que otorga la Academia de Poetas Americanos, por la traducción al inglés de Jen Hofer, ambos en 2012.
Myriam Moscona fue distinguida con el Premio de Poesía Aguascalientes en 1988 y una beca de la Fundación Guggenheim en 2006.
Incluida en más de 50 antologías de México y otros países, parte de su poesía se ha traducido al inglés, portugués, francés, italiano, búlgaro, ruso, alemán, hebreo, sueco, holandés y árabe.
–“Ansina” es una palabra que se usa incluso en el Martín Fierro…¿Qué es esto del ladino?
–Antes de este libro publiqué Por mi boca, textos en judeo-español, junto Jacobo Sefamí y tiene un apéndice donde viene el primer capítulo de El Quijote y el primer capítulo del Martín Fierro. Es una maravilla. No he tenido en mis manos el Martín Fierro completo traducido al judeo-español.
–Ansina es así
–Sí, es “así es”, se usa en el Martín Fierro, en las zonas rurales de México, en algunas romanzas y entre la gente menos escolarizada, tanto en el norte como en el sur. Desde el punto de vista coloquial, hay muchas familias tanto argentinas como mexicanas, que todavía lo usa. Es visto como una incorrección y todo el racismo que aterriza en la lengua, adjudica esos “barbarismos” a los indios, cuando en realidad los bárbaros somos nosotros, que desconocemos que esa lengua es la que trajeron los primeros pobladores a América y se quedó congelada. Siento un enorme respeto por la gente menos escolarizada que incluso pueden ser analfabetas y que hablan el español de esa manera.
–¿Cuándo dices judeo-español dices también ladino?
-Sí. El ladino tiene varias formas de ser llamado: espagnolyt, judeo-español, judezmo…de hecho, si lo ves desde la forma ortodoxa, el ladino es la lengua a la que se traducían los textos litúrgicos. Las lenguas no son prisiones y evolucionan, así que la fuerza de la oralidad le gana muchas veces a la academia.
–Explicas muy bien el prólogo por qué decidiste no traducir al español tu poesía…
–Elijo una menor masa de lectores al escribir poesía. Estoy acostumbrada a las minorías y las defiendo. Hay una razón también literaria y es que hay una hermosa cercanía con el castellano actual. El hablante del castellano es a veces el peor enemigo del judeo-español, porque sus lenguas maternas son el búlgaro, el francés, el italiano, el griego. Siempre escuché ladino en mi infancia, pero nunca lo hablé. Es una lengua que entró por mi oído, pero que no salió por mi boca. Creo que escribir en otra lengua te saca otro temperamento y hay expresiones en ladino que no soy yo; decir “Dios Santo y alabado en ladino” no es una cuestión religiosa…
–¿Es una impostura entonces?
–Para mí es una fascinación y un desafío poder escribir algo en una lengua que he ido conquistando.
–Es una poesía de los grandes sentimientos, no de la cotidianeidad
–Hay mucho humor, juego mucho y sí, hay cosas cotidianas, pero puede costar un poco de trabajo descubrirlas. Lo de la muela de juicio, por ejemplo. El poema defiende la posibilidad de decir lo que sea en una lengua arcaica.
–¿Detrás del judeo español hay historias de discriminación, de dolor?
–Sí, por eso es una lengua que está muriendo, ya no tendrá hablantes naturales en el futuro. Primero fue la aniquilación masiva de la cultura sefardita, es una lengua que fue calcinada en los campos de exterminio; por otro lado, en la creación del Estado de Israel, la lengua oficial elegida fue el hebreo y se dejó de lado al idish (una lengua también en extinción) y al judeo-español. La razón es comprensible, el hebreo no existía como lenguaje de comunicación, era sólo para la liturgia y ahora es un idioma importante, vivo, con gran literatura. Lo que me conmueve del judeo-español es que haya sobrevivido durante 30 generaciones, era la manera que tenía la gente de mantenerse unida en la dispersión. Mi interés no es comunitario, no es de pertenencia a la comunidad sefaradí sino a la comunidad de los hablantes de los españoles. Es ver cómo era la infancia de mi lengua.
De efsuenyos
kizo
fazer de mi
una
leona
ama yo
me echí
en sus sapatos
i pasí
la vida
alevantando el lomo
kayentando sus piezes
y sonyando
una korona
para meterme a la kavesa