Evitar el desperdicio de alimentos tiene múltiples beneficios para el ambiente: aminora la presión sobre los vertederos existentes y, por tanto, contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y a la disminución de la contaminación de la tierra y el agua. Asimismo, ayuda a acrecentar la conciencia sobre estilos de vida sostenibles y coadyuva a la seguridad alimentaria.
Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).– En México se desperdician alrededor de 94 kilogramos de comida al año por persona (en un país de poco más de 128 millones de habitantes), lo que significa que se tiran a la basura alrededor de un tercio de los alimentos que se producen en la región en un contexto donde, hasta 2021, el 23.5 por ciento de la población vivía en pobreza alimentaria.
De acuerdo con una investigación conjunta del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y la Universidad Anáhuac y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bielefeld, de Alemania, se estima que el 40 por ciento de los alimentos cultivados nunca llegan a la mesa debido a que se tiene poca cultura del aprovechamiento y de la preservación de los alimentos. En contraste, datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población con ingreso inferior a valor monetario de la canasta alimentaria aumentó de 14 por ciento a 17.2 por ciento a nivel nacional.
Con tal cantidad de desperdicio se genera el 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el derroche de otros recursos como tierra, agua, energía y el trabajo humano necesarios para cultivarlos. El informe Planeta Vivo 2020 señala en ese sentido que la producción de alimentos es la principal causa de la disminución de las poblaciones de especies animales y vegetales, al provocar la pérdida y degradación del hábitat, incluida la deforestación y América Latina es la región donde mayor pérdida de biodiversidad hay producto de las actividades humanas.
Las instituciones involucradas en el estudio presentaron una conferencia de prensa el pasado 22 de marzo en la que apuntaron que en México no sólo es una problemática que se presenta en los hogares mexicanos, sino que también en los restaurantes y comercios de giro alimenticio se produce de forma masiva el desperdicio de alimentos. En total, estimaron que al año se van a la basura un total de 30 mil toneladas de comida.
En la rueda de medios, en la que se presentó la investigación «Cambio de comportamiento, retos para evitar el desperdicio de alimentos en casa» a un mes de que ésta iniciara en la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac, se explicó que los primeros resultados han arrojado que los alimentos que más se desperdician son frutas y verduras, especialmente porque ya no son «estéticas» y por ende pensamos que ya están en proceso de descomposición. Sin embargo, muchas veces sólo se trata de un almacenamiento inadecuado de los vegetales y por ello pierden sus colores vivos o su hidratación.
“A escala global, las cinco amenazas más inquietantes que enfrentará la humanidad en los próximos 10 años están relacionadas con el ambiente. Sin un cambio de comportamiento en nuestras vidas cotidianas no podremos hacer frente ni a los climas extremos ni a la pérdida de biodiversidad. El proyecto que hemos emprendido al lado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac México busca demostrar que el liderazgo de los jóvenes es esencial para transformar nuestras acciones y vivir en armonía con la naturaleza”, destacó Jorge Rickards, director de WWF México.
Además, en la investigación Planeta Vivo se argumentó que la forma en que producimos y consumimos alimentos y energía, «y el flagrante desprecio por el medio ambiente arraigado en nuestro modelo económico actual», ha puesto en el límite al mundo natural y que pese a que hay varias iniciativas y programas a nivel global para contrarrestar el cambio climático, en cuestión de biodiversidad los esfuerzos aún son muy pocos debido a que los estudios no se concentran por completo en el tema.
Christine VanDeuren, directora del Proyecto de Comunicación y Política Internacional de Biodiversidad de WWF Alemania, explicó que parte de la aplicación de esta investigación multidisciplinaria está en manos de los jóvenes estudiantes de la Universidad Anáhuac ya que durante el proyecto estarán encargados de observar qué alimentos son los que más se tiran a la basura y por qué razones.
«Uno de los ejercicios es que los alumnos midan el desperdicio que se genera en sus hogares y que empiecen a entender las resistencias propias y colectivas. Se les invita a mirar su cocina con ojos nuevos y así permitir conocer los comportamientos y hábitos de consumo», explicó frente al alumnado y a la prensa a la par que detalló que estos hábitos de desperdicio vienen de un comportamiento post Guerra Fría, ya que después de ella vino la instauración de super mercados, que incorporaron a la vida cotidiana el concepto de la «comida infinita».
En su participación en la presentación del proyecto, la chef Mariana Orozco comentó que es complejo entender la cantidad de desperdicio de que se produce en el país, considerando que la gastronomía del lugar es muy diversa y aprovechadora de la mayoría de partes de cualquier ingrediente, y representó lo anterior ejemplificando que para hacer la pasta de algunos moles se muelen semillas de diversos chiles. Orozco comentó que mucho del desperdicio se puede evitar si primordialmente se miden las cantidades correctas de lo que se consumen en los hogares, al mismo tiempo que se almacenen los alimentos de forma adecuada y que además se compren los productos, preferentemente de mercados locales, que no sean tan «agradables a la vista», porque son los que menor oportunidad tienen de ser ingeridos y que tienen mayor probabilidad de terminar en la basura.
Como parte del proyecto, el WWF también impulsa, de la mano de la chef Mariana, la campaña “Dale chamba”, que promueve acciones precisas contra el desperdicio a partir de tres sencillas estrategias: prevención, uso eficiente de ingredientes, y el cambio en la percepción estética de los alimentos. Adelantaron que por medio de videos publicados en redes sociales se darán consejos que ayuden a utilizar al máximo los alimentos, aunque ya no luzcan tan frescos como el día que se compraron.
“Evitar el desperdicio de alimentos se debe de llevar a cabo en todas nuestras esferas. Hoteles y restaurantes sin duda, pero los cambios más importantes se hacen en cada uno de nuestros hogares. Comprar las verduras y frutas que no son perfectas, evitar el desperdicio y utilizar los ingredientes al 100 por ciento son algunas de las acciones que podemos hacer para salvar nuestra biodiversidad, un plato a la vez”, destacó Orozco.
AMÉRICA LATINA NO CONTARÁ CON SUFICIENTE SEGURIDAD ALIMENTARIA EN 2030
De acuerdo con la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en América Latina la pobreza alimentaria se disparó aún más por la pandemia de la COVID-19, por lo que es necesario transformar los sistemas alimentarios. Pese a la necesidad latente, la organización recalcó que en la región esto resulta más difícil debido a que es el lugar más caro del mundo para adquirir alimentos nutritivos.
En un informe publicado en octubre de 2021, lsobre el estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo, el organismo de la ONU indicó que en América Latina y el Caribe para 2030 se afectará a 67 millones de personas y esta previsión se hizo sin considerar la COVID-19.
“Estamos hablando de casi un 10 por ciento de aumento de la pobreza y el hambre para 2030 y esto francamente en 2021 simplemente no se vale”, apuntó Pohl.
Lina Pohl, representante de la FAO en México dijo que es importante integrar la nutrición a los enfoques de la agricultura y reducir los factores que aumentan los costos en la producción como el almacenamiento, el transporte, la distribución y la comercialización de alimentos. Además de reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos ya que si esto se reduce podemos lograr alimentar a nuestra población.
El secretario ejecutivo del Coneval, José Nabor Cruz, dijo que en México la pobreza alimentaria está muy marcada, ya que con cifras del segundo año de la pandemia, en el país apenas el 56 por ciento de los hogares puede consumir diariamente frutas y verduras, situación que se agrava en estados como Guerrero y Chiapas, sur del país, donde este índice es de sólo el 30 por ciento. En contraste con estados del norte, como Nuevo León y Baja California, donde el porcentaje de casi el 75 por ciento.
Precisó que previo a la contingencia sanitaria de la COVID-19 unos 25 millones de mexicanos reportaban carencia por acceso a la alimentación y que entre el 40 y el 50 por ciento de la población “no puede contar con una dieta balanceada, con consumo de frutas y verduras”.