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Sandra Lorenzano

18/07/2021 - 12:03 am

Sueño en otro idioma

¿Cuál es el idioma de nuestros sueños? ¿Cuál es el idioma en el que amamos, en el que arrullamos, en el que querremos –algún día– despedirnos de la vida?

Póster de la película “Sueño en otro idioma”. Foto: Especial.

¿Cuál es el idioma de nuestros sueños? ¿Cuál es el idioma en el que amamos, en el que arrullamos, en el que querremos –algún día– despedirnos de la vida?

Vengo de lenguas que desconozco: nunca hablé idisch ni ruso, tampoco los dialectos de los bisabuelos italianos. Crecí enamorada de este español que es mi patria, mi matria, con todos sus ritmos y variantes. Sueño, escribo, amo y canto en esta lengua, con las palabras que se les caían a los conquistadores, como escribe Neruda en Confieso que he vivido, “Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes (…) Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Nos dejaron las palabras”.

¿En qué idioma soñaría Vladimir Nabokov que decidió escribir en inglés abandonando el ruso de su infancia? ¿Y Agota Kristof que tuvo que sustituir el húngaro por el francés y en esa lengua escribió su excepcional obra? ¿En qué idioma hablarían con sus muertos? ¿Lo harían en búlgaro Julia Kristeva o Tzvetan Todorov? ¿Y nuestras migrantes obligadas a vivir en lengua ajena?

En el hermoso libro Vivir entre lenguas,  Sylvia Molloy dice “El inmigrante y el hijo del inmigrante se piensan en términos de lengua, son su lengua (…) Perder una lengua es quedarse deslenguado”.

Uno de los más bellos poemas de amor que he leído es el “Antinoo” escrito en inglés por un jovencísimo Fernando Pessoa que vivía con su familia en Sudáfrica.

El escritor argentino Adrián Bravi decidió escribir en italiano no cuando se fue a vivir a Italia sino cuando nació allí su hijo. “La patria es el sitio en el que están tus muertos”, dice una voz popular. “La patria es el sitio en el que nacen los hijos”, dice Bravi.

Yo canto como la argentina María Elena Walsh en su “Serenata para la tierra de uno”: “Porque el idioma de infancia, es un secreto entre las dos”. Canto y lagrimeo, lagrimeo y canto; a pesar de celebrar tanto mis amadas variantes del castellano (el mexicano y el argentino), de pronto anhelo volver allí donde aún éramos nosotrxs sin que la vida se llevara a nadie. Anhelo volver al idioma de la infancia.

Por amor somos capaces de volvernos bilingües, trilingües, políglotas totales. Y por desamor: tartamudos, balbuceantes, atacados de dolorosa mudez.

Cada lengua es memoria, es historia, es un modo de mirar el mundo, de nombrar las estrellas, de imaginar un mañana. Cada lengua guarda los cuentos que nos han contado, los poemas que hemos leído, los deseos que callamos.

Como dijo el escritor y etnólogo malí Amadou Hampâté Bâ: “En África, cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde”. Lo mismo puede decirse en nuestra tierra. Porque las lenguas son también instrumentos de opresión y control, tal como lo saben las lenguas originarias de nuestra Abya Yala.

En estos días he vuelto a ver Sueño en otro idioma. Su sola existencia en un país como México en el que –a pesar de tener un registro de 68 lenguas indígenas– el único idioma oficial es el español, tiene una indudable fuerza ética.

Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), 37 de éstas (es decir, más del 50 por ciento) cuentan con algún nivel de riesgo de desaparición; de las 364 variantes lingüísticas que existen, 185 están en riesgo no inmediato de extinción; 72 en peligro mediano, y 43 en alto riesgo [1].

Estamos entre los diez países del mundo con mayor número de lenguas originarias y el segundo de América Latina (sólo después de Brasil). Algo que debería enorgullecernos, que deberíamos celebrar cada día por la riqueza que esta diversidad implica, ha sido sistemáticamente atacado por el poder.

He escrito en este mismo espacio sobre las reflexiones de Yásnaya Elena A. Gil, brillante lingüista mixe, vinculadas al racismo que pesa sobre las lenguas indígenas; vale la pena volver a ellas: “Nuestras lenguas no mueren solas, a nuestras lenguas las matan”[2], dice. Sacrificamos las lenguas en aras una idea de Estado-nación que considera sinónimos ambos términos, pasando por alto que el Estado mexicano está conformado por muy diversas naciones. Ser mexicano es un estatus legal. “Y nos quieren convencer de que también es un estatus identitario y cultural”[3].

La película dirigida por Ernesto Contreras con guion de su hermano Carlos Contreras, muestra las devastadoras consecuencias de la imposición del monolingüismo. De la lengua a la que se hace referencia sólo quedan dos hablantes: Don Isauro y Don Evaristo. Se trata de dos ancianos que llevan más de cincuenta años sin dirigirse la palabra por una compleja historia de amores y desamores (prometo no develar la trama para que puedan disfrutarla). Martín, un joven lingüista, llega al pueblo con la idea de escucharlos hablar en zikril, para poder registrar la lengua antes de que ambos mueran y ya no quede de ella ninguna memoria. Filmanda en la zona de los Tuxtlas en Veracruz, y con bellísimos elementos de “realismo mágico”, Sueño en otro idioma es un film sobre el amor, sobre la amistad, sobre los prejuicios y los miedos. La selva aparece como un personaje más y en su interior habitan los espíritus de quienes ya se han ido.

El zikril, creado específicamente para la película por el lingüista Francisco Javier Félix Valdez, representa a cualquiera de las lenguas en riesgo. Cuenta el director que “durante la preparación de la película se dieron cuenta de que los últimos hablantes de un idioma suelen ser muy celosos de él. Cuando empezamos a tener contacto con algunos lingüistas y algunos hablantes de ciertas lenguas, nos dimos cuenta de que para ellos —y ahora para nosotros— es algo sagrado. Es un tesoro”[4]. Por eso prefirieron buscar a un lingüista que pudiera crear una desde cero. Trenzando sus conocimientos con el azar, Félix Valdez dio nacimiento a la lengua que puede oírse en esta bellísimo canción:

https://www.facebook.com/watch/?v=214893289114186https://fb.watch/v/MT6_aoFa/

Entre la ternura y el compromiso, Sueño en otro idioma, con sus maravillosos toques de humor, es un canto al respeto, a la tolerancia, a la inclusión. Un canto de amor a cada lengua-madre que habita o ha habitado nuestra tierra. Un canto de amor a los muchos Méxicos que somos.

Sueño en otro idioma (México, 2017)
Disponible en: Tubitv

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[1] “INALI: 37 DE LAS 68 LENGUAS INDÍGENAS DE MÉXICO TIENEN ALGÚN RIESGO DE DESAPARICIÓN”, en Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, 19 de febrero de 2021.

[2] Yásnaya Elena A. Gil, Ää: Manifiestos sobre la diversidad lingüística, México, Editorial Almadía, 2020.

[3]  “Yásnaya Elena A. Gil: ‘La literatura mexicana tiene que ser multilingüe o no puede ser llamada mexicana”, por Camila Osorio, El País, 30 de diciembre de 2020.

[4] En Vice.

 

 

 

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
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