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Rubén Martín

18/07/2021 - 12:04 am

La jubilosa rebeldía de “El Guaymas”

Sin ser el único, probablemente El Guaymas era el exguerrillero mexicano más conocido y querido.

“El Guaymas” siempre luchó por un país y un mundo mejor. Mario Álvaro Cartagena López “El Guaymas”. Foto: Cuartoscuro.

Apenas se dio a conocer el martes 13 de julio pasado la muerte de Mario Álvaro Cartagena López, la noticia se convirtió en una onda expansiva de llanto y dolor entre toda su familia, amigos y conocidos. Tan sorpresiva fue la partida de quien era más conocido como “El Guaymas”, que muchos se niegan a aceptar que ya no esté con nosotros y pase a ser polvo de estrellas.

Sin ser el único, probablemente “El Guaymas” era el exguerrillero mexicano más conocido y querido. Era inevitable no querer a una persona tan buena, honesta, solidaria, congruente y que siempre provocaba risas y alegría por su modo jubiloso de encarar la vida, así fuera contando episodios dolorosos y desgarradores, como las veces que padeció la tortura en las mazmorras de la policía política y en los cuarteles militares.

Mario Álvaro Cartagena López nació en una ranchería de Guaymas, Sonora, el 19 de febrero de 1952. A los 12 años sus padres, Manuel Cartagena y doña Graciela López, lo mandaron aquí a Guadalajara a estudiar la secundaria. Llegó sólo a un internado que estaba en la plaza del Carmen, en el centro de la capital de Jalisco.

Desde joven se inclinó por la rebeldía. Romeo, hijo de “El Guaymas”, me contó que estando aquí en Guadalajara le impactó mucho ver la película La batalla de Argel (del director Gillo Pontecorvo de 1966), un filme que cuenta la luchas del Frente de Liberación Nacional de Argelia en contra de las fuerzas de ocupación coloniales francesas.

Pero su inclinación por la rebeldía venía de atrás. Don Manuel Cartagena, padre de “El Guaymas”, fue uno de los miles de trabajadores que participaron en el movimiento ferrocarrilero dirigido por Demetrio Vallejo y Valentín Campa en contra del charrismo sindical y el Gobierno priista en 1958. Don Manuel, como cobrador en los trenes, además de dar los boletos repartía propaganda del movimiento que exigía independencia y democracia sindical. Y su madre Graciela López fue una ejemplar mujer que no sólo apoyó la lucha de su hijo, sino que ella misma formó parte de esa constelación rebelde.

Año y medio después de que “El Guaymas” fue enviado a estudiar en Guadalajara, la familia completa llegó a instalarse en la calle 50 y Edison en la colonia Hernández Romo, entre Medrano y la avenida Revolución.

Estudio el bachillerato en la Escuela Vocacional de la Universidad de Guadalajara y la rebeldía propia de “El Guaymas” se encontró con otras rebeldías que querían democratizar la autoritaria y represiva Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) que no era más que un apéndice del Estado para controlar a la juventud tapatía.

La FEG impidió de modo represivo y con uso de la violencia la participación a los grupos estudiantiles donde participaba “El Guaymas”, por lo que crearon el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) que se presentó públicamente el 23 de septiembre de 1970 tomando la Casa del Estudiante que estaba convertido en guarida de golpeadores de la FEG.

El Gobierno y la FEG respondieron a la creación del FER con tal saña que los obligó a vivir en la clandestinidad. Desde este contexto de represión y persecución, “El Guaymas” junto con cientos de jóvenes “valientes y conscientes” decidieron crear la Liga Comunista 23 de Septiembre, uno de los grupos más importantes de la constelación guerrillera que se propuso cambiar las injusticias en México, incluso con armas en la mano.

En su militancia en la Liga, “El Guaymas” fue detenido dos veces. La primera en febrero de 1974 que lo llevó a la Penal de Oblatos. De esa penal “El Guaymas” y cinco compañeros más se escaparon el 22 de enero de 1976 en uno de las acciones más épicas de la guerrilla mexicana y que está magistralmente contada en el documental Oblatos: el vuelo que surcó la noche del director Acelo Ruiz. Tras el escape de Oblatos, al “Guaymas” se le asignó trabajo clandestino en la Ciudad de México. En la capital es perseguido y capturado nuevamente en abril de 1978. En la acción fue baleado y tratado médicamente de modo negligente lo que lo llevó a perder la pierna izquierda.

En ambas detenciones soportó los peores métodos de tortura por parte de los policías políticos más sanguinarios. Tras su detención en 1978, “El Guaymas” fue llevado al Campo Militar número 1 del Ejército mexicano que actuaba en conjunto con la Brigada Blanca para detener, torturar, desaparecer y asesinar a los disidentes del régimen autoritario.

Tras su detención y la tenaz intervención de su madres, doña Graciela López, logra contactar a Rosario Ibarra de Piedra, quien se encontraba en una asamblea de Amnistía Internacional en San Francisco. La dirigente del Comité Eureka pidió a todos los asistentes a llevar a cabo una Acción Urgente para denunciar la detención del Guaymas y exigir su presentación con vida al Presidente José López Portillo. Tras la llegada de 3 mil 500 telegramas de organizaciones de todo mundo, el Gobierno mexicano presentó al “Guaymas” y lo enviaron a prisión. De ahí salió en 1982 junto con todos los presos políticos, gracias a una Ley de Amnistía, y desde el Frente Nacional Contra la Represión (FNCR), el Comité Eureka y la Organización Revolucionaria Punto Crítico (ORPC), “El Guaymas” se convirtió en uno de los testigos más importantes para denunciar que el Estado reprimía, torturaba, desaparecía y asesinaba a disidentes en instalaciones militares y cárceles clandestinas.

Hacia 1984, “El Guaymas” regresó a Guadalajara con su inseparable esposa Martha Rivero y montaron una fonda en la calle Juan Manuel y Maestranza, que al mismo tiempo servía de espacio de reunión para de las madres y esposas que integraban el FNCR de Jalisco, con mujeres ejemplares como la señora Mayoral y la señora María Luisa que buscaban a sus esposos e hijos desaparecidos por la Guerra Sucia. Siempre “El Guaymas” estaba ahí dispuesto para las “doñas”.

A pesar de las torturas y de que nunca dejó de ser vigilado, “El Guaymas” siempre luchó por un país y un mundo mejor, es decir justo, solidario y con vida digna. No se convirtió, como lo hicieron otros exguerrilleros, en un político profesional más que se transformaron en todo contra lo que lucharon. Siempre se mantuvo congruente y coherente con sus principios y siempre irradiando esa jubilosa rebeldía que animaba su vida y su entorno. Hasta siempre querido “Guaymas”.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]
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