La mala calidad del aire en la capital del país no sólo genera enfermedades neurológicas o relacionadas con el sistema inmunológico o respiratorio, sino que además agudiza o propicia nuevas patologías. A esto se agregan otros factores como la época del año, los estilos de vida, la genética y el crecimiento de la población, que generan una «tormenta» perfecta para los virus, bacterias o parásitos.
Ciudad de México, 8 de diciembre (SinEmbargo).– Estar expuesto de forma constante al aire de la Ciudad de México provocará –dependiendo de cada individuo– un impacto negativo en el epitelio respiratorio (cuya función es proteger las vías respiratorias). Pero eso no es lo peor, pues las partículas originadas por la combustión de fósiles: dióxido de carbono o dióxido de azufre –entre otros–, abren la puerta a agentes infecciosos que viven en el medio ambiente: virus, bacterias o parásitos que hacen más agresivas las enfermedades.
De acuerdo con el doctor Felipe Aguilar Ituarte, catedrático de la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle, la contaminación en el Valle de México sí provoca enfermedades propias de su naturaleza y afecta, además, el sistema de manera crónica y eso permite que otras patologías sean más agresivas o incluso que agentes infecciosos tengan mayor posibilidades de contagio. A esto se agregan otros factores como la época del año, los estilos de vida, genética, y el crecimiento de la población los cuales generan una «tormenta».
«No existe una sola zona en la ciudad donde no haya a partículas contaminantes. En todas partes existen, aunque sea poquito. Pero quien vive aquí está expuesto de forma constante y al final tendrá un impacto en el epitelio respiratorio. Hace algunos años estos virus, bacterias o parásitos no encontraban condiciones para diseminarse, pero hoy, el huésped –la persona a la que afectan–, en este caso los seres humanos, tienen una condicionante adversa al estar expuestos al dióxido de carbono o dióxido de azufre, que son los que van a permitir una mayor exposición a este tipo de gérmenes. Y esto es de forma crónica», explicó Aguilar Ituarte.
–¿El aire contaminado empeora las enfermedades respiratorias?
–Sí. La contaminación concentra –dependiendo de la época del año y otros factores atmosféricos– estos agentes agresores y debilita el epitelio respiratorio, por tanto una persona está más expuesta.
–¿Cuál es el peor resultado de la combinación entre enfermedad-contaminación del aire?
–La influenza. Es un virus entrenado para diseminarse en el aire, en el agua y en superficies, y que puede mantenerse viable por días. Aparte, muchos nos infectamos pero pocos nos enfermamos. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un 10 a 15 por ciento de la población de la Tierra se enferma por influenza. En México, la Dirección General de Epidemiología reportó que en 2014 más de 800 personas murieron por este mal. Esa es la mala noticia: hay muertos, como lo puede haber por otras enfermedades infecciosas.
–La influenza es gripe, ¿no?
–Sí es gripe, el catarro es provocado por el rhinovirus. La influenza tiene una condicionante causada por un virus altamente variable. ¿Qué hace que el virus varíe? Su naturaleza. Es un virus que en su material genético RNA, acido ribonucleico, lo cual provoca que se repliegue muy rápido y tiende a mutar. Por ejemplo el H1N1 que hasta la fecha sigue circulando, pero ya no lo hace con las mismas características con las que lo hizo en 2009, cuando apareció. Hay mutaciones más controlables, más pequeñas, que lo hacen otro virus distinto. Por eso año con año tenemos que vacunarnos, porque año con año hay una nueva vacuna.
–¿Cuáles son los efectos relacionadas directamente por estos contaminantes del aire?
–Los llamados radicales libres tienen un efecto directo sobre la célula respiratoria, pero también en la célula inmunológica, y este sistema deja de ser más eficiente, por tanto defiende menos. Estos gases además afectan al sistema cardiovascular: hipertensión, procesos infecciosos, circulación de grasas de la dieta que no son benéficas y generan placas de ateroma que tapan la circulación, accidentes cerebrales o infarto agudo al miocardio.
–¿Cómo contrarrestar estas afectaciones?
-La vacunación es lo que más recomiendo. Un factor común entre las personas fallecidas en 2014 es que no estaban vacunadas. Y tenemos que poner de nuestra parte, la corresponsabilidad: utilizar menos el automóvil, no exponerse en horas donde hay más gases y aerosoles de este tipo, estar al pendiente del monitoreo, que actualmente hay aplicaciones.
NIÑOS, LOS MÁS AFECTADOS
Los índices de contaminación del aire han bajado en la Ciudad de México, de acuerdo con datos de diversos organismos internacionales consultados por SinEmbargo. Inclusive el número de muertes relacionadas con la mala calidad atmosférica han disminuido; sin embargo, ello no quiere decir que la situación haya mejorado del todo: la Organización Mundial de la Salud (OMS), con datos de 2012, estimó 4 mil muertes prematuras anuales en la Ciudad de México; el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó en 2010 que existieron 20 mil 496 muertes anuales en todo el país.
Gustavo Ampugnani, líder de proyecto de Megaciudades de Greenpeace, informó que la calidad del aire sigue siendo mala y que los datos oficiales no son del todo críticos.
«No hay que ver el número total, por ejemplo de áreas verdes, sino colonia por colonia. Porque mientras en la zona sur hay áreas resguardadas, pero no hay zonas arboladas en Iztapalapa o Azcapotzalco. Entre más áreas de este tipo tengamos, podemos crear propuestas verdes, que no sólo pueden mejorar el aire, sino la calidad de vida de los habitantes», comentó Ampugnani.
En 2014, la Universidad de Montana realizó un estudio con datos de habitantes de la Ciudad de México y encontró que la contaminación de las urbes tiene una conexión directa con el desarrollo de enfermedades neurológicas degenerativas, tales como el Alzheimer, la esclerosis múltiple y el Parkinson.
El estudio titulado “La contaminación del aire y los niños: los anticuerpos de unión Neuronales y metales de combustión, el papel de la rotura de la barrera y la inmunidad del cerebro en la neurodegeneración”, refiere que los menores que vivían en el Distrito Federal presentaban un nivel significativamente más alto en sus niveles de autoanticuerpos, los cuales están atacando a su propio cerebro. Esto debido a que cuando una partícula de aire y sus componentes (donde puede haber metales) son inhalados o tragados, pasan a través de barreras dañadas, incluyendo las respiratorias, gastrointestinales y la sangre que se dirige al cerebro, lo que puede causar daños.
“Cuando un niño está expuesto a contaminantes ambientales, incluyendo partículas, ozono, humo del tabaco, etc. las barreras epiteliales del aparato respiratorio alto (nariz, laringe) y bajo (pulmones) se dañan y como resultado, da inicio a una reacción inflamatoria primero local, la cual después se extiende al organismo a través de la producción de potentes proteínas llamadas citocinas que son pro-inflamatorias», explicó Lilian Calderón-Garcidueñas a este medio en 2014.
En septiembre de este año, el Journal of Alzheimer’s Disease publicó una investigación en la que se halló que la contaminación atmosférica aumenta el impacto en la neurodegeneración de los jóvenes que viven en zonas urbanas como el Valle de México, lo que se asocia con el riesgo de la enfermedad del Alzheimer (AD) y es un marcador de susceptibilidad para un mal resultado en la recuperación de alguna lesión cerebral traumática (TBI), misma que puede producirse cuando la cabeza recibe un golpe fuerte y violento que hace que el cerebro se golpee contra el interior del cráneo.
El estudio indica que los habitantes de la Ciudad de México tienen exposiciones de por vida a contaminantes del aire, mismos que están por encima de los actuales estándares de Estados Unidos, incluyendo las partículas finas (PM2.5).
“La Zona Metropolitana de la Ciudad de México es un ejemplo de crecimiento urbano extremo y de grave contaminación ambiental. Millones de niños [capitalinos] están involuntariamente expuestos a concentraciones perjudiciales de PM2.5 todos los días, desde la concepción”, refiere el estudio.
Cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) plantean que, de enero de 2010 a 2013, la mala calidad del aire provocó 19 mil 242 muertes prematuras, 53 mil 191 hospitalizaciones y más de 3 millones de consultas médicas. También parte de estos resultados causan ausentismo laboral, cuestión que provoca pérdidas económicas para las familias y para el país.
La Secretaría de Salud ha advertido que las causas de mortalidad en México que están relacionadas con la contaminación son: enfermedades del corazón, tumores malignos, influenza, enfermedades cerebrovasculares y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, lo que está causando en nuestro país un importante número de decesos.
En la actualidad, entre la población de la Ciudad de México, aproximadamente 60 mil personas padecen el Alzheimer, así como casi 800 mil en todo el país. Esta enfermedad se presenta en personas de 60 y 70 años, sin embargo, también se han detectado casos en personas de 55 años.
Además, uno de cada 10 adultos mayores en México, padece algún tipo de demencia, de estos, 350 mil sufren de Alzheimer. Hoy en día son 860 mil personas que viven con algún tipo de demencia en el país, y en la Ciudad de México son alrededor de 60 mil.
Las autoridades de salud pública estiman que en el 2030 se va a tener un millón y medio de personas con demencia en México, y para el 2050, más de tres millones de personas sufrirán esta condición.
Por otra parte, se estima que dos mil adultos mayores mueren al año con Alzheimer en México. La proyección gubernamental es que en el año 2050, uno de cada tres mexicanos enfrentará esta enfermedad cuando un familiar la padezca.
En tanto, el parque vehicular de autos particulares en el Distrito Federal representa 10.7 por ciento del total nacional superior a los 20 millones de automotores que circulan por la República mexicana, informó la Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi).
Asimismo, del total de vehículos que circulan por la capital del país, aproximadamente cuatro quintas partes son automóviles nuevos y seminuevos.
Gustavo Ampugnani, de Grennpeace, expuso que a pesar de los avances aún queda mucho por hacer, pues existen malos procesos en la verificación de automóviles y de alternativas dignas y seguras de transporte.