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Redacción/SinEmbargo

15/12/2018 - 7:20 am

Preventiva permanente / Mayorías y contrapesos en la 4T, la cifra mágica de los 43

Preventiva permanente En Reforma, el escritor Jorge Volpi, escribe que: “vuelvo a hablar del caso que mejor conozco: el 9 de diciembre de 2005, al lado de Florence Cassez, Israel Vallarta fue detenido en el espectacular -y falso- operativo policial transmitido por Televisa y TV Azteca para loar la eficiencia de la Agencia Federal de […]

Preventiva permanente
En Reforma, el escritor Jorge Volpi, escribe que: “vuelvo a hablar del caso que mejor conozco: el 9 de diciembre de 2005, al lado de Florence Cassez, Israel Vallarta fue detenido en el espectacular -y falso- operativo policial transmitido por Televisa y TV Azteca para loar la eficiencia de la Agencia Federal de Investigaciones. Acusado de secuestro, crimen organizado -por pertenecer a una banda cuya existencia jamás ha sido probada- y portación ilegal de arma de fuego, Vallarta fue arraigado por 90 días -el término máximo introducido por Calderón- y luego sometido a proceso. Desde entonces permanece recluido en cárceles de máxima seguridad sin haber sido juzgado. 13 años sin sentencia. 13 años en prisión preventiva. Como aún no se le juzga, a Vallarta aún debería protegerlo la presunción de inocencia. Ello significa que estos 13 años un inocente ha permanecido en la cárcel -después de haber sido torturado, de que se le sembraran armas y pruebas y de que las autoridades le negasen un juicio justo- primero, mientras se investigaba su caso y, luego, mientras se prolonga su interminable proceso. Que las leyes mexicanas permitan esta posibilidad -la de que alguien pueda permanecer tanto tiempo sin sentencia- contradice cualquier forma de justicia, que por definición debe ser rápida y expedita. El caso de Israel no es, en medida alguna, único. Al contrario: en nuestro país, miles de personas permanecen arraigadas en lo que son investigadas o encarceladas mientras se les somete a juicio. El arraigo -una forma particularmente perversa de la prisión preventiva- ha sido denunciado una y otra vez como una violación al principio de la presunción de inocencia; lo mismo ocurre con la prisión como medida cautelar. Se trata de violaciones a los derechos humanos que, durante los sexenios de Calderón y Peña Nieto, se volvieron moneda corriente en el combate al crimen organizado. Ambas medidas son parte de una estrategia meramente punitiva que a la postre no ha arrojado ningún resultado positivo. Su fracaso, a lo largo de estos doce años, ha sido total. ¿Por qué entonces ahora los legisladores de Morena se han empeñado no sólo en mantener, sino en profundizar este yerro? En contra de lo que se imaginaba con el triunfo de López Obrador, quien prometió cambiar radicalmente la estrategia de combate al crimen, la iniciativa aprobada por Morena que aumenta los delitos sometidos a prisión preventiva oficiosa es un retroceso que, igual que la Guardia Nacional bajo mando militar, repite los peores lados del calderonismo. Al leer el nuevo catálogo de delitos que merecen la prisión preventiva oficiosa -robo de combustible, abuso o violación sexual de menores, corrupción, desvío de programas sociales con motivos electorales, portación ilegal de arma y desaparición forzada y entre particulares- uno podría casi mostrarse de acuerdo. Pero sólo si se desconoce que nuestro sistema de justicia no funciona en ninguna medida y que la aprobación de esta medida no hará sino aumentar las acusaciones falsas. Particularmente grave es la inclusión en el listado de la “portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército”. Cualquiera que conozca a nuestras policías sabe que una de sus prácticas habituales es la siembra de armas a los sospechosos. Al asociar este delito con la prisión preventiva oficiosa, en la práctica se impulsa esta siniestra costumbre que mantendrá a miles de inocentes en la cárcel en lo que son investigados sólo porque las fuerzas de seguridad podrán encontrar así una justificación legal a sus prácticas. Resulta gravísimo que Morena y el presidente López Obrador no cuenten con un plan de reforma integral de nuestro sistema de justicia y, en cambio, avalen iniciativas que no harán sino contribuir a la corrupción y a la vulneración de la presunción de inocencia. El nuevo listado de delitos que merecen prisión preventiva oficiosa, sin contemplar las circunstancias de cada caso, es un premio a la ineficiencia de nuestras policías y ministerios públicos y una forma de prolongar la injusticia que prevalece en México y que sobre todo perjudicará a quienes menos recursos tienen para defenderse.

Mayorías y contrapesos en la 4T, la cifra mágica de los 43
En El Universal, el periodista Salvador García Soto, escribe que: “La oposición en el Congreso se encuentra en un momento decisivo. En este fin del periodo legislativo, con algunas votaciones que se tienen que dar de decisiones trascendentales, se define si, en medio de la fuerza mayoritaria de Morena, las fracciones del PAN, PRI, PRD y MC aún tienen posibilidades de consolidar un bloque opositor que sea contrapeso necesario para definir mayorías constitucionales de dos terceras partes; o si de plano, la operación política del nuevo partido gobernante, incluidas la cooptación de legisladores vía negociación política y económica, las amenazas y chantajes con investigaciones a algunos parlamentarios, y hasta la vieja y consabida fórmula del ausentismo en votaciones trascendentales, convierten a las bancadas de oposición en meros congresistas testimoniales y al partido del presidente López Obrador en una fuerza absolutamente dominante y hegemónica en las dos Cámaras del Congreso federal. Votaciones como la de la designación del nuevo Fiscal General de la República, de un integrante de la Suprema Corte, entre otras que se tienen que dar antes de que termine el año en el Senado, son claves y última oportunidad a los disminuidos partidos opositores de volverse un contrapeso político real que obligue a la mayoría de Morena a negociar y a no imponer términos y condiciones de esos cambios y nombramientos constitucionales. Por eso se habla entre los senadores de la República de una “cifra mágica” de los 43 votos, pues así unidos pueden hacer la diferencia y evitar el mayoriteo automático y la aplanadora del partido gobernante; pero si se dividen, abren la puerta a cualquier cambio, no sólo en la Constitución, sino a la estructura misma del Estado, como el proyecto para reformar al Poder Judicial y desaparecer a la Corte para convertirla en un Tribunal Constitucional. Esos 43 votos se conformarían de la siguiente manera: 24 senadores del PAN; 14 senadores del PRI (porque el otro senador priista, el chiapaneco Noe Castañón, se le ubica más cerca del ex gobernador Manuel Velasco y por lo tanto sumando a Morena) y 5 senadores del PRD. Esos 43 senadores sin los cuales la bancada de Morena (59), aún sumando a todos sus aliados del PT (6), PES (5), PVEM (6) no alcanza los 96 senadores necesarios para reformar la Constitución o aprobar nombramientos como los del fiscal o ministros de la Corte. Ni aún si sumara a los 7 senadores de MC, cuya agenda ahora depende más del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y al priista Castañón, y en un caso hipotético al senador independiente, Emilio Álvarez Icaza, aún así la cifra más alta que alcanzaría Morena sería 85 votos, que en un caso hipotético de que asistan los 128 senadores a una votación constitucional, no les alcanza para hacer la mayoría de dos terceras partes”.

Construir sin arrollar
En Milenio, el columnista Liébano Sáenz, escribe que: “el signo de nuestros tiempos es el cambio. Su impulso viene de muchas fuentes, entre otras, de los votos. La opción de conservar lo que existe se vuelve inviable y disfuncional frente al aliento generalizado de ir por distintas rutas a las conocidas. En este proceso ineludible, siempre es bienvenido lo que mejora; debe preocupar, y mucho, que en el afán de transformar se pierda lo no poco bueno que se ha construido. Por ello no comparto las visiones maximalistas y simplificadoras de que todo lo que existe está mal y por lo mismo, hay que borrarlo del mapa. Y es que, a pesar de los problemas viejos y nuevos, soy de la idea de que es mucho lo que hay que cuidar. Quizá porque mi horizonte temporal remite a un pasado que es deseable, quede atrás para siempre. Justamente por ello, soy parte de lo que ahora parece una minoría, preocupada porque la complejidad institucional de estos tiempos sea vista con desdén o desprecio. La desconcentración del poder, la alternancia, el escrutinio público y social, así como los contrapesos institucionales, son mucho de lo bueno del cambio de las últimas décadas. Los cuestionamientos a prácticamente todos los órganos autónomos y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dejan la impresión de que los ciudadanos, no solo el grupo ahora en el poder, están castigando al sistema por culpa o insuficiencia de quienes han detentado posiciones de privilegio en lo público y social. Así, por ejemplo, que los partidos no hayan interiorizado un sentido de ética y un compromiso por la democracia, debe ser motivo de descalificar a sus dirigentes y órganos de gobierno, no a la institución como tal. La sordera que se daba en algunos casos por parte de quienes encabezaban los distintos gobiernos no invalida lo bueno que se hizo o a los muchos servidores públicos que han cumplido ejemplarmente con su responsabilidad. Vivimos en un contexto en el que es más sencillo condenar y descalificar que reconocer y convalidar. Lo bueno se supone parte de la normalidad, lo malo se potencia y se juzga como si fuera la generalidad. Son tiempos de encono y discordia. Esto hace fácil arrollar, muy difícil construir. El éxito electoral del actual grupo gobernante, de hecho, se asienta en este sentimiento mayoritario en la población y en la popularidad del presidente López Obrador, que se mantiene en sus primeros días de gobierno. Empero, la historia revela que las transformaciones virtuosas no son las de pretendidos momentos fundacionales, sino más bien el acumulado de pequeños y virtuosos cambios. Así México llegó a la democracia electoral que ha hecho posible la llegada al poder de un proyecto de cambio ambicioso y radical; así también México tropezó estrepitosamente en el gobierno del presidente López Portillo en su empeño de arraigarnos al pasado. Los momentos más luminosos de la historia muestran que la hazaña es la suma de muchas voluntades, la inmensa mayoría, anónima. La tragedia se asocia precisamente cuando se deposita en el caudillo el destino nacional, sea López de Santa Anna o Porfirio Díaz. Más aún, la transición del régimen revolucionario ocurrió por un sentido incluyente para darle continuidad y correcciones subsecuentes, como ejemplarmente lo hiciera Lázaro Cárdenas. El caudillismo pertenece a otra época y circunstancia, no siempre modelo de lo deseable ni siquiera de lo eficaz en una perspectiva de largo plazo. La relectura de la Sucesión Presidencial de Madero es un texto pertinente porque él observa que el destino de un país, o de un gobierno o régimen no debía depositarse en una persona, por virtuosa que ésta fuera. El actual grupo en el poder se encuentra ante la encrucijada entre arrollar o construir. Hacer lo primero es la inercia del momento, no solo es fácil, también, popular. Pero ningún gobierno o proyecto político puede sobrevivir sin graves problemas y mucho menos trascender en tales circunstancias. Así, por ejemplo, es fácil suspender la obra del nuevo aeropuerto en Texcoco, pero dar lugar a la solución ejemplar al problema aeroportuario del centro del país es otra cosa y por ahora ha dejado la lección de su complejidad técnica, financiera, política y social. Una solución, quizás imperfecta, se ha reemplazado por un problema perfecto. Tan es así que no se sabe adónde habrá de llevar, ni que costos financieros, reputacionales y políticos habrá de tener para el país. El presidente López Obrador requiere escuchar y tener más claridad de prospectiva. Tiene un buen equipo, y el apoyo abrumador de la población, pero también la reserva creciente del sector inversionista. La firmeza en la conducción es una virtud; también el esfuerzo de todos los días y a todas horas para hacer mejor las cosas. Pero no es suficiente. La transformación que se pretender, por sus alcances y sentido histórico, necesariamente requerirá de entender la economía tal cual es. En cuanto al método, es imprescindible la inclusión, el esfuerzo y participación de muchos, el respeto a la institucionalidad, así como la tolerancia, perseverancia y paciencia”.

“Sentí miedo cuando los policías desaparecieron…”
En el Excélsior, el periodista especializado en temas parlamentarios, Francisco Garfías, escribe que: “las escenas que vimos el jueves afuera de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no sólo preocupan, sino que también entristecen. Son producto del discurso de revancha y odio que está tan de moda. Una turba enardecida —“el pueblo bueno”— golpeó y zarandeó un automóvil Sentra, sólo porque creía que dentro iba un ministro del máximo tribunal, uno de los que cobra “salarios ofensivos”. Peligroso, deplorable, alarmante. Jorge Camargo lo vivió en carne propia. Es coordinador de Comunicación Social del Consejo de la Judicatura. Una de las tres personas a bordo del Sentra que salió de la sede de la SCJN y se encontró con la turba. Los agresores golpeaban el auto, gritaban improperios, les enseñaban las pancartas dirigidas a ministros, jueces, magistrados: “renuncien, ratas”, “vividores del pueblo”, “traidores a la patria”. Jorge confiesa que se sintió en peligro. Sobre todo cuando vio que los policías que se encontraban en el lugar desaparecieron apenas inició la agresión. Está convencido que eso estaba “dirigido”. Había una persona distinta a los demás seguidores de AMLO. Un “güero” que daba órdenes a los agresores. Su apariencia contrastaba con la de los manifestantes. Parecía fifí. El funcionario del Consejo iba con Carlos, su chofer, y otra persona. Los tres vivieron minutos muy difíciles. Se les hicieron eternos. Afortunadamente, no pasó a mayores. El carro quedó abollado. “Intentaron poncharnos las llantas. El toldo del lado del pasajero quedó sumido por los golpes”, nos cuenta Camargo. Los vidrios del carro resistieron. “Si los rompen y nos sacan, quién sabe que pasa…”, señala. Diversas voces se alzaron para pedir a AMLO que se deslindara de la agresión contra los ministros, jueces y magistrados. Lo hizo en su mañanera conferencia. “A mí no me gustan esas protestas violentas. Siempre hemos protestado de manera pacífica. Somos partidarios de la no violencia. Ése no es el camino en el diferendo que hay sobre los sueldos”, dijo. El Presidente tiene algo de responsabilidad en este asunto. Alentó la animadversión de sus seguidores contra los miembros del Poder Judicial. Ya lo decía el socialista François Mitterrand: “En política y en el amor, las palabras suelen tener más peso que las cosas”.

Presupuesto sin obstáculos
En el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “¿escuchan ese estruendo que crece y crece? Es la aplanadora de Morena que viene a toda máquina a aprobar el Presupuesto 2019, tal y como lo manden desde Palacio Nacional hoy a las 17:00 horas. Se sabe que el coordinador morenista Mario Delgado quiere sacar el paquete económico antes de Navidad y la preocupación entre panistas, perredistas y priistas es que la Cámara de Diputados renuncie a su facultad de ajustar el Presupuesto… con tal de darle gusto al Presidente, aunque las cuentas no cuadren. Por lo pronto, hoy se entrega el paquete y el lunes comparece el titular de la SHCP, Carlos Urzúa, en un proceso que, desde ahora, huele a mayoriteo”.

El paquete económico 2019 de AMLO
En El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “ni le muevan al Paquete Económico para 2019, fue la sugerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador a los senadores y diputados de Morena. El pasado miércoles, nos comentan, AMLO se reunió con los legisladores en Palacio Nacional para explicarles que es muy importante para su gobierno que no cambien nada al Presupuesto, pero sobre todo que respeten los montos para los programas sociales. Y el velo, nos explican, se levanta la tarde de este sábado cuando la Secretaría de Hacienda, a cargo de Carlos Urzúa, entregue el paquete a la Cámara de Diputados. Por cierto, nos explican, si alguien espera que en la presentación del Presupuesto se vean disminuidas las percepciones del Poder Judicial y de algunos órganos autónomos, se va a quedar con las ganas: el Ejecutivo solamente remite a San Lázaro las solicitudes y propuestas de cada órgano y serán los diputados los que ejecuten, literalmente, las percepciones de los servidores públicos”.

Reparten presupuesto
En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “en el Proyecto de Egresos de la Federación 2019, que entregará hoy el titular de Hacienda, Carlos Urzúa, a la Cámara de Diputados, se perfila que las secretarías que tengan mayores incrementos sean, entre otras, la del Trabajo, Bienestar, Salud y Turismo, en tanto que los nombres de las que resentirán más recortes se mantienen en suspenso. En este contexto, en los pasillos de San Lázaro las bancadas de oposición dicen que Morena pretende aprobar el Presupuesto vía fast track la madrugada del 23 de diciembre, tanto así que los lopezobradoristas ya compraron sus boletos de avión para pasar la Navidad con sus familias e iniciar el primer periodo de receso de esta 64 Legislatura”.

Gravedad
En el Excélsior, su columna de trascendidos, Frentes Políticos, asegura que: “es cierto que el sistema de salud del Estado estaba fraccionado en tantas partes que la ayuda se perdía en el camino. Jorge Alcocer, secretario de Salud, reveló que existen en el país, aproximadamente 250 unidades médicas de salud destinadas a la población sin seguridad social, pero abandonadas, sin terminar la obra o con necesidades de equipo. Por ello la importancia del anuncio del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ayer en Mérida. Es prioritario garantizar la atención médica y medicamentos a los sectores sin seguridad social y brindar el servicio a los sectores más marginados del país. Un solo ente manejará a todo el sector y se acabarán fugas y privilegios. Bienvenido sea el Plan Nacional de ¡Salud!”.

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