LECTURA | El machismo en México es atroz, te dan ganas de agarrarte la cabeza: “Pepe” Mujica

Habla el ex Presidente de Uruguay: “Estuve en Guadalajara en una casa vieja en la que me dijeron que había estado Zapata. Tenían a los hombres de un lado y a las mujeres del otro. A los hijos hombres los trataban mucho mejor que a las mujeres. Era una cosa de la prehistoria. Un machismo atroz que no podías creer. Les tengo una simpatía bárbara a los mexicanos. Además, los siento hablar y son todos como Cantinflas, me dan una ternura bárbara. Pero el machismo te dan ganas de agarrarte la cabeza. ¡Si faltará todavía! En otras partes de América se ve el racismo y en la cordillera de los Andes hay una diferencia grande entre los blancos y los cholos y eso es brutal. Hay un apartheid de los propios indios, muy defensivo. Es comprensible, son siglos de sometimiento”.

“Una oveja negra al poder” (Debate, 2016) es un gran libro. Profundiza como pocas veces se ha visto en José Alberto Mujica Cordano (Montevideo, 20 de mayo de 1935), el famoso “Pepe” Mujica, Presidente de Uruguay de 2010 a 2015, ex guerrillero, ex Diputado, ex Senador, ex Ministro.

SinEmbargo le lleva a ustedes un capítulo íntegro de este gran texto, que amerita buscar, leer una vez, releer dos o tres veces porque explica cómo un hombre que había dicho: “esa verga –la presidencia– no es para mí” decide comprometerse y dar la cara por los que son pobres, como él.

Grande “Pepe”, grande el libro de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz. A disfrutar…

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El mito

Por Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz

Mujica creció con la muerte. Desde su juventud, como una sombra muy oscura, imposible de pasar desapercibida. Habla de la muerte como si fuera un episodio más. Sin angustia, sin miedo, con resignación. De niño la descubrió con el temprano fallecimiento de su padre; de joven la transpiró a través de amigos guerrilleros a los que vio caer, y de viejo la incorporó a su vida cotidiana. La espera sin la pretensión de elegir el momento, sin que le quite el sueño. La imagina como un nuevo escenario, aunque con la íntima certidumbre de que será el último: ahí se termina todo.

“Hace 45 años me puse un revólver en el cinto y salí a jugarme la vida, así que todo esto para mí son chauchas y palitos. Nunca tuve miedo a la muerte y mucho menos ahora”, nos dijo en su oficina durante su último invierno como presidente. Lo criticaban por participar en la campaña electoral, por generarse demasiados enemigos en Uruguay y en el exterior con sus sentencias tajantes y por no tener el más mínimo cuidado hacia su cargo.

Nada de eso le importaba porque la vida para él es un regalo, desde hace más de cuatro décadas.

Luego de la confesión de las chauchas y los palitos, se paró, se acercó a un enorme jarrón amarillo de cerámica que le había obsequiado el gobierno chino e introdujo su mano. Tan adentro la hundió que solo se veía el hombro por fuera del adorno. Lo que surgiría del jarrón era un misterio. Nunca se sabe con Mujica, y menos en ese momento de introspección. Un recuerdo, una foto, cualquier cosa podía aparecer de las profundidades.

Al final, no tenía tanta importancia emocional lo que eligió esconder, pero sí física. Eran cigarrillos y un encendedor. Fumó dos mientras conversamos sobre algunos temas coyunturales y luego volvió a enterrar su tesoro. El problema no era que en Uruguay el cigarrillo esté prohibido en los espacios públicos y que él estuviera en el despacho presidencial. Era más complicado: no lo dejaban fumar. Ni su mujer, ni sus allegados, ni los médicos. Por eso lo hacía a escondidas, igual que con el alcohol o algunas comidas. Siendo presidente se cuidaba muy poco, no le encontraba demasiado sentido.

“El Inmortal”, le habían puesto su canciller Luis Almagro y su vicecanciller Luis Porto. Se referían así a Mujica cuando hablaban entre ellos. Nada más lejos de su voluntad. Morir fue una elección desde su juventud. La adoptó en forma consciente, sabía que la guerra tiene sus riesgos: nunca se vuelve a la vida anterior.

Como presidente todavía cargaba encima con todos sus documentos, algo de dinero y papelitos doblados en los bolsillos, con nombres, anotaciones y números de teléfono. “Es algo que me queda de la época de clandestino”, nos contó. Siempre con lo necesario arriba y preparado para abandonar todo en pocos segundos. Documentos, contactos, dinero y alguna cosita para protegerse, nos explicó con una sonrisa, haciendo un gesto con los dedos en forma de revólver.

“Pepe” Mujica de guaraches. Foto: AP

“Pepe” Mujica de guaraches. Foto: AP

La muerte fue muchas veces tema de conversación. Primero se la mencionamos porque queríamos ver su reacción. La tranquilidad y familiaridad con la que la abordaba nos llamó la atención. Le dedicaba tiempo, no tenía ningún inconveniente en analizar al detalle ese asunto tan incómodo para muchos.

Otras veces fue él quien se encargó de mencionarla. En su oficina, en la calle, en algún evento público, eran recurrentes las bromas de la oveja negra convertida en presidente al final cercano. Le daba hasta cierto placer discurrir hacia ese territorio, en el que se siente locatario. Contaba las balas que carga dentro de su cuerpo desde la época de la guerrilla y las veces que superó enfermedades complicadas.

A nadie le gusta la muerte pero a determinada altura sabés que un poco antes o un poco después va a llegar. Y: ¡por favor!, no vivas temblando frente a la muerte. Acéptala como los bichos del monte. El mundo va a seguir dando vueltas y no va a pasar nada, no va a quedar nada de todo ese temor al pedo. Hay que ser más primitivo. No da para festejar. No le estoy haciendo una apología a la muerte pero está ahí, hay que convivir con ella.

Quizá por eso no se siente muy afectado por la muerte de los demás. Lo invade la tristeza, se encoge un poco de hombros, suspira con cierta resignación y se transforma en un observador. Así lo vimos más de una vez, en velorios y entierros, desde el de sus familiares y amigos más cercanos, hasta el de Hugo Chávez.

Le hubiera gustado ver a Chávez una vez más antes de que se muriera. Se quedó con ganas de visitarlo para aliviar su agonía. Sabía desde mucho antes que se iba a morir. Tabaré Vázquez, desde su profesión de oncólogo, ya le había advertido que Chávez no sobreviviría a la enfermedad que lo aquejaba.

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Cuando falleció y realizaron una prolongada ceremonia de velorio y entierro, Mujica fue uno de los presidentes más fotografiados cerca del ataúd. Circularon rumores de que había llorado, de que se había abrazado al féretro, de que había rogado por la salvación de su amigo. Todo mentira.

Nunca me acerqué al cajón de Chávez. Fue una novela que hicieron allá que no tiene nada que ver con la realidad. Cuando quedé frente al cuerpo, Maduro no estaba. Había un general que lloraba como una Magdalena.

Soy un tipo emotivo pero no me motivan tanto los cadáveres. Seré frío, pero en realidad me comporté como un espectador. Demasiado frío. Y me impresionó el catolicismo de los tipos. La mayoría, y especialmente la femenina, se persignaba. Y había mucho taconeo y mano al pecho.

Lo que más pena genera en Mujica son esas personas que arrastran su enfermedad por meses o años y que son conscientes de que el sufrimiento solo se terminará con la muerte. Ese es su principal temor: llegar a un punto en el que pierda las facultades de su mente o de su cuerpo, pero no de su sistema respiratorio.

Ocurrió con personas muy cercanas a él. Desde amigos de la política a los que iba a visitar postrados en alguna casa de salud, hasta su hermana, que convivió gran parte de su vida con una esquizofrenia y debió valerse de los demás durante los últimos años.

La tragedia es no poder comunicarse, es intentar mantener el puente de conexión con el mundo y darse cuenta de que solo queda un hilo intransitable. “Es cruel la vida en esos casos”, repetía. “Me puede tocar, aunque ojalá no. Ojalá que la muerte piadosa llegue antes, porque más vale morir, te digo la verdad. Hay cierta forma de vida en la que a veces la muerte nos deja libres”.

Sentía el desgaste de los años siendo presidente. Le costaba dormir, a veces le dolía la cadera, algunos días su memoria daba señales de pequeñas fisuras, sus piernas acusaban una mala circulación, pero nada de eso le dificultaba pensar con claridad. “El problema es que funcione la cabeza. Es lo principal. Yo tengo responsabilidad y eso te exige y es un incentivo para vivir”, aseguraba. Una médica lo acompañaba en cada uno de sus viajes al exterior y le hacía un seguimiento semanal en Montevideo. “Me la tengo que bancar”, decía y a veces hasta aceptaba algunos de sus consejos.

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Recordaba la muerte de su padre como incentivo para tomar algún recaudo. Tenía siete años cuando murió su progenitor y todavía lo rememora de una forma muy nítida: silencios prolongados, momentos incómodos, historias que construyen los adultos y que los niños nunca creen.

“Creo que murió de cáncer pulmonar pero me cagaron a mentiras”, dice Mujica. “El asunto es que los niños se dan cuenta de todo, son mucho más perceptivos de lo que los adultos piensan”.

Hasta el día de hoy carga con esos días en su espalda. Demetrio Mujica falleció a los 47 años y él sintió su ausencia, aunque reivindica la forma en la que su madre resolvió el problema.

Mi madre murió a los 80, la edad que más o menos tengo yo ahora. Me faltó el padre, pero mi madre era una tana de un carácter bárbaro y se encargó de que no lo sufriera tanto. Una mujer increíble. Levantaba las bolsas de 50 kilos ella sola y manejaba la casa, los números, todo. Una mujer de campo. Tenía un carácter bárbaro.

Con Lucía procuró espantar a la muerte. “Los compañeros caían y los mataban un día sí y al otro también”, recuerda. Los unió las ganas de vivir. Se aferraron el uno al otro para combatir a ese final que los acosaba por las calles de aquellos años. Conjugaron amor con instinto de supervivencia y lo hicieron tan bien que nunca más se separaron.

Y cuando resolvieron casarse, otra vez estuvo la muerte. “Nos estamos poniendo viejos”, se dijeron. “Me voy a morir yo o te vas a morir vos”, evaluó Mujica. Y tomaron la decisión de contraer matrimonio. “Para arreglar los papeles”, argumentan.

La ceremonia fue en la cocina de la casa de Rincón del Cerro. Hasta allí llegó el juez para unirlos en matrimonio. El mismo lugar que eligieron para los últimos años, del que Mujica anuncia que solo se irá “con las patas para adelante”. El lugar de la serenidad y de la muerte más dulce.

El tiempo sirvió a Mujica para comprender que nadie es tan importante como cree ni logra siquiera una parte de lo que se propone. Los años bien vividos generan la sabiduría del cansancio y una especie de humildad estratégica. Ese estado es el necesario para poder asumir la muerte.

Hay gente que no puede asumirla y muere infeliz. ¡Es brutal! Es una regla fundamental de la naturaleza y hay que incorporarla. El asunto es que hay que amar la vida que uno vive.

Pienso en el momento en que no esté y creo que me van a empezar a valorar dentro de diez años. Pero yo voy a estar muerto y enterrado. Así que chau, no le doy más vueltas. Cuando piense que me voy a morir, iré a la cama y me acostaré a dormir tranquilo.

Sin embargo, se puso un poco más místico durante los últimos años. Siguió siendo ateo, con la naturaleza como su principal motivo de adoración, pero empezó a respetar más todo lo construido por las religiones a lo largo de la historia. Relataba cuando siendo guerrillero estuvo en el Hospital Militar, luego de recibir varios balazos y las monjas visitaban de noche a los moribundos para intentar darles un alivio: “No es poco servicio ayudar al bien morir y ahí empezás a ver a las religiones de otra manera. Uno no comparte, pero respeta”.

Dos aspectos son los que para Mujica explican la continuidad de los distintos credos a lo largo de los siglos: la necesidad del individuo de trascender y su miedo a la muerte y a lo desconocido.

Y elaboraba su propia teoría al respecto, desde su posición de panteista, como se define con referencia a su creencia en la naturaleza como lo más parecido a lo divino.

“Pepe” en el campo. Foto: AP

“Pepe” en el campo. Foto: AP

—Los seres superiores, entre comillas, son los unicelulares que estaban 2500 millones de años antes que nosotros y que van a seguir. ¿Dónde existe la muerte entre los procariotas, cuya reproducción es la división? ¿Dónde está la muerte? La muerte está cuando eso se agotó. ¡Qué cosa curiosa! Los seres más eficientes son los microscópicos, los que tienen más relación con el medio ambiente de acuerdo con los perímetros que tienen y lo hacen rendir mucho más. Ahí entramos en la clave de la vida. Hace por lo menos 2500 millones de años que hay procariotas arriba de la Tierra; los pluricelulares como nosotros llegamos ayer.

—El hombre puede argumentar en respuesta que es él quien investiga y llega a esas conclusiones.

—A eso respondo que es brutal la petulancia del hombre. Hay una visión antropomórfica que coloca al hombre en el medio. Si se prioriza y analiza la vida a lo largo del planeta, el hombre es muy diminuto e insignificante.

—Una típica discusión de campaña electoral.

—Imaginate. Yo sé que hay cosas que no puedo decir porque no me entiende nadie un carajo. Por ejemplo: el origen de todo es la luz. Estoy convencido de eso. En definitiva los incas tenían razón con el tema del Padre Sol. La fotosíntesis es la base de todo. A veces tiro cosas de estas por algún rincón. Pero yo sé que en la mayoría de los casos son margaritas a los chanchos.

—No está mal decirlo. Siempre hay alguno atento.

—Claro, algo queda. Y es importante entender todo esto porque nos lleva a un concepto de humildad. Somos absolutamente insignificantes y hay que saberlo. Hay como treinta reacciones en cadena de la fotosíntesis y nosotros solo sabemos la primera y la última. No hay cosa más importante arriba de la Tierra que esa y nos seguimos creyendo muy trascendentes e importantes.

—También inmortales.

—Es tan corta la vida que hay que hacerle un corralito de silencio y respetarla. Dejar el corralito puesto. Después todo va a seguir, pero para la persona ese corralito es importante y hay que vivirlo con compromiso, disfrutarlo sin atajos.

Dejar de ser presidente con casi 80 años. Un desafío para cualquier persona y más para alguien con una existencia muy intensa. Por eso, Mujica planificaba actividades para el día después del 1 de marzo, luego de pasarle la banda presidencial a Tabaré Vázquez.

“Si me quedo quieto, me muero”, repetía hasta el cansancio mientras elegía el despacho que utilizaría como senador y aceptaba invitaciones desde el exterior para realizar conferencias.

Preparaba también un viaje a Muxika, en España, la tierra de sus antepasados. Allí estuvo por primera vez como presidente. Ahora quería ir con Lucía y sin las obligaciones y el protocolo del cargo, instalarse una semana entera y disfrutar de ese pueblo de unos miles de habitantes y absorber parte de su historia.

Ya a mediados de su gobierno soñaba con ese momento. La vejez lo volvió un poco más curioso sobre su origen. Investigó quiénes fueron los primeros Mujica en Uruguay y hasta accedió a un árbol genealógico de su familia.

El primer Mujica vino para acá en 1742. Me hicieron una investigación entera y me trajeron los documentos. Fue diez años después de fundado Montevideo. Era casado con una Cipriani. Una botija de 15 años y él tenía 19 años. Se casaron en Tolosa y se vinieron.

Era Muxika y después se fue transformando. Se castellanizó. Ellos ya firmaban Mujica. Un nieto de este señor era mi abuelo: don José Cruz Mujica, cuyo panteón está en el Cementerio del Buceo. Era un vendedor con un carro. Vendía cosas por las estancias, en Florida. Mi padre hizo lo mismo. Siempre existió en la familia ese amor por el campo.

Volver a los orígenes, montar una escuela agraria en su chacra de Rincón del Cerro, seguir alimentando y disfrutando ese lugar de consagración de la oveja negra, todo eso tenía preparado para el día después. Cerca de diez años habían pasado desde que nos respondió “esa verga no es para mí”, cuando le preguntamos si sería presidente. Lo fue y terminó su mandato sin saber si era o no era para él.

“No sé si seré bueno gobernando, pero que junto votos, junto votos como loco”, nos dijo durante los últimos días a cargo del Poder Ejecutivo. Tenía dudas sobre su capacidad para gestionar, no para convertirse en un ejemplo de lo diferente.

Si sirvió o no sirvió depende de los factores que se tengan en cuenta. La popularidad mundial está fuera de discusión, pero el terremoto interno que había imaginado solo sacudió el deber ser y no la estructura del país. Se fue sin registrar ningún cambio radical aunque sí con la sensación de que, después de su pasaje por el poder, había otro tipo de quiebre.

“La última es en el cajón”, respondía luego de que decenas de personas le pidieran para sacarse fotos en cualquier evento público o cuando caminaba por la calle.

“Voy a ir a un entierro”, dijo en su visita a Washington cuando le preguntaron insistentemente qué haría después de terminar de ejercer como presidente. Habló del viaje a Muxika, de la escuela agraria en su chacra y luego pronunció esa frase. Se hizo un silencio cuando dijo “entierro”. Lo dejó durar unos segundos y repitió: “Voy a ir a un entierro: el mío”.

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21 Responses to “LECTURA | El machismo en México es atroz, te dan ganas de agarrarte la cabeza: “Pepe” Mujica”

  1. Pepe Mujica le quito lo hueco y lo fatuo a la presidencia y dejo constancia de como se sirve a su pueblo, con sencillez modestia y entrega total.
    Muy bien Pepe.

    • Pepe Mujica es UN HOMBRE cabal, fuera de serie… ¡Íntegro! Un ser simentado de pies a cabeza con la firme ideología del bien social sobre los necesitados. Un hombre que siempre tuvo la claridez del mundo y su complejidad, pero sin perder de vista que “uno” actuando hacen más que miles mirando. Si en cada país hubiera un “Pepe Mujica” el mundo seria diferente…

  2. La mitocondria dice:

    Cuántas leguas de razón diferencian a un hombre que cimenta su ideario a apartir de la división celular y la fotosíntesis . A otro cínico que clama feróz y redundantemente desde las tribunas más altas – a diferencia del propio Obama quien en su oportunidad le dio cátedra- su fobia por su conveniente y malentendido “populismo”.

  3. Itzel dice:

    Por favor como si en su país Uruguay no hubieran hombres machistas, personas racistas, pobres, abusos, desigualdad, problemas sociales, clasismo, si hasta en diarios europeos se habla de estos problemas que se enfrentan hoy en día en uruguay y que van siendo muy graves y estan creciendo. Primero que arregle los problemas de su país y luego que se admire de los otros países…Y además generaliza, dice que “todos los mexicanos hablamos como cantinflas”…Y de verdad todos las personas de su país hablarán como reales miembros de la lengua española? Generalizar es de estúpidos; bastante estúpido este comentario del tipo este…

    • Alicia Jiménez dice:

      Creo que lo que dice es verdad en cuanto al “machismo” , lo he sufrido todas las veces que viví en México, y soy Mexicana. He tenido la fortuna y la oportunidad de comparar en otros países. Hay cosas maravillosas en mi país y también hay cosas terribles como el “machismo y la discriminacion” que se dan en mi país y no es exclusivo de los hombres, las mujeres son aún más crueles con las propias mujeres. Un argumento para invalidar los problemas en México es: ” porque no se va si no le gusta cómo es México”, en lugar de buscar superar los errores, se esconde la cabeza como el avestruz.
      Pepe Mujica, que tus reflexiones lleguen a los hombres y mujeres nobles de corazón.

      • Itzel dice:

        Tienes mucha razón en muchas cosas que dices, desgraciadamente el machismo esta presente en nuestra cultura latinoamericana, pero no solo en México, también lo hay en el resto de latinoamérica. Es también cierto cuando dices que muchas veces las mujeres son peores ya que también soportan y apoyan conductas machistas. Pero también es verdad que hay caballeros en México yo he tenido la suerte de conocer y estar con hombres mexicanos respetuosos y super atentos. Como mujer es importante que te des cuenta de las señales que un hombre te manda cuando sales con él, y si ves que es machista pues no vale la pena, al menos para mí, a la primera señal de “machismo” o “agresividad” lo mejor es no volver a verlo, yo siempre le exijo respeto al hombre y si no me lo da, pues hasta nunca…

      • Pluricelular dice:

        20 cosas interesantes en el artículo y a ti lo que te afecto fue lo del machismo
        Hablando de margaritas…

      • SILVIA GTZ dice:

        Gracias Pluricelular
        -lean el artículo antes de opinar-

      • Itzel dice:

        Estas cieg@? El sr habló del machismo en México no leíste, ????? El machismo no te parece un problema importante????? Problema que el sr puso sobre la mesa…Entonces para tí esta bien que los hombres maltraten a las mujeres????? Has maltratado a alguna? O has visto que maltraten a alguna y no has hecho nada.??? Hablando de misogin@s…

      • Itzel dice:

        Pluricelular y SILVIA GTZ : Lean bien ustedes antes de opinar. pero lean bien todo el encabezado y el artículo, tal parece que no saben lo que es el encabezado de un artículo; ” El encabezado es un texto que se encuentra,hasta arriba de algunas públicaciones, tiene la misión de informar brevemente de que se trata el texto subsiguiente”( esto es una definición de encabezado), espero que dejen de ser tan ignorantes y misogin@s sobre todo tú: Pluricelular…”hablando de margaritas dices” …

  4. Alondra dice:

    Un hombre que entiende que el servicio es el motivo de un hombre en la presidencia de una país.
    La historia se encargará de juzgarlo,pero como mexicana, me encantaría un presidente que viviera, la vida como cualquier mexicano de a pie.
    Eso haría la diferencia que hizo el en su amado Uruguay.

  5. Fidel dice:

    Un presidente muy adelantado en el camino de la sabiduría, con máximas destiladas después de horas, días, años de introspección y diálogo interno.
    Mucho que aprender de este Gran Ser Humano

  6. CGC dice:

    Pepe Mujica les demostró a muchos que ser de izquierda no es una manera tramposa de acceder al poder para el beneficio propio. Y que esa humildad, que tiene y tuvo, es indispensable, aunque inusual (en México, casi absolutamente inusual) para el ejercicio del poder. No obstante, lo que dice el encabezado sobre los mexicanos (machistas y cantinflescos) no es lo que aparece en el capítulo, una disculpable pequeña trampa. El machismo en México, Don Pepe (y anexas) depende de la zona del país de que se trate. En el sur, por ejemplo, hay diversas comunidades, en especial indígenas, en donde las mujeres mandan, y en no pocas del resto del país. Si no lo sabremos. Y en otras donde el machismo es atroz (femenicidos a granel intolerables). ¿Cuál predomina? Tengo la impresión, en todo caso y para una valoración objetiva, de que en México hay muchas mujeres que sobresalen en muy diversos oficios: pintoras, músicas, compositoras, cantantes de arraigo popular, artesanas, escritoras (nada más asomarse aquí, a SinEmbargo), maestras universitarias (al menos, la mitad, o casi, son mujeres) y muy buenas en lo que hacen. Y creo que, relativamente, con mayor abundancia que en Sudamerica. Aquí siempre hay compositoras populares, por ejemplo, como Cosuelito Velázquez, María Grever, o Gloria Trevi (muy exitosa y respetada por su público (más allá de si nos gustan sus melodías). A ver, ¿cuántas Lila Downs (tan querida, tan creativa, tan popular y comprometida con sus raíces) hay por los lares de Don José Mujica? Y no sólo quiero referirme a Uruguay. Lo que es cierto, y tiene mucha razón Don José, es que cantinfleamos mucho, salvo las muy honrosas y magníficas excepciones. Mi admiración por Don José, ya quisiéramos uno así como presidente.

  7. charles dice:

    Por cierto un gran hombre de izquierda, quién hace corto con el peje, lo ve como un falso redentor.

  8. Andrés Manuel dice:

    En efecto, hay machismo en Mèxico. Pero Pepé es incorrecto. Él debió haber dicho: Me invitaron a una casa en GDL donde el machismo es atroz. Esa oración es la correcta.

  9. Carlos loya dice:

    Mujica es el CARMEN SALINAS de la política.. Cree wue por andar en vocho y ganarse la simpatia de muchos andando como miserable en vez de como mandatario de un pais, la da derecho de opinar de TODO.. JAJAJAJA

  10. El habla del machismo de la época de la revolución, se basa en una foto de Pancho Villa como dice el dicho, con sus dos viejas a la orilla, cree que estamos todavía en esos tiempos, pero bueno al fin y al cabo machismo de principios de siglo.

    • 1numero+ dice:

      Si, es que a diferencia de la época de la Revolución donde el país estaba bajo un contexto de guerra civil, el machismo de ahora sin necesidad de una guerra interina arroja unos índices alarmantes de feminicidios con los que convierten a Ciudad Juárez o todo el Estado de México en zonas de peligro para las mujeres equiparables a los países sumidos en conflictos bélicos en Medio Oriente aunque nosotros ni seamos musulmanes, ni estemos en situación de “guerra santa” (vaya termino absurdo), ni haya terroristas (ni falta nos hace).
      Por si fuera poco, de acuerdo con la ONU, México ocupa el segundo lugar a nivel mundial (u ocupaba, no sé si ya sea el primero) en trata de blancas.
      Nada mal para un país que se jacta de Guadalupano y que se pone de rodillas ante la Virgencita.
      Claro que como no eres mujer, ignoras y desconoces el día a día que conlleva el acoso y hostigamiento a toda maldita hora en cualquier espacio público donde no sólo se “normaliza” esa cultura violenta, para algunos hasta considerada un elogio (enfermo y distorsionado, claro está) a través del piropo, las miradas lascivas e incisivas, más bien invasivas y cínicas, y los tocamientos a la menor oportunidad.
      Todo esto, desde luego, en la “progresista” Ciudad de México, capital del país porque de provincia, mejor ni hablamos, alucinarías con las historias de violación y maltrato que hay.

  11. Guillermo Franco dice:

    Es tonto quien considere que de un vistazo rápido conoce un País, , no hay Quien más machismo que en su casa, que empiece li.oiabdo su casa

  12. Clo dice:

    Machismo hay en todos lados. Aquí (Uruguay) no es la excepción. También femenicidio. Y no dio ni un discurso en contra de eso aquí mientras fue presidente. Ni ahora. Voté a Mujica, pero francamente con ese hábito de “hago lo que pienso” no hizo caso a los que le quisieron dar una mano para mantener nuestra economía tan próspera como la encontró, y terminó destrozando lo poquito que se había conseguido. Todo bien con el Pepe, pero si anda con ganas de hablar que suelte la lengua acá para pedir disculpas a los uruguayos por ser más terco que sabio, más del “esto es así porque yo lo digo”. Y no, no era así… e hizo una chanchada tras otra. Quiere hablar? Que hable…. pero sobre lo que hizo y deshizo acá.

  13. joshua dice:

    mmmtamales…
    ya nos chingó, dice que hablamos como cantinflas…

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