Dramaturgo, actor, director, luchador contra los derechos sociales y de los trabajadores, Dario Fo hizo del teatro el escenario ideal para la crítica mordaz contra el abuso de los poderosos. La sátira y la comedia fueron las espadas con la que Fo combatió injusticias, incluso las que recibió en carne propia. Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1997, y murió ayer, justo el día en que la Academia Sueca le otorgó ese mismo reconocimiento al músico y poeta Bob Dylan.
Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).– Cuando en 1997 recibió el Nobel de Literatura por “emular a los bufones de la Edad Media con sus ataques a la autoridad y por mantener la dignidad de los oprimidos”, el dramaturgo y también actor Dario Fo confesó que el reconocimiento era “una compensación por tantas humillaciones sufridas a lo largo de nuestra vida”.
Il Maestro, como le llamaban todos, nació en Sangiano [Lombardía, Italia] en 1926 y murió ayer en un hospital de Milán, donde fue ingresado por problemas respiratorios. Tenía 90 años.
Intelectual, ateo, crítico de la Iglesia católica, de la guerra, del poder y la corrupción política, de la precariedad humana, escribió decenas de obras de teatro, guiones de cine y televisión, además de novela, que tienen como eje la comedia y la sátira.
“La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”, decía.
Fue hijo de Felice Fo, un jefe de estación del ferrocarril estatal italiano, razón por la cual la familia se mudó en varias ocasiones a distintas regiones del país.
Felice fue definitivo en el futuro de su hijo. Era un actor aficionado y defensor del socialismo. Además, el dramaturgo conntó, en diversas ocasiones, que aprendió a contar historias gracias a su abuela materna.
En 1940, Dario se trasladó a Milán para estudiar arquitectura en la Academia Brera, pero la II Guerra Mundial truncó sus planes. Su familia era miembro activo de la resistencia antifascista y, presuntamente, el joven Fo ayudó a su padre a trasladar refugiados y soldados aliados a Suiza. Cerca del final de la contienda fue reclutado para la armada de la República de Salò, pero consiguió escapar y mantenerse escondido hasta el final de la guerra.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Dario Fo continuó sus estudios de arquitectura en Milán y su familia se trasladó también a dicha ciudad. Allí, Fo se implicó en el movimiento piccoli teatri [“pequeños teatros”] y comenzó a representar monólogos improvisados. A comienzos de la década de los 50 inició su trayectoria como actor, participando en diversos grupos teatrales que actuaban en pequeños locales, entre ellos el de Franco Parenti. Al mismo tiempo escribió sus primeras obras para ser interpretadas en el teatro, la radio y la televisión.
A mediados de los años 50 también trabajó como guionista cinematográfico, y abandonó de forma gradual su labor como asistente de un arquitecto. Para muchos críticos, Fo fue esencialmente un comediante. Pero este excelente intérprete y director escénico supo fundir con enorme habilidad diversas tradiciones textuales: el humor de las vanguardias, la comicidad de la commedia dell´arte y la sátira política.
CONTRA LA CENSURA Y LOS PODEROSOS
En 1951, Dario Fo conoció a Franca Rame, hija de una familia con amplia trayectoria teatral, y se comprometieron. Después de un episodio de censura a causa de unos monólogos satíricos que escribió para la cadena de radio estatal RAI, Dario Fo tuvo que volver a enfrentarse al control estatal con la obra Il dito nell’occhio, una pieza escrita y dirigida por él que fue censurada por el Gobierno y la Iglesia católica. No obstante, la compañía teatral encontró algunos teatros en los que representarla, no sin dificultades, y el público acogió el espectáculo con entusiasmo.
Franca Rame y Dario Fo se casaron el 24 de junio de 1954. Dario Fo trabajaba entonces para el Piccolo Teatro en Milán y sus obras, a pesar de continuar siendo populares, seguían enfrentándose con la censura. Un año más tarde, Fo y Rame trabajaron en la producción de películas en Roma. Fo se convirtió en guionista cinematográfico y trabajó para varias producciones, incluyendo algunas de Dino De Laurentiis. Su hijo Jacopo nació el 31 de marzo del mismo año.
Algunas de las obras representadas en este período, siempre con elevada carga social y política y muchas de ellas censuradas por el gobierno transalpino, fueron Los arcángeles no juegan a las máquinas de petaco (1959), Tenía dos pistolas con los ojos blancos y negros (1960), Quien roba un pie es afortunado en amores (1961), Isabela, tres carabelas y un charlatán (1963) y La culpa siempre es del diablo (1965).
En 1959, él y Franca regresaron a Milán y fundaron la Compagnia Dario Fo-Franca Rame, para la cual escribió obras, actuó, dirigió, diseñó vestuarios y escenografías. En 1960, ambos lograron un notable reconocimiento nacional gracias a la obra Los arcángeles no juegan a las máquinas de petaco, representada en el Teatro Odeon de Milán y llevada después a escenarios de Suiza y Polonia. En 1962, Dario Fo estrenó una obra sobre Cristóbal Colón titulada Isabella, tre caravella e un cacciaballe, que le ocasionó violentos ataques por parte de grupos fascistas, al grado que el Partido Comunista Italiano se encargó de la seguridad de Dario y Franca.
La Signora è da buttare (1967) es otro texto de Fo que levantó polémica, ya que trataba sobre la Guerra de Vietnam y el asesinato de John F. Kennedy por parte de Lee Harvey Oswald. El Gobierno de Estados Unidos lo acusó de ser irrespetuoso con el Presidente Lyndon B. Johnson –quien asumió el cargo tras el homicidio de Kennedy– y denegó la visa de entrada al país a Dario Fo durante varios años. En 1968, Fo y Rame crearon la Associazione Nuova Scena, un colectivo teatral con escenarios portátiles que viajó por toda Italia. Un año después, Fo presentó Misterio Buffo (1969), una obra tremendamente popular de la que hizo más de cinco mil representaciones. Este texto ha influido en un gran número de jóvenes actores y constituyó los cimientos sobre los que se alzaría el popular teatro denominado di narrazione.
RUMBO AL NOBEL
En 1970, Fo y Rame dejaron la Nuova Scena debido a diferencias políticas y fundaron su tercer grupo teatral: Collettivo Teatrale La Commune. Este grupo produjo piezas basadas en la improvisación y que criticaban asuntos de actualidad.
Muerte accidental de un anarquista (1970) criticaba el abuso de las fuerzas de la Ley y el orden, y está basada en la muerte del anarquista Giuseppe Pinelli. En medio de polémicas y enfrentamientos con la policía y grupos de carácter radical, el 8 de marzo de 1973 su esposa fue raptada por un grupo fascista liderado por oficiales de alto rango de los Carabinieri de Milán; fue violada y torturada. Rame regresó a los escenarios a los dos meses, para representar nuevos monólogos anti-fascistas. Distanciado del Partido Comunista a partir de los años 1980, estrenó Trompetas y frambuesas y Escarnio del miedo (1981), inspirada en el secuestro de Aldo Moro.
Tras una vida luchando contra la censura eclesiástica y gubernamental, contra las ideas fascistas, contra el crimen organizado y contra cualquier tipo de control aplicado a las artes –destacando dentro de su obra literaria Misterio Bufo (1969), Muerte accidental de un anarquista (1970), Fedayin (1971) o Aquí no paga nadie (1974)–, el 9 de octubre de 1997 recibió el Premio Nobel de literatura y cinco años más tarde apareció su autobiografía: El país de los murciélagos (2002).
En una entrevista, publicada en la revista El Cultural, de España, se le preguntó si aún perseguía la idea de ponerse al servicio de fuerzas revolucionarias y llevar la justicia a la clase obrera.
“Por supuesto. Siempre hay que luchar por la idea de la masa al poder. Yo sigo combatiendo a través de mi teatro por los problemas de la salud, de la respirabilidad del aire, la contaminación de los coches, la acústica… Aquí, en Milán, cada día hay tres muertos de cáncer producido por la contaminación atmosférica. Esas son las cosas contra las que hay que luchar: es ‘la indignación ante la tragedia’”, respondió.
También se le preguntó por las cosas que le indignaban.
“¿Qué me indigna hoy? Todo lo que es contrario a lo que busco con mi teatro: me indigna la hipocresía, el poder que siempre quiere más poder, el uso de las guerras para imponerse… Me indigna la gente que no se implica. Callar es una forma de colaborar. No entrometerse no quiere decir no participar, aunque es la forma más indigna, más incomprensible, más mansa de hacerlo”.
Muerte accidental de un anarquista (fragmento)
“¿El pueblo pide una auténtica justicia? Nosotros en cambio conseguimos que se conforme con una menos injusta. Los trabajadores gritan basta ya de la vergüenza de la explotación bestial, y nosotros procuraremos sobre todo que no se avergüencen más; pero que sigan siendo explotados… quieren no morir más en las fábricas, y nosotros pondremos alguna protección complementaria, algún premio para las viudas. Quieren ver cómo desaparecen las clases… y nosotros haremos que ya no haya tanta diferencia, o mejor aún, ¡qué no se note tanto! Ellos quieren la revolución… y nosotros les daremos reformas, muchas reformas… los ahogaremos en reformas. O mejor aún, los ahogaremos en promesas de reformas, ¡porque tampoco se las daremos nunca!”.
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