Ciudad de México 26 de agosto (SinEmbargo).- La influencia de factores no genéticos en el desarrollo de un organismo a través de las generaciones es un tema que ha sido ampliamente discutido a lo largo de los años. Sin embargo, la idea de que los factores ambientales pueden afectar a los genes de los hijos o herencia epigenética, ahora podría quedar demostrada, todo gracias a los horrores de la guerra.
A esta conclusión llegó un estudio, luego de encontrar que los cambios genéticos derivados del trauma sufrido por los sobrevivientes del Holocausto son capaces de ser transmitidos a sus hijos. Esto, por otra parte, es la señal más clara hasta ahora de que la experiencia de vida de una persona puede afectar a las generaciones posteriores.
Quien dio con esta instancia fue un un equipo de investigación en el Hospital Mount Sinai de Nueva York, dirigido por la profesora de psiquiatría y neurociencia Rachel Yehuda. El estudio, a su vez, se deriva del análisis genético de 32 hombres y mujeres judíos que, o bien fueron internados en campos de concentración nazis, presenciaron o experimentaron tortura, o que tuvieron que vivir ocultos durante el Segunda Guerra Mundial, dio a conocer el diario británico The Guardian.
Así mismo, el estudio analizó los genes de la descendencia de estos sobrevivientes –que son conocidos por una incrementada probabilidad de padecer trastornos de estrés– y se compararon los resultados con las familias judías que durante la guerra vivían fuera de Europa. «Los cambios genéticos en los niños sólo pueden atribuirse a la exposición del Holocausto de los padres», dijo Yehuda.
Por otra parte, el equipo descartó mediante análisis clínicos que esto se debiese a experiencias traumáticas vividas por los hijos, por lo que se llegó a la conclusión de que las características fueron heredadas de sus padres.
El equipo estuvo especialmente interesado en una región de un gen asociado con la regulación de las hormonas del estrés, que es conocido por ser afectado por traumatismos. «Tiene sentido mirar a este gen», dijo Yehuda. «Si hay un efecto transmitido de trauma, sería en un gen relacionado con el estrés que da forma a la manera en que se hace frente a nuestro entorno».
De esta manera, los especialistas encontraron etiquetas epigenéticas en la misma parte de este gen, tanto en los sobrevivientes del Holocausto como en sus descendientes. En cambio, la misma correlación no se encontró en ninguna persona del grupo de control o sus hijos.
En el caso de los hijos de los sobrevivientes del Holocausto, existe la sospecha de que su predisposición a sufrir desórdenes vinculados al estrés se deba al hecho de haber escuchado historias terribles de esta experiencia en los relatos de sus padres. Sin embargo, para Yehuda, esto es muy poco probable, ya que no permitiría explicar las diferencias que se manifestaron en los casos en los que el sobreviviente fue la madre o el padre, publicó la cadena BBC.
Así, de acuerdo con el estudio, los hijos de padres con desorden de estrés postraumático son «probablemente más propensos a la depresión», mientras que el efecto contrario parecería darse en los hijos cuando las madres presentan el mismo trastorno.
El trabajo es el ejemplo más claro en los seres humanos de la transmisión de un traumatismo en un niño a través de lo que se llama «herencia epigenética», la idea de que las influencias ambientales como el tabaquismo, la dieta y el estrés pueden afectar a los genes de hijos y posiblemente hasta nietos.
La idea es controvertida, sobre todo dado que la convención científica indica que los genes contenidos en el ADN son la única forma de transmitir información biológica entre generaciones. Sin embargo, lo cierto es que nuestros genes son modificados por el medio ambiente todo el tiempo, a través de etiquetas químicas que se adhieren a nuestro ADN, encendiendo y apagando los genes.
Por otro lado, estudios recientes sugieren que algunas de estas etiquetas de alguna manera podría ser pasada de generación en generación. Esto quiere decir que el medio ambiente podría tener un impacto en la salud de nuestra descendencia.
Otros estudios han propuesto una conexión más tentativa entre la experiencia de una generación y la siguiente. Por ejemplo, las niñas que nacieron de mujeres holandesas que estaban embarazadas durante una hambruna severa al final de la Segunda Guerra Mundial presentaron un riesgo superior a la media de desarrollar esquizofrenia. Del mismo modo, otra investigación demostró que los hombres que fumaban antes de la pubertad engendraban hijos más pesados que la descendencia de aquellos que empezaban a fumar a mayor edad.