Ciudad de México, 13 de abril (SinEmbargo).- Aunque a muchos aún les parezca una unión poco convencional, las artes y la ciencia suelen hacer mancuerna muy a menudo. No obstante, aún hay a quien le parece extraño que ambos ámbitos se entrecrucen. A pesar de esto y del recelo que pueda causar, lo cierto es que se trata de una asociación que da resultados de una gran calidad.
Cierto, la tecnología puede ser una útil herramienta pare el desarrollo artístico; pero, ¿de qué manera podría funcionar a la inversa?
El Museo de Historia Natural de Estados Unidos es el escenario de la puesta en escena llamada «On the Nature of Things». Podría pensarse que se trata de un espectáculo de danza más que ha elegido para sus propósitos un entorno poco convencional, sin embargo, es algo que responde a más que una simple tendencia.
La obra es una colaboración entre la coreógrafa y bailarina Karole Armitage, y el afamado biólogo e investigador de la Universidad de Stanford, Paul Ehrlich, quienes tienen la esperanza de demostrar que el simple acto de presentar hechos científicos ha hecho poco para cambiar la forma en que los humanos interactúan con su entorno. Así, la dupla clama que la humanidad necesita un nuevo método de presentar el cambio climático como un problema que no podemos ignorar, y ese método debe incluir el arte, publicó The Huffington Post.
«Sé que los científicos se sienten frustrados», dice Armitage sobre el fenómeno del cambio climático. «Ellos [los científicos] han estado dando los hechos por más de 25 años y no ha cambiado el comportamiento».
De esta manera, Armitage pone la parte coreográfica y Ehrlich aporta la narración poética, que son incluidas como un componente de una experiencia musical cortesía de compositores como John Luther Adams, Philip Glass, Michael Gordon, Henryk Górecki y Arvo Pärt.
La presentación de 60 minutos se lleva a cabo a través del Salón de la vida del océano del museo, con la participación de más de 30 bailarines pertenecientes a la Armitage Gone! Dance Company, Manhattan Youth Ballet y otras comunidades de danza en Nueva York que se mueven acompañando las palabras de Ehrlich: una adaptación de su conocido ensayo «On Closing the Culture Gap» (El cierre de la brecha cultural).
«Los movimientos [de los bailarines] nunca son literales en relación con el texto», dice Armitage. «Tienen el propósito de evocar los peligros y la armonía y el caos de nuestro mundo, que viene a través de la música y el lenguaje corporal… Nuestro trabajo fue equilibrar un texto objetivo, muy sin prejuicios, con la danza y la música».
«Los científicos creen hoy que dicha información crítica debe ser difundida y rápidamente actuar para evitar la catástrofe», dice Ehrlich. «Pero eso no sucede, como es indicado por el ‘hablar mucho, actuar poco’ del estado del cambio climático. La necesidad central es evidente para no hacer más investigación en ciencias naturales (aunque en muchas áreas sería muy útil). Más bien, las ciencias sociales y las humanidades deben ser reorganizadas y reorientadas (‘reiniciadas’) para proporcionar una mejor comprensión de los comportamientos humanos y la forma en que se puede alterar».
Ehrlich y Armitage están de acuerdo en que estos problemas se pueden presentar juntos en el arte. «Las artes subestiman su potencial para mantener la sociedad en marcha», agrega el investigador. Ehrlich cita La cabaña del tío Tom y la primera fotografía de la Tierra desde el espacio como perfectos ejemplos del poder de la visualización de temas de nuevas maneras y las dificultades que a veces se le presentan a las personas para para visualizar enormes problemas. De esta manera propone a las emociones como una forma de crear empatía hacia cierta situación o contexto.
«El arte es a menudo un retrato de estar vivo en tu tiempo», agrega Armitage. «El cambio climático es parte de nuestro tiempo».