Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).- Las impresiones en 3D pueden volver realidad muchas cosas, desde zapatos, hasta armas e incluso estaciones espaciales. Sin embargo, la aparición de este tipo de tecnologías no se limita sólo a objetos o refugios, ahora también las impresiones tridimensionales pueden estar dentro del cuerpo en forma de huesos.
Lo anterior puede convertirse en una realidad gracias a investigadores de la Clínica Universitaria de Friburgo, quienes trabajan en una impresora 3D que lograría imprimir huesos con sus propios vasos sanguíneos, un método con el que los implantes ensamblarían mejor con los tejidos naturales que se encuentran a su alrededor.
De esta manera, sólo sería necesario unir los vasos sanguíneos del propio paciente con los de la impresión en el espacio existente entre el implante y los tejidos adyacentes. Así, el implante quedaría irrigado con sangre relativamente rápido, a diferencia de otros métodos en los que hay que dejar que los vasos sanguíneos emerjan del implante a partir del tejido adyacente, un proceso que puede durar hasta dos semanas, dio a conocer el servicio de radiodifusión internacional Deutsche Welle.
«Esta técnica supondría una mejora decisiva, ya que lograríamos ganar tiempo», dice Günter Finkenzeller, director del Departamento de Investigación de ingeniería de tejidos y Cirugía plástica de la Clínica Universitaria de Friburgo.
No obstante, antes de dar el primer paso, hay que empezar por desarrollar una impresora adecuada. Uno de los problemas a los que se enfrentarán los investigadores será el hecho de que las impresoras 3D solo admiten materiales sintéticos. Funcionales y resistentes, pero el cuerpo humano no los tolera especialmente bien. Para esto es necesario una impresora 3D que permita imprimir determinados fluidos como los llamados hidrogeles. Así mismo, para que todo el proceso funcione, los hidrogeles deben portar, si es posible, células del propio paciente.
«Queremos imprimir osteoblastos, es decir, células generadoras de tejido óseo. También planeamos imprimir células endoteliales, o sea, las que recubren por dentro los vasos sanguíneos», dice Finkenzeller. El investigador dice que en el futuro podrían usarse células madre, las cuales que podrían cultivarse en el tejido graso. Estás después se transformarían en células óseas que se incorporarían a los hidrogeles que fueran a imprimirse.
Para los investigadores, lograr y trasladar la técnica para su aplicación en consultas y hospitales es una meta a largo plazo estimada entre siete y 10 años. No obstante, llegado el momento, el concepto de medicina personalizada podría adquirir una nueva dimensión. Por medio de radiografías y tomografías, los médicos podrían hacerse una idea exacta de qué partes óseas del paciente deben ser sustituidas.
En este punto, se reproduciría tridimensionalmente la forma exacta de los huesos y, al ser utilizadas las células madre del propio paciente, podrían imprimir el implante óseo perfecto, lo cual tendría aplicaciones ideales en el caso de un cáncer óseo, por ejemplo, al sustituir los huesos afectados. Sin embargo, no sólo los huesos serían el único campo de aplicación de las impresoras 3D. «Tienen un potencial muy alto, no sólo en el ámbito de los tejidos óseos, sino en el de cualquier tejido que deba ser sustituido, ya sea piel o cartílago», agrega Finkenzeller. «Si uno piensa en la cantidad de personas que padecen artrosis, nos encontramos con otro extenso campo de aplicación».