Nombre: Luis Gregorio Sosa Grajales.
Originario: Veracruz.
Profesión: Maestro en Investigación Educativa. Especialista en tecnologías de la información y la comunicación y redes sociales.
Puesto: Asesor en la Secretaría de Educación Media Superior (SEM).
En términos generales, América Latina siempre ha sufrido en cuanto al tema tecnológico. Es una escena común que se ha repetido en las últimas décadas en las que se entiende que la idea de tecnología está vinculada a la innovación. En México es un hecho del cual, gobiernos y políticos en general han aprovechado.
Sin embargo, al mismo tiempo, la sociedad misma no alcanza a comprender que se quiere decir con “innovación”. Se trata de vacíos del conocimiento evidentes que pocos abordan. No obstante, hay especialistas como Luis Gregorio Sosa Grajales que tratan de establecer una relación entre la tecnología y la educación.
El interés de Sosa por la investigación educativa más allá de un interés personal y laboral. Su acercamiento a una temática específica como la tecnología y su relación con la educación se debe también a falta de información que es necesaria desde el punto de vista científico.
“Siento que, aunque parece que [la tecnología] es un tema del que se está hablando todo el tiempo, existen más vacíos de información que certezas clave”, dice Sosa.
Sosa Grajales se desempeña como asesor en materia de ciencia y tecnología y se relaciona con la investigación de temas educativos desde hace siete años.
“Los últimos cinco años en lo que me he especializado más es en el tema de las redes sociales… su relación con la sociedad en general, pero también su relación muy cercana con el tema de la educación”, dice. “Justamente lo que trataba entonces es de acercar esta temática que puede sonar muy innovadora, muy nueva… y genera estos vacíos de conocimiento.”
¿POR QUÉ HAY VACÍOS?
De acuerdo con Sosa Grajales, la presencia de vacíos de información se debe precisamente a que justamente se trata de una temática que está en pleno proceso de desarrollo, misma que no debe dejarse pasar por alto.
“Como siempre pasa con los temas nuevos, hay un escepticismo respecto incluso a la cuestión de si es un tema importante de estudiar, si es un tema importante en términos de ‘qué impacto está produciendo en la sociedad’, y justamente el que se trate de un fenómeno que está ocurriendo en este mismo momento nos lleva a que más tengamos desconfianza en los procesos que se están produciendo, a que tengamos la vista puesta en ellos, dado que se están desarrollando”, explica.
“Entonces, van a surgir en el proceso muchas preguntas que es necesario que nosotros estemos contestando a través de investigación aplicada, a través de cualquier tipo de desarrollo que nos permita a nosotros recolectar información, analizarla, obtener conclusiones, compartir esas conclusiones y discutirlas para que esto permita un crecimiento de conocimiento”, agrega.
Poner a los dispositivos tecnológicos y dotar de equipo tecnológico a los profesores puede agravar este problema de vacíos y no producen cambios significativos en materia didáctica.
Para Sosa, la alternativa más práctica para que vaya de la mano la tecnología con el aprendizaje es que el dispositivo mismo (hardware) sirva para los procesos, que contribuyan para que los procesos se hagan de manera más práctica.
“Hay procesos pedagógicos que no necesitan de dispositivos tecnológicos… de Internet o las redes sociales o las computadoras. Por supuesto que los hay, pero nos hemos metido en un discurso (y esta es una cuestión crítica de la educación contemporánea) en un discurso en el cual creemos que la tecnología tiene que estar omnipresente”.
De acuerdo con el especialista hay dos tipos de discursos que inciden en esto. En primer lugar se trata de un discurso político, que desde hace ya casi una década ha tratado de integrar la tecnología a los procesos educativos, principalmente debido a que existe la creencia de que la tecnología es igual a innovación y esta, a su vez, es igual a calidad educativa.
Lo segundo tiene que ver con un discurso dentro de la misma educación, la cual también ha impulsado la idea de que la tecnología va ser la que transforme el fenómeno educativo. Sin embargo, la mejor prueba de que esto no ocurre de esta manera se aprecia en espacios que la tecnología no ha tocado y se mantienen “sin ningún sobresalto”.
“Mientras la tecnología contribuya es buena, pero también forzarla nos puede llevar justamente a este tipo de situaciones”, agrega Sosa.