Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).- Con los nuevos lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los gobiernos tienen que replantear sus estrategias de etiquetado y regulación de alimentos, dijo la doctora Anabel Velasco, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), durante el 16o Congreso de dicho organismo.
El día de hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un nuevo pronunciamiento para reducir el consumo de azúcar, en el que recomienda bajarlo a menos del 10 por ciento del total de calorías ingeridas a diario, con el fin de reducir los riesgos a la salud.
La dependencia de salud de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) además extendió una recomendación «condicional», en la que sugiere reducir dicho consumo hasta el cinco por ciento o 25 gramos (seis cucharaditas), para obtener beneficios adicionales.
Mediante un comunicado en su sitio de internet, la OMS alerta de los azúcares «escondidos» en las comidas procesadas, que generalmente no se ven como endulzantes por el consumidor, por ejemplo, los cuatro gramos de azúcar que contiene una cucharada sopera de cátsup, un producto que no suele asumirse como altamente dulce o dañino.
De acuerdo con la especialista, actualmente en el INSP se llevan a cabo investigaciones para evaluar el impacto que las estrategias de prevención del sobrepeso, obesidad y diabetes implementadas por el gobierno de México, están teniendo en la salud de la población, como la regulación a la publicidad, el impuesto a productos «chatarra» y los cambios en el etiquetado.
Respecto a este último, destacó un estudio realizado en 2011 con estudiantes de la licenciatura en Nutrición, quienes presentaron dificultades para comprender el etiquetado frontal GDA, implementado por la Comisión Federal de Protección a Riesgos Sanitarios (Cofepris) en 2014, el cual es impulsado por las grandes empresas y utilizado por ellas desde hace varios años.
Mencionó que contrario a la anterior recomendación de la OMS de consumir 50 gramos de azúcar, el etiquetado GDA usa un limite de 90 gramos, y no hace distinción entre los azúcares naturales y los añadidos.
Dentro de los nuevos lineamientos, se toman en cuenta los azúcares libres, es decir, los monosacáridos, como la glucosa y la fructosa, y los disacáridos (sacarosa o azúcar de mesa), que se adicionan a los alimentos o bebidas desde su fabricación o en su preparación por el cocinero o consumidor final. Así como el azúcar que se encuentra naturalmente en la miel, jugos y concentrados de fruta.
Sin embargo, no se incluyen los azúcares naturales contenidos en la fruta fresca, vegetales o la leche, debido a que no se cuenta con evidencia de que existan efectos adversos por consumirlos.
«Tenemos evidencia sólida de que mantener los niveles de consumo de azúcares libres en menos del 10 por ciento del total de calorías ingeridas, reduce el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad y caída dental. Hacer cambios en las políticas para apoyar esto será la clave para que los países cumplan con sus compromisos de reducción de la carga de enfermedades no transmisibles», dijo Francesco Branca, director del departamento de Nutrición y Salud de la OMS.
Dichas recomendaciones, específicamente la que de manera explícita hace a consumir menos del 10 por ciento, tiene sus bases en la reciente evidencia científica que dice que reducirlo ayuda a bajar de peso y evitar la caries dental. La OMS menciona que esta «fuerte recomendación» puede ser adoptada como política.
Como parte de su Plan de Acción Global para combatir las enfermedades no transmisibles, la OMS actualiza sus guías de consumo de azúcar, las cuales se deben de complementar con otras, como las directrices para consumo de grasas, sobre todo las saturadas y trans.
Por su parte, la doctora Velasco envió una serie de recomendaciones al gobierno mexicano para que revisen los criterios nutrimentales, en especial los de azúcares en vista de los nuevos lineamientos internacionales, mantener la congruencia entre las diferentes regulaciones para mandar un mensaje claro a la población, así como involucrar un comité de expertos independiente sin conflicto de interés, apegado a las recomendaciones de organismos internacionales.