El estado de ánimo de la población se ha visto mermado por las condiciones de inseguridad, violencia, pobreza y descontento social que se viven desde hace varios años en el país, lo que ha ocasionado que casi el 10 por ciento de los habitantes en México esté diagnosticado con depresión, y con una propensión de que hasta 25 millones de personas desarrollen algún trastorno afectivo a lo largo de su vida.
Mientras que las proyecciones económicas no son favorables y el clima político mantiene con disgusto a buena parte de los mexicanos, en el ámbito de salud, tampoco se avista un panorama alentador.
Ciudad de México, 27 de diciembre (SinEmbargo).- Con un 32 por ciento de la población mexicana padeciendo obesidad (casi 40 millones) y de 10 millones con depresión, expertos coinciden en que ambas afecciones son multifactoriales y pueden estar vinculadas, una puede llevar a la otra, agudizar sus síntomas y además provocar el desarrollo de otras enfermedades como la diabetes, hipertensión, o incluso llevar al suicidio.
«Estamos interrelacionados, no podemos pensar que los seres humanos somos sólo cuerpo o sólo mente», dice en entrevista con SinEmbargo, Gabriela Cámara Cáceres, presidenta del grupo de organizaciones civiles Voz Pro Salud Mental y especialista en el tema.
«Ha sido un año difícil para todos los mexicanos, independientemente de las estadísticas que nos indican que aproximadamente el 10 por ciento de la población tiene o ha padecido depresión en algún momento de su vida, pero en general, ha habido mucho descontento social y se ha visto reflejado en las calles, en las noticias, en todo lo que se ha ido viviendo, llevamos ya muchísimos años con problemas de inseguridad, en algunas ciudades ha sido mucho peor que en otras, que llevan años en guerra, y cuando algo así sucede, y hay un descontento y una sensación de inseguridad aumentan mucho los problemas psiquiátricos y anímicos, la gente se deprime más y por supuesto, hay más ansiedad por la incertidumbre que se ha dejado sentir en la sociedad.
Cuando la gente vive en un ambiente en el que se siente seguro, quienes se sienten protegidos pero a su vez han llegado a una madurez de también como ciudadano saber exigir y contribuir, son países en los que las cosas funcionan mejor, pero cuando hay descontento social e inseguridad, obviamente la vivencia anímica se ve afectada», dice quien también fungió como Consejera Nacional en el Ámbito de Salud.
Por su parte, Blanca Pardo, licenciada en nutrición de la Unidad de Servicios de Nutrición y Metabolismo del Hospital Juárez de México, menciona en entrevista: «Se ha visto que a veces la alimentación tiene una relación con algún grado de depresión, tanto en los adultos como en los niños, hay muchos factores. A veces comen por ansiedad y eso contribuye a que se exacerbe más la obesidad”.
Y continúa, «por otro lado, el paciente que ya es obeso es un blanco fácil de bullying, de que lo rechace la sociedad, que siempre le estén diciendo que se ve mal o lo esté catalogando como ‘el gordito’, eso también les afecta a las personas».
La presidenta de la asociación especializada en dar talleres, cursos y atención para las personas deprimidas, dice al respecto, «no podemos negar que muchas personas que tienen depresión y ansiedad, puede darles por comer de más, o a veces por comer de menos, hay gente que enflaca, pero en su mayoría empiezan a tener conductas de comer compulsivamente para bajar la ansiedad y eso también afecta el físico y la salud».
Atañe también a la falta de interés en el auto cuidado que puede dejar sin energía para hacer ejercicio o llevar una alimentación saludable, se da un descuido personal en varios aspectos. «Por supuesto que las personas con depresión tienen más enfermedades comórbidas, como pueden ser obesidad, diabetes, cardiopatías, hasta cáncer o VIH porque se dejan de cuidar», dice.
A inicio de año la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh) reveló que las empresas mexicanas funcionan con empleados deprimidos, con sobrepeso y cansados. El documento “Mejores prácticas de salud en RH 2013” se lee que 50 por ciento de los trabajadores en el país es obeso, 33 por ciento tiene colesterol alto, 30 por ciento está deprimido, 20 por ciento padece presión alta y 12 por ciento diabetes, lo que influye en la productividad y la calidad de las labores que desempeñan.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), una persona obesa experimenta un aumento del 50 por ciento en la pérdida de productividad y requiere un 88 por ciento más de visitas médicas que una persona sana, durante un periodo de seis años.
Mientras que la depresión es responsable de 54 por ciento del ausentismo laboral entre los trabajadores del Distrito Federal, de acuerdo con una encuesta realizada en 2012 por la organización de la sociedad civil de la organización civil Voz Pro Salud, en donde también se mencionó que las faltas por esta causa pueden llegar hasta 25 días al año, la mayoría de ellas (64.8 por ciento) a consecuencia de la condición laboral.
Más tristes
La Secretaría de Salud coloca entre un 12 y 20 por ciento la incidencia de depresión en personas adultas, de los 18 a los 65 años, siendo las mujeres las más afectadas casi doblando el porcentaje de los hombres con este padecimiento, con el 14.4 y el 9.9 por ciento, respectivamente.
Cámara Cáceres señala que esta mayor incidencia en las féminas podría deberse a que a lo largo de la vida, la mujer tiene más cambios hormonales que el hombre y se ha observado que los síntomas varían dependiendo del sexo, en particular, en el caso de los hombres se ve un aumento en el enojo y el mal humor, pues al haber sido educados en su mayoría para reprimir la muestra de sus sentimientos, la depresión se expresa con coraje, y tienden además, a recurrir al alcohol y a las drogas ilícitas.
La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer en las actividades que antes de disfrutaban, sentimientos de culpa, falta de autoestima, desórdenes del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración y afecta a unas 350 millones de personas alrededor del mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dependiendo del tiempo y la intensidad del padecimiento éste se puede volver crónico, causar sufrimiento e impedir la realización de actividades laborales, escolares y familiares.
«El síntoma número uno para identificar la depresión es una falta de energía interna, de no tener ni deseos, ni ganas ni fuerza para hacer cosas que antes nos producían placer», dice Gabriela Cámara.
«También hemos visto que la depresión puede reflejarse en síntomas de dolor específicos del cuerpo, eso ha hecho que todo se complique, porque por un lado el dolor físico puede hacer que te deprimas, pero también la depresión puede hacer una contractura muscular, por ejemplo, o ponerte en tal estado de nervios de provocar dolores estomacales o de espalda. Algo que es muy importante es que deberíamos de ver a la persona como integrada, dejar de separar la mente o cerebro del resto del cuerpo, hay que quitarnos el estigma de que una depresión no es una enfermedad porque sí es una enfermedad real del cerebro donde hay un desbalance neuroquímico».
De la Riva Group, empresa de investigación que desde 2012 elabora rankings para medir el estado de ánimo de los mexicanos, registró el mes de octubre de este año uno de los índices más bajos, en el que sólo el 29 por ciento de los adultos encuestados dijo tener un ánimo positivo, el resto, en su mayoría, manifestó una sensación de enojo, emoción duplicada con respecto al mes anterior.
El rango de edad en el que mayor número de personas dijo estar «muy enojado», fue la llamada generación X, ahora entre 30 y 45 años; las regiones más críticas al respecto son la centro y la norte.
Isabel Campero, directora de estudios de opinión de dicha consultora, dice a SinEmbargo que de un año a otro existen variantes sobre todo por la situación social que se vive en el país al momento de la encuesta, por ejemplo, en Diciembre de 2012, el 56 por ciento de los consultados reportaron un estado de ánimo muy positivo, debido en parte a que “había una circunstancia de expectativas frente al nuevo gobierno”.
El año pasado fue más alto que el resto de los meses, pero se redujo en comparación con 2012, pues fue el 49 por ciento de los adultos trabajadores encuestados los que dijeron sentirse con buen humor, un estado de ánimo que se forma a través de varios factores: las relaciones sociales y familiares, la cuestión de la economía familiar y también las expectativas sociales.
«En el último mes tuvimos un registro de enojo muy fuerte», menciona, y aunque las personas de 18 a 29 años siguen siendo los «menos enojados», si se comparan entre ellos con respecto al mes pasado «sí hay una caída pavorosa en el estado de ánimo, fuerte, sin embargo, siempre tienen más expectativas de que las cosas van a estar mejor”, dice.
Y continúa, “se va pasando de un estado de ánimo a otro, a veces estamos tristes, a veces estamos con miedo, ahorita lo que vimos este último mes, o sea de septiembre a octubre lo que subió muchísimo es el enojo, prácticamente se duplicó el número de personas enojadas”.
En los informes de De la Riva Group, se ha observado que los meses más bajos generalmente son agosto y septiembre, «entre el regreso a clases, volverte a organizar, se terminan las vacaciones, regresar a las responsabilidades y la compra de útiles», señala Campero.
Recomendaciones y atención
- Hacer ejercicio diariamente (30 o 40 minutos) mantiene las endorfinas a nivel
- Llevar una dieta balanceada, bajar los carbohidratos
- Reducir la ingesta de cafeína, sobre todo a partir de la 1 de la tarde
- Crear un ambiente sano dentro del cuarto para tener un momento de paz y dormir bien
- Evadir lo que pueda hacernos sentir mal o angustiados en la noche, no leer cosas que provoquen angustias
- Practicar yoga y meditación
- Ingerir un pedacito de chocolate amargo
- Si se recurre a un psicólogo hay que prestar atención en que haya trabajado con psiquiatría para que esté preparado.
- Acercarse a asociaciones civiles con cursos psicoeducativos para familiares y pacientes, grupos de apoyo, pláticas
Más obesos
“La obesidad es multifactorial, se dice que actualmente vivimos en un mundo obesigénico en donde todo lo que nos rodea nos induce a subir de peso, desde los hábitos de alimentación, el estilo de vida, la falta de actividad física», dice Blanca Pardo, experta en diabetes y obesidad.
En 2013, México desbancó a Estados Unidos como el país más obeso del mundo, de acuerdo con el estudio “The State of Food and Agriculture 2013″ de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en donde indicó que nuestro país tiene un porcentaje estimado de 32.8 por ciento de adultos obsesos, arriba de la Unión Americana que reporta 31.8 por ciento.
Además, menciona que siete de cada 10 adultos tienen sobrepeso y la obesidad entre los niños se triplicó en la última década, con lo que cerca del 30 por ciento de los adolescentes están gordos.
En ese entonces, el sitio Global Post publicó un artículo llamado “How Mexico got so fat”, en el que revela que 70 por ciento de los habitantes adultos de la República Mexicana tienen sobrepeso y que cuatro de cinco niños que padecen actualmente obesidad se mantendrán con esa condición el resto de su vida.
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La experta consultada atañe el aumento en la obesidad de los mexicanos a la falta de actividad física y el estilo de vida, en donde además influyen situaciones sociales: «En el caso de los niños, cada vez hacen menos ejercicio ya que cuenta con menos espacios para hacerlo, su estilo de vida ha cambiado porque se pasa más horas frente a la televisión que jugando en la calle, debito también a varios factores como la inseguridad, antes podían salir libremente a la calle y estar jugando, ahora ya no se recomienda hacer eso”.
“En el adulto pasa lo mismo, cada vez hacemos menos ejercicio, trabajamos más, pasamos más tiempo sentados y obviamente tenemos muy poco tiempo para hacer ejercicio, muy poco para cocinar y por consiguiente consumimos alimentos de fácil elaboración que tienen la particularidad de que son muy altos en calorías, grasa saturadas, carbohidratos simples, en sal y en sodio”, menciona.
La inactividad física es un problema grave entre los habitantes de México, pues de acuerdo con un comunicado expedido por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en junio de este año, el 57-6 por ciento de los mayores de 18 años que habitan las zonas urbanas del país, no practican ningún deporte ni algún tipo de ejercicio.
Del total de esta población inactiva, la mayoría corresponde a mujeres con 60.2 por ciento, según el resultado del Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (Mopradef), realizado en 32 ciudades del país los primeros días de mayo de 2014.
En el estudio se observó que el nivel académico está relacionado con la actividad física, puesto que de las personas que se ejercitan, 57.3 por ciento cuenta con educación superior, mientras que 73 por ciento que se declararon inactivas no tienen educación básica.
Por su parte, la nutrióloga Alejandra Oropeza, coordinadora de la Clínica de Obesidad y Síndrome Metabólico del Hospital General de México “Eduardo Liceaga” culpa también a los malos hábitos alimenticios. “El problema son las cantidades de comida que se ingieren y los horarios, en sí todos los alimentos tienen calorías y todos engordan en distintas proporciones, el problemas es la cantidad que se consume. El mexicano suele comer muchos alimentos con alto contenido energético y de carbohidratos simples, como es la tortilla, el pan, el arroz, la pasta y come mucha cantidad de esto”, dice la experta a SinEmbargo.
“Entonces más que los alimentos tal cual aislados […] el problema son las porciones que consumimos, y la cuestión de comer algo rápido, que ya esté hecho, por lo que la gente se ha ido más por la parte de los alimentos industrializados, lo que viene ya empaquetado, que es de fácil acceso, bajo costo y se come en un momento”, continua la licenciada en Nutrición.
¿Qué nos espera?
El aumento en ambas condiciones es un problema de sanidad que requiere acciones inmediatas para detener su aumento, evitar muertes, enfermedades y además costos al estado. Alfonso Miranda, especialista en economía de la salud del Centro de investigación y Docencia Económicas (CIDE), dice que México tiene frente a sí “una emergencia de salud pública que día a día tiene un costo humano y económico de dimensiones catastróficas”.
Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor, por su parte, afirma que “la obesidad está significando un problema para la economía nacional porque podría generar un colapso en el sistema de salud pública”, proyecta que en caso de que se redujeran los índices de obesidad y sobrepeso sólo un 1 por ciento en México para 2030, se podrían ahorrar un total de 43 millones de dólares y 85 millones en 2050. Si el panorama resultara más favorecedor, en caso de disminuir la obesidad 5 por ciento, se conservarían 117 y 192 millones de dólares en los mismos años, explica.
“Las cifras de obesidad, tanto a nivel infantil como a nivel de adultos han ido creciendo, en general, creo que nos hace falta más educación nutricional, concientizar a la población de lo importante que es cuidar la salud con base en la alimentación, hacen falta campañas en donde nos digan lo importante de tener un peso saludable, de comer balanceadamente”, proyecta la nutrióloga Blanca Pardo.
“Va en aumento la incidencia de sobrepeso y obesidad, y es un problema fuerte para el sector salud porque significan mayores gastos para tratar la obesidad y sus complicaciones, como la hipertensión, diabetes, síndrome metabólico, alteraciones de la columna vertebral, insuficiencia renal, todas esas enfermedades también van en aumento y hace que se requiera un mayor gasto para poder atender a todos esos pacientes», finaliza.
Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo que informó que el 32 por ciento de los adultos mexicanos padece obesidad, y que en los últimos cinco años los niveles de este padecimiento han aumentado entre 2 y 3 por ciento, publicó también en mayo de este año que «la estrategia de México para hacer frente a la obesidad es prometedora».
“No podemos financiar las consecuencias económicas y sociales de tener a más de la mitad de la población con sobrepeso u obesidad. México ha demostrado que es posible tomar medidas contundentes para hacer frente a esta epidemia; poniendo un buen ejemplo para países que enfrentan un desafío similar”, dijo entonces Gurría.
Ahí se mencionaron un serie de medidas que se han tomado para mejorar la salud de los mexicanos en este aspecto, como acciones para elevar la conciencia pública, mejorar la atención médica, regular el etiquetado y la publicidad de alimentos para niños, así como gravar alimentos y bebidas potencialmente dañinas para la salud.
Por su parte, la experta en depresión llama a encontrar un balance personal para evitar que el contexto socioeconómico y político mermen en el estado de ánimo: «la depresión es una enfermedad biológica química, psicológica y social y claro que el ambiente social va a afectar muchísimo, en épocas de crisis económica aumentan los suicidios, eso lo vimos en Europa hace poco, pero también en México cuando hemos tenido graves crisis económicas»
«Debemos de lograr tener un autocuidado para evitar el sentirnos peor y que las cosas externas no nos golpeen tan fuerte, tratar de darnos cuenta qué es lo que no nos gusta, hacer consciencia que no es una obligación estar feliz», concluye.