¿POR QUÉ NO DEJAR LOS JUGOS AL ALCANCE DE LOS NIÑOS?

15/11/2014 - 12:00 am

Con más de 4 millones de niños obesos y con peligro de padecer diabetes antes de la adolescencia, México es el país con mayor número de menores con sobrepeso, sin embargo, la desinformación, la falta de recursos y el ambiente de consumo propician que los padres de familia no les brinden una alimentación ideal, la mayoría de veces bajo ideas arraigadas de que los productos dirigidos a este público son sanos, cuando no lo son, un ejemplo de ello, son los jugos.

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Ciudad de México, 15  de noviembre (SinEmbargo).- En su intento por mantener bien nutridos a sus hijos los padres de familia suelen caer en errores comunes al no elegir los alimentos adecuados para el desarrollo de los niños, al aportarles bebidas excedidas en azúcares y otros comestibles altos en calorías.

Algunas veces guiados por los empaques, la publicidad o por creencias arraigadas, uno de los errores más comunes es incluir en el lunch diario un jugo empaquetado o una agua saborizada que, según los ingredientes y la marca, en algunos casos exceden hasta en un 130 por ciento el límite de azúcar tolerado por un niño en edad preescolar.

“La mayoría de los padres hacen esto porque están en la fiel creencia de que son saludables y que es una buena opción para sus hijos, ha sido gracias a la publicidad engañosa. Frecuentemente la industria de alimentos y bebidas usa este argumento para lavarse las manos, dicen ‘no somos nosotros, son los papás, que inducen malos hábitos a sus hijos’”, dice a SinEmbargo la nutrióloga Xaviera Cabada, coordinadora de Salud Alimentaria en la organización civil El Poder del Consumidor.

De acuerdo con la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), los infantes de tres a cinco años no deberían de superar la ingesta equivalente a cuatro cucharadas de azúcar añadida al día. En el caso de los niños mayores de cuatro años y hasta los ocho, su tolerancia recomendada se reduce para dar cabida a otras necesidades nutrimentales adicionales necesarias en esta etapa, por lo que se limita a tres cucharadas o 48 calorías de azúcares.

Después de esa edad, incluidos pre adolescentes y adolescentes, su consumo de azúcar puede llegar hasta las ocho cucharadas, idealmente reduciendo la ingesta a cinco u 80 calorías.

Sin embargo, de acuerdo con un estudio realizado por la AHA en 2009, el consumo real rebasa hasta por siete veces al recomendado, como es el caso de los niños de cuatro a ocho años, quienes entre alimentos, bebidas y golosinas, ingieren diariamente unas 21 cucharadas de azúcar, es decir, 336 calorías.

Estos datos se traducen en otras cifras no menos alarmantes, como la que dio la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2010, cuando contabilizó a 42 millones de niños con sobrepeso alrededor del mundo.

Este año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) coronó a México con el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil, con 4.1 millones de niños en edad escolar padeciendo de este mal.

Entre los más grandes, de 12 a 19 años, el sobrepeso y la obesidad afectan a uno de cada tres, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición realizada por este organismo.

La principal causa del que la OMS ha llamado “uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI”, son los malos hábitos alimenticios, que desembocan en una prevalencia del sobrepeso de un 70 por ciento en la edad adulta, sector en el que México también es líder, con un segundo lugar, sólo por debajo de Estados Unidos, con 71.3 por ciento adultos con obesidad o sobrepeso, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012.

Un enemigo engañoso

Los juguitos y néctares empacados son de las bebidas más comunes entre los niños mexicanos, muchos de ellos contienen en sus empaques alguna caricatura o en ocasiones incluyen alguna estampa o regalo para hacerlo más atractivo, sin embargo, y aunque así se publiciten, estos zumos no son aptos para un público infantil.

En julio de este año entró en vigor la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, que entre sus primeras acciones incluyó retirar de la barra televisiva infantil cualquier anuncio de alimentos y bebidas no alcohólicas con alto contenido calórico. Es decir, la “comida chatarra” dejó de tener un espacio en medio de los programas infantiles transmitidos de 2:30 pm a 7:30 pm entre semana, y desde las 7 de la mañana, los sábados y domingos.

No más papas y pan entre caricaturas, pero algunos otros alimentos que según la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) cumplen criterios nutrimentales, siguen con proyección, aún cuando distintas organizaciones civiles pertenecientes a la Alianza por la Salud advierten que son altos en azúcar y calorías.

Una de estas asociaciones es El Poder del Consumidor, quienes desde la fecha de la aprobación de dicha medida se han dedicado a hacer “radiografías” de productos que pese a tener el sello nutrimental de la Cofepris, pueden resultar dañinos para los infantes, entre ellos algunas marcas de jugos.

Una de las valoraciones de la nutrióloga Xaviera Cabada, es el néctar de mango de 125 mililitros expedido por la empresa Jumex, una presentación común en productos dirigidos al público infantil, el cual contiene tres cucharadas cafeteras de azúcar (equivalentes a 14 gramos), lo que excede en un 100 por ciento el límite de azúcar tolerado por un niño. En su etiqueta menciona que contiene jugo y pulpa de mango, pero no especifica en qué porcentaje, ni tampoco qué tipo de azúcares utiliza.

Ante ello, la asociación recomienda su consumo esporádico, mas no incluirlo en la dieta diaria.

Por otra parte, la competencia de este producto sería el de la compañía Del Valle, cuyo artículo analizado fue el Néctar de durazno en su presentación de 200 ml, que igualmente presenta personajes caricaturizados en su versión para niños y se anuncia como “jugos 100% sin azúcares añadidos, enriquecidos con vitamina C y sin conservadores”.

Su contenido de azúcar es de 20 gramos, es decir, cuatro cucharadas que exceden la recomendación de la AHA hasta en un 133 por ciento.

Además de incluir 60 ml. de pulpa de durazno concentrado, considerado ya un tipo de azúcar, indica que contiene estevia, un endulzante no calórico, substituto del azúcar que no está recomendado entre los niños.

Como alternativa proponen ingerir un durazno entero, que por ser jugoso ayuda a quitar la sed, es rico en Potasio y vitamina A, auxiliar en el desarrollo y cuidado de la piel y los dientes.

Una de las creencias más comunes también es que debido a que los niños necesitan energía y queman calorías con mayor rapidez que los adultos necesitan un rush de azúcar luego de la actividad física, si no pueden sufrir una descompensación. “Esa no es la recomendación, es hidratarse con agua”, dice la nutrióloga.

“Está tan arraigado muchas de las mentiras que se han dicho por décadas que luego no puedes darte ese tipo de luchas con alguien que lo cree tan fielmente, por eso es tan importante que en medios de comunicación salga”.

“Luego también somos muy ingenuos, todavía tenemos fe en el Estado, ‘cómo vas a creer que el gobierno va a permitir algo que sea malo para mis hijos’, pero desafortunadamente en la actualidad sí está sucediendo, se está viendo una grave omisión por parte del Estado en donde no se está informando adecuadamente, las políticas públicas no son libres de conflicto de interés y se está perpetuando este engaño muy sofisticado y sistematizado”.

Además de estos productos, hay otros que se venden como agüitas saborizadas o con jugo, que se venden con botellas atractivas, con colores, de menor tamaño que las comunes, “hemos hecho análisis y pueden llegar a traer desde tres hasta cinco cucharadas cafeteras de azúcar, lo que supera por más del 100 por ciento de azúcares que un niño tiene como máximo tolerable por día”, menciona Cabada.

Este exceso de azúcar es de por sí escandaloso en las porciones dirigidas a los niños, pero si en lugar de ello se les dan envases de mayor tamaño como el de manzana de Del Valle de 413 ml., que pese a que se ostenta como jugo, según la organización, se trata de un néctar clarificado que contiene nueve cucharadas de azúcar, con lo que se cubre en un 200 por ciento la cantidad máxima tolerada por un adulto, y si un niño lo ingiere completo equivaldría ocuparía del 225 hasta el 300 por ciento.

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Los riesgos

La experta menciona que entre los principales riesgos está el sobrepeso y/o el síndrome metabólico, es decir tres o más de los siguientes padecimientos: presión alta, peso alto, triglicéridos y colesterol en sangre, ácido úrico elevado, resistencia a la insulina. Y en algunos casos ya obesidad y diabetes.

“Los jugos y las bebidas azucaradas tienen tanta cantidad de azúcar que el organismo tiene que adaptarse para poder sopesarlo y no llegar a un punto más crítico”, dice.

A largo plazo, la obesidad favorece la aparición de enfermedades tales como la diabetes, infartos, altos niveles de colesterol o insuficiencia renal, entre otros. Actualmente, la diabetes es el mayor problema al que se enfrenta el sistema nacional de salud: es la principal causa de muerte en adultos, la primera causa de demanda de atención médica y la enfermedad que consume el mayor porcentaje de gastos en las instituciones públicas.

Esos más de 4 millones de niños “gorditos” corren el riesgo de padecer diabetes, y no la llamada juvenil o insulinodependiente, sino de la tipo 2, aquella que mata cada año a 78 mil mexicanos, según la Secretaría de Salud. Ésta se produce cuando el organismo es incapaz de utilizar eficazmente la insulina que sintetiza y aunque en algunos casos se origina por predisposición genética, en la mayoría está ligada al sobrepeso y la falta de actividad física.

Al respecto, Javier García de Alba, titular de la Unidad de Investigación Social, Epidemiológica y de Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social en Jalisco dijo a la agencia Notimex que en ocasiones, la diabetes tipo 2 suele ser asintómatica en los niños, pues no es común que presenten dificultad para orinar, aumento en la sed y en la presión arterial, por lo que las pruebas de sangre son la manera más eficaz de detectarla.

El médico además dijo que en la pubertad y adolescencia se eleva el riesgo de padecer esta enfermedad debido a los cambios hormonales y a que muchos jóvenes pueden aumentar de peso en esta etapa, además de que algunos se inician en el consumo de alcohol, que incrementa los niveles de glucosa en la sangre o de tabaco que eleva el colesterol.

A igual que en los adultos, la diabetes en niños y adolescentes puede derivar en daño renal, hiperglucemia, hipertensión, daños en la vista, úlceras, infecciones urinarias frecuentes e incluso proliferación de hongos en la piel y uñas.

La especialista pone en contexto los daños de la diabetes infantil, considerando que si una persona se diagnostica con esta enfermedad a los 40 años, verá complicaciones para la última etapa de su vida, es decir, si no se cuida, para los 60 años ya tendrá insuficiencia renal, hipertensión, y tal vez un pie amputado, sin embargo, un niño que desde los 10 o doce años la padece, a los 20 ya va a tener complicaciones.

Las alternativas y soluciones

Pese a que los jugos naturales incluyen también una fuerte cantidad de azúcar, siguen siendo más recomendables porque el mismo cuerpo los rechaza cuando llega a su tope, lo cual no pasa con los endulzantes añadidos, además que éstos sí incluyen las vitaminas y minerales.

Cabada explica: “en el caso del jugo natural como tiene un dulzor muy elevado llega a un punto pico que el cuerpo dice ‘ya no puedo más’, él mismo alerta. Pero en el caso de las bebidas azucaradas tienen otros ingredientes que esconden el dulzor, mientras que los ácidos y las sales lo hacen adictivo, entonces el niño en lugar de rechazarlo,  pide más […] inhibes centros de saciedad, se eleva el apetito”.

“Si es en cantidades moderadas sí se pueden considerar una buena alternativa, medio vaso, a lo mucho un vaso para adolescentes”.

En el panorama actual, desarrollado en un ambiente obisogénico, como lo llama Xaviera Cabada, el cual promueve la obesidad, es difícil escapar a esta epidemia y a las enfermedades que trae consigo.

“Está comprobadísimo, te tomas una bebida azucarada diario y tú en un tiempo vas a subir de peso y vas a incrementar al 80 por ciento tu probabilidad de padecer diabetes”.

“Ya tenemos toda una generación de niños adictos al azúcar, es difícil ya quitar el jugo, el yogurth, el agüita […] pero todavía se puede. No hay que exponer a los niños a la publicidad, hay que hablarles con la verdad y limitarles los sabores intensamente dulces”.

Si los niños tienen sed, deben hidratarse únicamente con agua, que también sirve para desintoxicar el paladar, como en el caso de los niños con sobrepeso, quienes en sólo tres semanas sin este tipo de líquidos puede volver a acostumbrar sus papilas gustativas a lo natural.

Además, llama a los padres de familia a exigir bebederos en las escuelas, darles alimentos naturales en la mayor medida posible. “Regresar a lo natura, que los niños conozcan las texturas de los alimentos, de las frutas, de las verduras, que exploren, que los toquen, inclusive si se quieren chorrear todos, lo importante es que lo consuman. Y de preferencia que sea de consumo local, del pequeño productor de tu localidad, del mercadito, eso ya es adicional, si puedes hacer eso va a ser más barato para ti y vas a mejorar la economía de tu localidad”.

El lunch ideal

“Un buen lunch es por ejemplo, un taco de frijoles, una fruta y agua. Porque es barato, tiene todos los grupos, lo puedes cargar fácilmente y no es un lío para el niño, es algo así de sencillo”.

“En México tenemos muchas opciones, con el maíz y el frijol, toda la variedad de fruta y verdura que tenemos. Otra cosa que es maravillosa de México es que hay mucha cultura, entonces en cada estado hay una diferente, por ejemplo en Oaxaca le ponen una ‘memelita’ pequeñita y en el DF su quesadillita, pero no deja de ser saludable. Aquí la cuestión es que se desmitifique el hecho de que comer tortilla o frijoles engorda, que los tacos de guisado son malos, o un sope no es adecuado. Ese tipo de cosas la industria se ha encargado muy bien de estigmatizar esos alimentos y luego muchos trabajadores de la salud repiten esa información sin darse cuenta que es generada por otras fuentes para vender más producto”.

 

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