La Central de Abasto en la Ciudad de México genera unas 780 toneladas de desechos de frutas, legumbres, hortalizas y flores al día, estos en lugar de contaminar, con el proyecto de la Ibero podrían aprovecharse al ser convertidos en distintos tipos de combustibles e incluso como materia prima para una biorrefinería.
Ciudad de México, 11 de abril (SinEmbargo).- La basura orgánica puede llegar a generar ganancias, asegura la maestra Lorena Pedraza Segura, académica del Departamento de Ingeniería y Ciencias Químicas y encargada del Laboratorio de Bioingeniería de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
«Las universidades en general sí pueden contribuir para solucionar problemas de este tipo (contaminación) que son muy notorios», dijo la experta en entrevista con SinEmbargo.
Desde 2009, Pedraza y su equipo multidisciplinario comenzaron con un proyecto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) sobre manejo de residuos. Los investigadores habían estudiado previamente sobre el etanol, sin embargo, con la finalidad de convertirlo en algo que lograra generar ganancias, descubrieron que se necesitaban otros compuestos. Desde ese año y hasta 2013 establecieron la secuencia, los pasos e hicieron un cálculo de los costos que se cuantifican ya en millones de pesos por el equipo y el terreno que se deben adquirir para montar una planta industrial.
La instalación de una planta que produzca biogás a partir de los residuos, para dotar de energía a la central, o de una biorrefinería en sus inmediaciones, sería una solución adecuada para su manejo, pero los beneficios son varios, dos de ellos se verían reflejados en la obtenención de energía y otros productos comercializables, y otro sería la eliminación eficiente de la materia orgánica de desecho.
Estos resultados –de acuerdo con la institución educativa– tendrían un impacto social y ambiental que justificaría el gasto.
Entre los productos que se generarían gracias al proyecto de la Ibero, se encuentran alcohol, gas, ácido láctico (uso en alimentos y películas para plásticos biodegradables), edulcorantes de bajo contenido calórico, aromas artificiales, etcétera.
«Si se pretendiera partir de una cantidad de 300 toneladas diarias de material, la inversión inicial sería de alrededor de 100 millones de pesos, la mayor parte es de equipo y terreno. Esta se recuperaría en un lapso de 10 a 12 años, dependiendo de los productos que se obtengan. La inversión se reduce si se inicia con una cantidad menor de residuos y la planta se va ampliando conforme el comportamiento del mercado de los productos», precisó la maestra.
Aunque dicha inversión suena escandalosa, Pedraza asegura que esta puede recuperarse en un tiempo relativamente corto, dependiendo de los productos que se obtengan. Por ejemplo, para una biorrefinería con capacidad para procesar 300 toneladas diarias de material, el retorno de la inversión puede lograrse en un periodo de 10 años con la producción de etanol y compuestos químicos de alto valor agregado.
La especialista destacó la importancia de establecer la planta dentro de un perímetro cercano a la Central de Abastos, con la finalidad de evitar el traslado de residuos que genera un problema de contaminación. «Los comerciantes ya no tendrían acumulación de desechos en su lugar de trabajo y para los capitalinos en general representaría un beneficio porque se eliminarían los desechos que descomponen muy rápido y fácil, para ambos significaría una disminución en la fauna nociva, por ejemplo», dijo.
La importancia de un proyecto de esta naturaleza está en el hecho de que la acumulación de los desechos orgánicos produce focos de infección y de propagación de enfermedades, por su fácil descomposición y por favorecer la propagación de la fauna nociva. Incluso pueden provocar contaminación en los alimentos que se comercializan en la central, alertaron.
Gracias a la biotecnología, los desechos pueden convertirse en nuevos productos que traigan beneficios económicos y de desarrollo a la ciudad, al mismo tiempo que ayudan a proteger el medio ambiente y a prevenir la propagación de enfermedades.
Además, el proyecto contribuiría a disminuir los niveles de contaminación del agua, ya que los líquidos que se desprenden de estos desperdicios, llegan a los mantos freáticos y ensucian el agua potable; por si fuera poco, se generarían empleos.
La Central de Abasto en la Ciudad de México genera cerca de 780 toneladas de desechos orgánicos de frutas, legumbres, hortalizas y flores al día, estos en lugar de contaminar, con el proyecto podrían aprovecharse al ser convertidos en distintos tipos de combustibles e incluso como materia prima para una biorrefinería, comunicó la universidad.
Sin embargo, para que los residuos puedan ser transformados en productos de valor comercial, es necesario someterlos a diferentes tratamientos como el secado, troceado y otros procedimientos fisicoquímicos y biológicos, dependiendo de lo que se plantee hacer con ellos.
La institución educativa ha propuesto un proceso para aprovechar los desechos de la Central de Abasto, que va desde la obtención de biocombustibles (etanol) hasta productos de mayor valor comercial, como edulcorantes (xilitol), aromas, ácidos orgánicos, biopelículas, enzimas, entre otros.
Los altos costos del manejo de desechos podrían convertirse en ganancias si son utilizados como fuentes de energía alternas a las disponibles actualmente y si todos los subproductos se aprovechan como materias primas para su transformación en productos químicos. Durante el desarrollo del proceso se puso especial cuidado en minimizar las corrientes de salida y en reutilizarlas, en la medida de lo posible, para no ocasionar un impacto en el ambiente mayor al de los propios residuos, informaron.