Guerras y persecución: millones de refugiados buscan un hogar

08/01/2016 - 12:00 am

ID_ANUARIO2015La crisis global de refugiados se convirtió, de acuerdo con diversos organismos, en el tema más comentado en 2015. Sin embargo, esa problemática no es nueva sino que ha ido creciendo desde hace décadas y sólo ahora que estalló en Europa se ha revelado con todo detalle su dramática realidad. En los últimos 10 años, el número de personas desplazadas por los conflictos bélicos y la persecución en el mundo pasó de 38 a 60 millones. El número de refugiados que pueden retornar a sus hogares, además, se ubica en su nivel más bajo desde principios de la década de los 80 del siglo pasado. Desde 2010 han estallado 15 conflictos bélicos e incluso muchos de ellos se han reactivado sin visos de solución. Esto ha provocado que, incluso, en muchos países de Europa esté naciendo ahora la tercera generación de refugiados.

Más de treinta migrantes fallecieron en su intento por llegar a Gracia. Foto: EFE
En la primera semana de enero, más de 30 migrantes fallecieron en su intento por llegar a Grecia. Foto: EFE

Ciudad de México, 8 de enero (SinEmbargo).– La llegada masiva de refugiados a Europa se convirtió en 2015 en la más mediatizada entre las múltiples crisis de refugiados que se agravaron durante el año que recién terminó, principalmente en África, Oriente Medio y el sureste asiático, pero que captaron poca atención internacional.

El 1 de enero pasado, la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) nombró a su nuevo Alto Comisionado, en medio de uno de los peores escenarios para esta organización: Filippo Grandi.

Grandi ha trabajado como funcionario de Naciones Unidas en cuestiones de refugio y asuntos políticos en Oriente Medio, África y Asia, inició su mandato de cinco años como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados el pasado 1 de enero, sucediendo así a António Guterres, que en diciembre puso fin a sus más de 10 años al frente de la organización.

El Alto Comisionado Filippo Grandi dijo en Ginebra que toma posesión del cargo en un momento marcado por desafíos sin precedentes en materia de desplazamiento. A nivel mundial, se registra un número récord de personas forzadas a huir de la guerra y la persecución, entre las que se incluyen los más de un millón de refugiados e inmigrantes que cruzaron el Mediterráneo hacia Europa durante el pasado año.

“ACNUR está navegando por aguas extraordinariamente difíciles”, declaró Grandi.

“La suma de múltiples conflictos y el consiguiente desplazamiento masivo, los nuevos retos en materia de asilo, la brecha de financiación existente entre las necesidades humanitarias y los recursos disponibles, y la creciente xenofobia generan una combinación muy peligrosa. El camino que tenemos por delante está lleno de desafíos, pero espero que –trabajando conjuntamente con gobiernos, la sociedad civil, y otros socios– logremos progresos para garantizar la protección internacional y mejorar las condiciones de vida de millones de personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas. También espero que se sigan buscando soluciones a las crisis de desplazamiento con una determinación renovada, abordando las causas de raíz e invirtiendo los adecuados recursos políticos y materiales. La ACNUR, cuyo mandato incluye la búsqueda de soluciones, está dispuesto a trabajar con todos aquellos que persigan este mismo objetivo”, planteó.

Filippo Grandi, italiano de 58 años, ha trabajado en organismos internacionales durante más de 30 años, 27 de ellos en Naciones Unidas. Ex Comisionado General de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), previamente formó parte de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) como Representante Especial, tras una larga trayectoria en la ACNUR en diferentes operaciones en África, Asia, Oriente Medio y la sede de la organización en Ginebra.

ACNUR trabaja en todo el mundo para proteger, asistir y encontrar soluciones para las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas. La Agencia cuenta con unos 9.700 trabajadores en 126 países, muchos de ellos desplegados en emergencias humanitarias y en zonas próximas a zonas de conflicto. En junio de 2015, ACNUR informó de que el desplazamiento forzado en todo el mundo ascendía a 59,5 millones de personas, alcanzando la cifra más elevada jamás registrada desde la II Guerra Mundial. Los niveles de desplazamiento han continuado aumentando desde entonces, de forma más patente con la situación de más de un millón de refugiados e inmigrantes que cruzaron el Mediterráneo hacia Europa durante el año 2015.

60 MILLONES DE DESPLAZADOS

Fotografía tomada por Georgi Licovski que muestra a dos niños migrantes que lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial macedonio. Foto: EFE
Fotografía tomada por Georgi Licovski que muestra a dos niños migrantes que lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial macedonio. Foto: EFE

Si hace tan sólo una década eran 38 millones y 2015 empezó con proyecciones de que llegarían a 55 millones, la realidad es que hoy ya hay más de 60 millones de personas que se han desplazado a causa de guerras, de persecución o de desastres.

Esta cifra incluye desplazados dentro de su propio país, refugiados reconocidos en países de acogida y personas que esperan serlo tras haber presentado una petición de asilo.

Como un agravante de la situación, las oportunidades de repatriación y de reubicación de los refugiados están en caída libre, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, encargada de gestionar su protección en cumplimiento de la Convención sobre los Refugiados de 1951.

Frente a más de un millón de personas que ACNUR ayudó a repatriar en 2005, lo más probable es que en 2015 la cifra no se aleje mucho de los 126 mil refugiados que consiguió repatriar el año pasado y que fue la cifra anual más baja en treinta años.

Una de las razones de tal desfase ha sido el surgimiento en los últimos cinco años de quince nuevos conflictos armados, incluyendo los de Siria, Ucrania, República Centroafricana y Sudán del Sur.

Las guerras civiles en Siria e Irak, agravadas por la intervención del grupo terrorista Estado Islámico, han arrojado en total a más de 15 millones de personas de sus hogares.

Sin embargo, las cifras son igualmente alarmantes en otras partes del mundo que reciben menos atención mediática, como en el este de África –incluido el Cuerno de África– donde hay cerca de ocho millones de refugiados.

En la región de los Grandes Lagos y el centro del continente africano hay otros seis millones que tuvieron que tomar la ruta del éxodo.

Por nacionalidades, congoleses y somalís son los más numerosos entre los africanos que viven como refugiados o desplazados internos.

La violencia armada –motivada por razones políticas, étnicas, religiosas o el control de zonas ricas en recursos naturales– ha disparado el número de víctimas de desplazamiento forzado en Yemen, que han superado el millón; Sudán del Sur, con medio millón, y Burundi, con cerca de 200 mil.

Otros cientos de miles sufren la misma situación en República Democrática del Congo, Nigeria o República Centroafricana.

La que transcurre en el sudeste de Asia es otra de las crisis que empeoró este año, con más de 94 mil personas que partieron por mar de Bangladesh y Birmania en dirección a Malasia e Indonesia, en su huida de la persecución y la pobreza.

La magnitud de esta tragedia se hizo patente con el descubrimiento el pasado mayo de fosas comunes con cientos de cadáveres de inmigrantes y el desmantelamiento de campamentos clandestinos de las mafias de traficantes de personas en la frontera entre Tailandia y Malasia.

Con un desembarco continúo de inmigrantes y refugiados, la primera reacción de todos los gobiernos de la zona fue remolcar las embarcaciones mar adentro, pero la presión internacional consiguió que Malasia e Indonesia aceptaron acoger temporalmente a 7 mil personas, aunque Tailandia mantuvo su negativa.

Desde mediados de 2015 la atención mundial en relación a la problemática de los refugiados se centró en la inesperada ola de llegadas a Europa, que en cuestión de semanas pasaron de algunas decenas a miles cada día, particularmente por Grecia.

Con cerca de 900 mil llegadas reportadas en lo que va del año, 2015 terminó con cifras sin precedentes muy próximo o superior al millón de refugiados e inmigrantes que han desembarcado en territorio europeo.

La respuesta de la Unión Europea a esta crisis ha sido disonante, con la mayoría de países mostrando una actitud de repliegue, a excepción de Alemania, que optó por una política de puertas abiertas.

Tras muchos esfuerzos, los Veintiocho acordaron un sistema para acoger a 160 mil refugiados, de los cuales hasta ahora se han recibido menos de 200, según fuentes del ACNUR.

Esta crisis también se ha cobrado numerosas víctimas en naufragios en el Mediterráneo, en las que fallecieron cerca de 3 mil 600 personas, frente a unas 5 mil inmigrantes muertos en su travesía en todo el mundo, de acuerdo a los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

MIGRANTE O REFUGIADO: UNA DE CADA 7 PERSONAS

 

Miles de sirios huyen de la guerra. Foto: EFE
Miles y miles de sirios huyen de la guerra en busca de refugio y una vida mejor; la crisis de los refugiados sirios es ahora un reto para Europa. Foto: EFE

Una de cada siete personas en el mundo es un emigrante, refugiado o desplazado interno, afirmó hoy en Bangkok el director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William Lacy Swing.

“Tenemos más gente en movimiento que en ninguna otra época en la historia”, dijo Lacy.

Según el director general de la OIM, hay unos 250 millones de emigrantes internacionales y 750 millones de migrantes internos debido principalmente a la explosión demográfica, los desequilibrios económicos y los conflictos.

“Del total contamos con el mayor número de migración forzosa desde la Segunda Guerra Mundial, según estadísticas del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, con unos 20 millones de refugiados y 40 millones de desplazados internos, un total de 60 millones”, precisó.

Lacy indicó que existe una situación de emergencia humanitaria sin precedentes desde África hasta Asia debido a conflictos en Sudán del Sur, Yemen, Siria o Irak, al tiempo que la migración es un fenómeno global que afecta a la frontera entre México y Estados Unidos, el Mar Rojo o el golfo de Bengala.

El director general de la OIM lamentó que la ausencia de “liderazgo político” y “autoridad moral internacional” estén alimentando la idea de que la migración es un problema de seguridad, sobre todo tras episodios como los ataques yihadistas en París, Francia.

Manifestó que los países vecinos de Libia y Siria son un ejemplo a seguir por su acogida de millones de refugiados, quienes –aseguró– no suponen un peligro para la seguridad dados los controles a los que son sometidos antes de ser reubicados.

“Tenemos que afrontar este sentimiento creciente antiinmigrante, en el que la gente ha olvidado que históricamente la migración ha sido indiscutiblemente positiva”, aseveró el responsable de la organización.

Lacy señaló que la migración se ha convertido en un asunto político del que abusan algunos políticos para ganar votos y subrayó que los países ricos del norte necesitan inmigrantes como mano de obra en todos los niveles.

Respecto a la conferencia mañana en Bangkok, el director de la OIM calificó de positivo que países como Tailandia, Malasia, Indonesia o Birmania (Myanmar) se reúnan para buscar soluciones a la migración irregular.

Entre los pasados mayo y julio, más de 5 mil personas desembarcaron en varios países del golfo de Bengala y el mar de Andamán en travesías por barco en las que sufrían los abusos de las redes de tráfico de personas.

Una parte de ellos eran rohinyás, una minoría musulmana y apátrida perseguida en Birmania, donde son calificados por las autoridades como “bengalíes” a pesar de que tampoco son reconocidos en Bangladesh.

Incluso la OIM ha omitido el término en un informe sobre la crisis migratoria en la región para evitar la irritación de las autoridades birmanas.

Y EN AL… INMIGRANTES CUBANOS

Rumbo a Estados Unidos, vía México. Foto: EFE
La reciente oleada de inmigrantes cubanos rumbo a Estados Unidos, a través de países de Centroamérica, ha causado fricciones entre diversas naciones. Foto: EFE

La oleada de inmigrantes cubanos hacia Estados Unidos creció casi en un 80 por ciento en 2015, ante el temor a que el deshielo entre Washington y La Habana ponga fin, en cualquier momento, a las ventajas migratorias de los cubanos en cuanto tocan territorio estadounidense.

Desde que el 17 de diciembre de 2014 Barack Obama y Raúl Castro anunciaran al mundo su deseo de restablecer relaciones diplomáticas, no ha parado de aumentar una diáspora caótica, continua y a gran escala de refugiados cubanos rumbo a Estados Unidos.

De hecho, este año fiscal, entre el 1 de octubre de 2014 y el pasado 30 de septiembre, se contabilizaron más de 43 mil cubanos que llegaron a territorio estadounidense, lo que supuso un alza de más del 77 por ciento con respecto al periodo anterior.

Ya sea por mar, con la llegada de nutridos grupos de balseros cubanos a la costa de Florida, a través de la frontera estadounidense con México o en vuelos comerciales, este éxodo de cubanos atiende a razones muy concretas.

El deshielo, que fue recibido de forma muy positiva entre la población cubana, no ha supuesto una mejora de la economía de la isla, en un sistema férreamente centralizado como el cubano.

Ante este horizonte de desconfianza y el temor a que, en un breve plazo, las autoridades estadounidenses puedan efectuar un cambio en la política migratoria hacia Cuba, muchos cubanos, jóvenes sobre todo, abandonan la isla.

La Ley de Ajuste Cubana, promulgada en 1996, acoge a los cubanos que tocan territorio estadounidense mediante la política de “pies secos/pies mojados”, mientras que los interceptados en el mar son deportados a la isla.

Si bien este flujo incesante de inmigrantes cubanos no es contemplado todavía como “éxodo masivo” por las autoridades de EU, lo cierto es que guarda semejanza con esa realidad.

Así, un promedio de 200 cubanos llegan cada día a Puerto Obaldía, un pequeño pueblo en el Caribe de Panamá, en su ruta hacia territorio estadounidense.

Especial alarma ha desatado el aumento en meses pasados de los refugiados cubanos que atraviesan la región centroamericana, tema de diálogo entre los países pertenecientes al Sistema de Integración Centroamericana (SICA) desde que Nicaragua impidió a los cubanos atravesar su territorio a mediados de noviembre pasado.

Debido a la barrera nicaragüense, unos 4 mil 600 refugiados esperan en estos momentos en Costa Rica, país que negocia una salida diplomática con Belice para que los viajeros puedan esquivar Nicaragua y continuar hacia Estados Unidos.

La mayoría de los cubanos lleva pasaporte y llegaron vía aérea a Ecuador, único país del continente que no les exigía visa, y desde allí comenzaron su tránsito irregular por tierra y mar a través de Colombia y Panamá, hasta llegar a Costa Rica.

En opinión de Silvia Pedraza, profesora de Sociología de la Universidad de Michigan, la realidad es que “los jóvenes (cubanos), que son la mayoría de los que quieren abandonar la isla, no tienen fe en un futuro mejor” allí.

Razones económicas y políticas se entrelazan a la hora de tomar la decisión de salir de la isla caribeña. “Los inmigrantes sufren problemas económicos” derivados del sistema político imperante, “están descontentos con el Gobierno y no tienen fe en su causa”, apostilló Pedraza.

Además, agregó, dado que la “candidatura de los republicanos Donald Trump, Marco Rubio o Ted Cruz ha puesto de relieve” su intención de terminar con la Ley de Ajuste Cubano, estos “temen no ser capaces de llegar a Estados Unidos y reunirse con sus familias”, lo que incentiva la salida de la isla.

Estados Unidos ha afrontado ya varios éxodos de inmigrantes, de los cuales el más significativo fue el registrado en 1980 durante la “crisis del Mariel”, que supuso la llegada a Florida de más de 125 mil cubanos en unas 2 mil embarcaciones.

UNA VIDA TRISTE

El acuerdo entre los países de Centroamérica incluye el traslado de los migrantes cubanos varados en varios países. Foto: EFE
Un acuerdo entre los países de Centroamérica incluye el traslado de los migrantes cubanos varados en varios países. Foto: EFE

La llegada de inmigrantes cubanos a Estados Unidos está marcada por la soledad, la incertidumbre y muchas veces por el desamparo de encontrarse en un país ajeno.

José Lázaro, inmigrante cubano de 27 años y que lleva 5 meses en Estados Unidos, explicó a Efe que las causas de su partida “fueron las mismas” que las de todos los que vienen aquí: “por una mejora”.

“El sistema no es el que más nos conviene a todos, no tenemos un gran futuro allí”, matizó.

La mayoría de los cubanos llegan solos y sin familia, como es el caso de Lázaro, que dejó a toda su familia cuando partió desde Cuba, atravesando Centroamérica hasta alcanzar México, donde cruzó la frontera con Texas y se dirigió a Miami en Florida.

A lo largo de su historia, Estados Unidos ha afrontado ya varios éxodos de inmigrantes como el de 1980, durante la “crisis del Mariel”, que supuso la llegada a Florida de más de 125 mil cubanos en unas 2 mil embarcaciones, o el éxodo de 1994.

Debido a esos movimientos migratorios, en ciudades como Miami surgieron organizaciones como Éxodo 94 que no quieren que estas situaciones queden en el olvido, “no tanto por las personas que llegaron, sino por los que no lo hicieron”, según declaró a Efe una de sus fundadoras, Alicia García.

En la llegada de los inmigrantes cubanos a Estados Unidos las familias cuentan con un papel muy importante, ya que los acogen y ayudan.

Pero los que llegan sin vínculos parentales, “se encuentran en la calle, con unas esperas de hasta tres meses para ser procesados, sin tener un lugar donde estar, y ahí es donde entramos nosotros”, declaró la cofundadora de la organización.

Gran parte de los inmigrantes cubanos que buscan refugio en tierra estadounidense lo encuentran gracias a fundaciones como la de García, que les facilita los trámites y los ayuda a ubicarse en su nuevo mundo.

García añadió que “ninguno de los que han pasado por nuestras manos se ha quedado en la calle”, puesto que se les ofrece un hogar transitorio hasta encontrar un lugar a donde enviarlos.

El cubano Lázaro explicó a la agencia Efe que la fundación “fue la única luz que realmente vi en el camino, porque aquí no tengo familia. Y gracias a ellos he podido encaminarme”.

Los exiliados cubanos llegan la mayor parte de la veces en situaciones de extremas, sin un lugar donde quedarse, sin dinero y sin comida.

“En Miami estuve de aquí para allí hasta que logré chocar con esta agencia (Éxodo 94). (…) Yo me quedaba en la calle, muchas veces me quedaba durmiendo en el carro de un amigo, bastante trabajoso, no se lo deseo a nadie”, afirmó Lázaro.

Toda esta situación tiene su origen en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, naciones que llevan declaradas enemigas durante más de 50 años.

Este cambio fue recibido de manera positiva por la sociedad cubana, aunque en la práctica no ha supuesto una mejora tangible en la economía de la isla debido a su sistema férreamente centralizado.

Ante este horizonte de incertidumbre y con temor a que las autoridades estadounidenses puedan efectuar un cambio en la política migratoria hacia Cuba, muchos cubanos, sobre todo jóvenes, decidieron abandonar el país.

Con información de EFE y dpa.

Redacción/SinEmbargo
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