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Peniley Ramírez Fernández

06/04/2016 - 12:04 am

#Panamapapers y la genial experiencia de mirar por dentro

Creo que la experiencia de Panama Papers nos marcó a cada uno de los 376 periodistas que en distintos momentos nos incorporamos a la investigación colaborativa más grande de la historia. La madrugada del sábado 2, cuando faltaban diez horas para arrancar, la sensación que percibí entre todos era una mezcla de tensión y alegría. A pesar de que teníamos husos horarios diferentes, temas disímiles, contextos políticos tan diversos, en todos iba la certeza de que estábamos formando parte de una experiencia única, bajo la coordinación extraordinaria de los colegas de ICIJ.

Creo que la experiencia de Panama Papers nos marcó a cada uno de los 376 periodistas que en distintos momentos nos incorporamos a la investigación colaborativa más grande de la historia. Foto: Especial.
Creo que la experiencia de Panama Papers nos marcó a cada uno de los 376 periodistas que en distintos momentos nos incorporamos a la investigación colaborativa más grande de la historia. Foto: Especial.

Pocas veces un periodista tiene la oportunidad de mirar por dentro al poder, mientras está distraído. Esa es la sensación que he me ha invadido durante meses, al leer miles de correos, revisar documentos, mirar fotos y fotos de pasaportes de personas a quienes hasta entonces sólo conocía en su esfera pública.

La primera vez que ingresé a la plataforma del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), para trabajar en el proyecto que terminó nombrándose Panama Papers como parte del equipo de Univision Investiga, me sentí como una niña cuando le regalan una casita de muñecas llena de pequeños objetos que puede mirar en detalle.

Los objetos están dentro de la casa pero son perfectamente visibles, porque la casa tiene enormes huecos en todas sus paredes y es posible observar cada movimiento al interior.

La sensación no ha sido gratuita. La plataforma nos dio acceso a 40 años de historias sobre la firma Mossack Fonseca, que se tejieron al interior de un edificio discreto en la capital de Panamá.

Un puñado de nombres se repite en millones de correos: son de los abogados principales y los directores nominales, oficinistas de Mossack que aparecieron como rostro visible de miles de empresas, cuyos dueños reales son los políticos, empresarios, deportistas, artistas, que los titulares de prensa han colocado como los principales protagonistas de las historias que hemos publicado desde el 3 de abril alrededor del globo.

“Sientes que los conoces”, me dijo el domingo 3 de abril, después de la publicación simultánea de 109 medios de todo el mundo, Mathieu Tourliere, un colega de la revista Proceso que durante meses trabajó de madrugada en la revisión de listas de palabras claves para detectar cuáles eran los casos más relevantes, no solo por el nombre del dueño real de la compañía, sino por el modo en que Mossack Fonseca operó el ocultamiento de su identidad.

Esos nombres terminaron pareciéndome tan familiares que cuando logré contactar por teléfono antes de la publicación a un personaje clave de la historia que preparaba sobre la triangulación de la venta de pasaportes venezolanos a través de Cuba y Panamá, al principio le hablé de tú sin darme cuenta.

Mirar por dentro significó navegar en miles de correos sobre temas intrascendentes para el corazón de las historias, en los que se discutían papeleos internos, dificultades para conseguir algún documento o borradores de proyectos. Pero había que mirar en cada uno de ellos, porque en el correo más inesperado, el que lucía más inocuo, aparecía adjunto algún nombre, algún dato, alguna cifra clave para la historia.

Mis archivos terminaron convertidos en carpetas llenas de fechas, detalles, preguntas que luego corroboraba con la revisión de más documentos. Trataba de clasificarlos por fecha y por tema, hacer cronologías y documentos de Excel con todos los hallazgos. Luego comentaba con algún colega o consultaba con alguna fuente experta cuando me faltaba algún detalle, algún contexto.

Con las fuentes no podía ser muy clara, así que les decía que me estaba interesando conocer el mundo de las offshore y los grandes capitales transnacionales. Como mis preguntas eran tan generales, sus respuestas solían serlo igualmente, por lo que debía volver a los archivos, a la legislación, a los colegas.

Así descubrí, en la última página de un adjunto que aparentaba contener meras referencias bancarias, una carta de recomendación expedida por el candidato actual a la Presidencia de Perú, Pedro Pablo Kuczynski a su “amigo” Francisco Pardo Mesones, expresidente de la Asociación Nacional de Bancos de su país. La carta abrió la puerta a Mesones con Mossack Fonseca para montar una estructura de compañías y triangular contratos de personalización de pasaportes venezolanos, usando como parapeto una empresa del gobierno de Cuba. Ese hallazgo se convirtió en el primer elemento para contar la historia que publicamos en el especial Papeles de Panamá en Univision.

En otro correo inesperado hallé el dato de una fuente que terminó confirmando cómo y por qué se habían conocido los protagonistas del reportaje.

Supimos que Mossack Fonseca estaba tomando dimensión del problema el viernes 1º de abril, cuando uno de los participantes del proyecto obtuvo de una fuente en su país la carta que la firma había enviado a todos sus clientes advirtiéndoles que habían detectado «un acceso no autorizado a nuestro servidor de correo electrónico».

El director de mercadeo de la firma aseguró a los clientes que habían recibido cuestionarios de algunos periodistas, pero les tranquilizó: «Hemos respondido de manera general y no hemos proporcionado detalles que expondrían información confidencial aún más».

Los participantes cumplíamos casi un año de estar trabajando en el proyecto.

Creo que la experiencia de Panama Papers nos marcó a cada uno de los 376 periodistas que en distintos momentos nos incorporamos a la investigación colaborativa más grande de la historia.

La madrugada del sábado 2, cuando faltaban diez horas para arrancar, la sensación que percibí entre todos era una mezcla de tensión y alegría. A pesar de que teníamos husos horarios diferentes, temas disímiles, contextos políticos tan diversos, en todos iba la certeza de que estábamos formando parte de una experiencia única, bajo la coordinación extraordinaria de los colegas de ICIJ.

Aún me parece extraño poder decir Panama Papers en voz alta. Creo que la renuncia este 5 de abril del Ministro de Islandia y el anuncio del gobierno mexicano de que investigará a los mencionados en las piezas periodísticas, allana el camino a las historias que faltan por llegar y confirma el principio de que el presente del periodismo de alcance mundial son los proyectos de colaboración, en los que es más importante ser profundos que exclusivos.

Peniley Ramírez Fernández
Peniley Ramírez Fernández es periodista. Trabaja como corresponsal en México de Univisión Investiga.
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