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Tomás Calvillo Unna

04/08/2021 - 12:05 am

Los poros del ser

Saber que en cada sitio el espacio germina los primeros sonidos las primeras palabras.

Ecotono. Pintura Tomás Calvillo Unna
Ecotono. Pintura Tomás Calvillo Unna

Los recintos sagrados
aún conservan
las piedras del río ,
(esa fricción del tiempo)
la peculiar atmósfera
de los libros del silencio:
(su vibración contenida)
la arena donde los dioses pisaron;
el extravío de su partida.

Saber que en cada sitio
el espacio germina
los primeros sonidos
las primeras palabras.

Estar dentro de ellas
en su bóveda de infinito
antes que la vida se narre,
percibir las huellas indelebles
de su presencia:
el espejo de la duda,
su pausa,
la primera puerta,
tal vez la única.

Desde el círculo de basalto
hasta la edificación del oro,
sus tentáculos,
el esplendor solidificado:
la conversión del mundo
en un anillo;
alucinado poder
inevitable y fugaz.

Por pequeño que sea el orificio,
está el otro lado;
el cordón umbilical de la ventana
y su respiro.

Las alhajas de las oraciones,
esas frases que impregnan sentido
a nuestro caos,
su cascarón de normalidad,
la pretensión de suplantar
una y otra vez.

El lugar que está, no está afuera.

El altar interior
que podemos descubrir
incinera las horas
y las grietas
de nuestros egos
y su ruido.

Escuchar ese viento dentro,
su lejanía,
los mitos que retornan:
su innata frescura
que nos arropa.

Cada paso es un escalón, un inicio,
el continuo ascenso al presente
que acorta la distancia.

De alguna manera es memoria viva:
el sigilo de su secuencia solar
la sangre de la conciencia:
esos causes de un mapa inverosímil,
pero cierto: los polos del sueño,
el imán de la vida.

Hay un punto de interferencia
para saber enlazarse en cada lugar:
reconocer el aroma extraviado del ser
al abrigo de lo sagrado,
su elixir de eternidad.

en Sinembargo al Aire

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