El rugbier argentino Hugo Porta, uno de los baluartes de dicho deporte en aquel país sudamericano, solía contar que cuando era niño jugaba al tenis y que el día que tiró la raqueta al piso en señal de disgusto porque las cosas no le salían bien, decidió dejar el llamado deporte blanco.
“Los tenistas son unos malcriados y creen que el mundo gira a su alrededor. Yo era hijo único y un deporte individual no era lo mejor para mí”, dijo Porta en una entrevista.
Sus palabras cobran una fuerza inusitada al leer Open, el maravilloso libro de memorias de Andre Agassi, el famoso tenista estadounidense, ya retirado y felizmente casado con la también ex número 1 del mundo, la alemana Steffi Graf.
Cuarto hijo de un matrimonio formado por una oficinista estadounidense y un buscavidas iraní, experto en el encordado de raquetas, ex boxeador y un tanto obsesionado con el tenis al punto de imaginar (y ver) una pista en el techo antes de dormir, Andre nació en Las Vegas hace 44 años.
Se trata de una larga vida dedicada al deporte profesional a disgusto y por obligación de un padre implacable que hoy sería denunciado y probablemente detenido por infligir torturas a su pequeño hijo.
Lo cierto es que el infierno vivido por el tenista rubio que revolucionó las vistas con su estilo desenfadado y con el juego que destruyó su espalda merced a métodos que fueron en su momento tan celebrados como discutidos por parte del famoso entrenador Nick Bollettieri, lo llevó a ser el número uno del mundo y hoy uno de los deportistas más queridos y respetados del planeta.
Es bueno en la vida, como dice Porta, elegir la acción colectiva, pero la verdad es que no existe a menudo esa opción y la existencia se convierte entonces en una aventura individual para la que no contamos casi nunca con las herramientas adecuadas.
Por eso Open es un libro necesario que hace explotar nuestro entusiasmo y coincidir con el italiano Alessandro Baricco cuando dice aquello de “el mejor libro que he leído en la última década”.
Las definiciones tan grandilocuentes no suelen ser precisas y felizmente hemos leído y leeremos muchos mejores libros en la última década, pero el de Agassi es tremendo.
Una odisea narrativa escrita por el premio Pulitzer J. R. Moehringer. En este caso el estilo no es lo de menos, porque para contar lo que cuenta Andre hacen falta palabras certeras y oraciones bien construidas.
“Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión y siempre lo he detestado”, cuenta el admirado jugador de Las Vegas vistiendo su relato de un ingrediente que lo hace subyugante: la verdad.
Es Agassi frente a su espejo a veces turbio, en algunas oportunidades negro y finalmente luminoso gracias al amor de una mujer –la suya- y la posibilidad de armar una familia donde no haya terror ni extorsiones, ni presiones ni canchas de tenis en el patio casero, siempre las pelotas amarillas por ahí, al alcance de la mano.
Pone la mente y el corazón Andre en su libro. También pone el cuerpo torturado al servicio de una historia –la suya- donde no hay posibilidades de huir hacia un paraíso cercano. Y en ese sentido, Open es un libro que va más allá de la experiencia deportiva, para convertirse en un verdadero tratado existencial donde finalmente nuestro héroe se salva del lobo y puede vivir con Caperucita feliz en una casa soñada.
Eso es mucho para alguien que ha sufrido también mucho.
“Bajo el agua caliente, gimo y grito. Me inclino despacio hacia delante, me toco los cuádriceps, empiezo a volver a la vida. Los músculos se destensan. La piel canta. Los poros se abren… por favor, que acabe todo esto. No estoy preparado para que acabe todo esto”.
Como supo decir el escritor Juan Forn en relación con Emmanuel Carrere: Si vas a leer un solo libro este año, que sea este.
